El «reinado del terror» de Kim Jong-un

Pero este no es el único frente de batalla que tiene abierto el joven dictador Kim Jong-un. Según informan las agencias Yonhap y Reuters, también ha ordenado ejecutar al jefe del Ejército , el general Ri Yong Gil, en medio de esta escalada de la tensión. Como Corea del Norte es el Estado más hermético y aislado del planeta, resulta imposible confirmar dicha noticia, pero los servicios secretos del Sur sospechan que una nueva purga al más puro estilo estalinista está sacudiendo al régimen.

«Esto demuestra que Kim Jong-un está muy nervioso con las Fuerzas Armadas, pero que continúa su reinado del terror », señaló una de las fuentes consultadas por Yonhap. En abril del año pasado, el obeso tirano mandó al paredón a su ministro de Defensa, Hyon Yong-chol . Pero no para que fuera ejecutado por un pelotón de fusilamiento, sino d espedazado por un cañón antiaéreo instalado en la Academia Militar de Kanggon, a 22 kilómetros al norte de Pyongyang. Como Hyon Yong-chol, de 66 años, había sido acusado de desobedecer sus órdenes y quedarse dormido durante un desfile, cientos de militares fueron obligados a presenciar su salvaje ejecución para dar un escarmiento.

Con su última purga, es la quinta vez que Kim Jong-un «reemplaza» a la cúpula militar desde que tomó el poder tras la muerte de su padre en 2011. El «Querido Líder» Kim Jong-il solo lo hizo en tres ocasiones en dos décadas.

Como si fuera el protagonista de una tragedia shakespeariana, Kim Jong-un incluso mandó ejecutar a su tío, mentor político y número dos del régimen, Jang Song-thaek, en diciembre de 2013. A pesar de estar casado con la hermana de su padre, lo humilló públicamente sacándolo detenido por dos soldados de una reunión militar. Condenado por «intento de subversión», la propaganda vertió todo tipo de acusaciones contra él. Probablemente fue fusilado con una ametralladora, pero no devorado por una jauría de 120 perros hambrientos , como publicaron los medios en su día haciéndose eco de un bulo de una página web satírica china.

A tenor de los servicios secretos surcoreanos, un centenar de altos cargos del régimen han sido ejecutados desde que Kim Jong-un tomó el poder. Junto a ellos, destacan otra treintena de funcionarios encargados de las relaciones con Corea del Sur, que han fallecido durante los últimos años en «extraños accidentes de tráfico» , según denunció Amnistía Internacional en 2012. Estos «misteriosos siniestros» siguen ocurriendo porque el último de ellos tuvo lugar a finales de diciembre y se cobró la vida del responsable de las negociaciones con el Sur, Kim Yang-gon, de 73 años.

El Gobierno de Seúl sospecha que, con este «reino del terror», Kim Jong-un pretende consolidar su poder entre la cúpula del Ejército , formada por veteranos generales que se formaron con su padre. Como su juventud - se calcula que tiene 33 años - y su falta de experiencia pueden ser contemplados con desdén por los militares, Kim Jong-un estaría atajando así las disensiones internas que supongan una amenaza para su autoridad, cuya legitimidad tan solo depende de su apellido como tercer miembro de la dinastía Kim.

De hecho, la Inteligencia surcoreana detecta cierto malestar en el Ejército porque el joven dictador está colocando en altos cargos a importantes figuras del Partido de los Trabajadores . Esta parece ser la causa de la ejecución del jefe del Estado Mayor, que se habría opuesto a las órdenes de Kim Jong-un porque los militares se encargan de todos los negocios en Corea del Norte, sobre todo con China, y numerosos oficiales se están viendo desplazados y perdiendo jugosas sumas de dinero. ¿Podría esta división entre el Ejército y el Partido acabar en un golpe de Estado? No parece probable, pero Radio Free Asia informó el año pasado de que se habían encontrado unos explosivos en el aeropuerto de Wonsan justo un día antes de que lo visitara Kim Jong-un. Teorías de la conspiración al margen, lo cierto es que el joven caudillo no se atreve a salir de su país, ni siquiera para visitar a sus aliados, China y Rusia.

Pero el experto Jang Jin-sung, que escribía los poemas laudatorios para el «Querido Líder» y huyó a Corea del Sur en 2004, cree que «el auténtico poder no lo tiene Kim Jong-un, sino la élite escogida por su padre». A su juicio, «quien manda de verdad es el Departamento de Organización y Guía, dirigido por el círculo de amigos que escogió Kim Jong-il. Su hijo no es más que una figura simbólica para mantener el orden y el control del régimen sobre la sociedad».