La región del Congo donde mataron al embajador italiano, rica en coltán y sumida en la violencia
Desde la huida de los hutus responsables del genocidio tutsi de 1994 y las dos guerras congoleñas, la zona oriental de la RDC no ha conocido la paz
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Iniciar sesiónMientras viajaba en un convoy del Programa Mundial de Alimentos, el embajador de Italia en República Democrática del Congo (RDC), Luca Attanasio , de 43 años, marido y padre de tres niños, fue asesinado en el este del país, junto al carabinero Vittorio ... Iacovazzi , de 30, y el chófer congoleño que los acompañaba, Mustapha Milambo Baguma , como informaba ayer Ángel Gómez Fuentes, corresponsal de ABC en Roma . Poco después, el ministro del Interior de RDC acusaba del suceso a las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), un grupo armado formado por radicales hutu. Hoy mismo, los rebeldes negaban ser responsables de la tragedia, que remite a la historia turbulenta de esta región.
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«Recientemente, se había anunciado un preacuerdo de colaboración entre la RDC y Ruanda para hacer intervenciones militares en la zona, para atacar a las FDLR, enemigos históricos de Ruanda, y ayudar a la RDC a librarse de algunos grupos armados», cuenta Marta Íñiguez de Heredia , profesora de la Universidad Autónoma de Madrid. Para la especialista, todavía es pronto para saber qué motivó la emboscada, aunque se barajan dos hipótesis: por un lado, que las FDLR hayan intentado enviar un mensaje de resistencia a Kinshasa, ante la intervención inminente; por otro, que haya sido un intento de desestabilizar al presidente, Félix Tshisekedi , por su incapacidad para garantizar la seguridad en la zona, con un ataque de alcance internacional. «Italia ha reaccionado de manera beligerante contra la RDC», añade, sobre la respuesta airada de Roma ante los hechos.
Violencia contra los civiles
Situadas junto al este de la RDC y lindando con el lago que les da nombre, las provincias congoleñas de Ituri, Kivu del Sur y Kivu del Norte, donde se ubica Goma , la ciudad próxima al lugar del asalto, llevan décadas sumidas en la violencia. Después del genocidio tutsi de 1994, miles de hutus responsables de las matanzas huyeron de Ruanda y se refugiaron en el Congo, escapando del avance del Frente Patriótico Ruándes (FPR), liderado por el hoy presidente, Paul Kagame. Desde entonces, los ataques se intensificaron al este de la RDC, donde los civiles son hostigados sin descanso.
«Me da pena que solo se hable de la situación de la zona cuando muere alguien importante, porque todos los años allí pierden la vida miles de personas», lamenta la congoleña Nicole Ndagala , directora general de la asociación Karibu . Según un informe de Naciones Unidas, unos 2.000 civiles fueron asesinados en 2020 al este de la RDC, sucediéndose los secuestros y crímenes de todo tipo. A través de un informe, Unicef denunció el alto número de agresiones sexuales, recordando las terribles secuelas psicológicas, físicas y sanitarias que dejan en las víctimas. «La guerra civil del Congo sigue siendo una amenaza. La corrupción es omnipresente allí. El sufrimiento de sus mujeres es brutal. Sabemos que opera el 'Hutu Power'. En la zona de Virunga, en la frontera entre Congo, Uganda y Ruanda, hay grupos armados», detalla Ndagala.
Como prueba de esa fiebre violenta, el Parque nacional de Virunga , que se sitúa al este de la RDC, es patrimonio mundial de la Unesco y el hogar de los gorilas de montaña, también suele ser blanco de ataques de grupos armados. A menudo, sus guardias forestales son víctimas de esas emboscadas, como ocurrió el pasado enero, cuando seis de ellos perdieron la vida.
Materias primas
Rica en coltán, casiterita, oro y diamantes, la región donde se produjo el asalto es una de las más violentas del mundo. Según un documento de la MONUSCO, la misión de Naciones Unidas para la estabilización de la RDC, al menos cuatro grupos armados operan en la zona: las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda , a las que se ha acusado del ataque; la Alianza de Fuerzas Democráticas (AFD), un grupo islamista que pretende implantar un régimen rigorista religioso en Uganda; el Ejército de Resistencia del Señor (ERS), otro grupo integrista, en este caso cristiano, responsable de numerosas violaciones de los derechos humanos y crímenes de todo tipo, y las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), una guerrilla burundesa, de adscripción hutu.
«La situación el este del Congo es una consencuencia directa del conflicto en Ruanda, pero también en Uganda», explica Dagauh Komenan , historiador especializado en Africa. «Después del genocidio de 1994, hubo hutus que llegaron al Congo. Dos años después, empezó la guerra civil del Congo, que duró entre el 96 y el 97, y desembocó en la caída de Mobutu. Kabila llegó al poder y expulsó a las tropas ugandesas y ruandesas que le habían apoyado, comenzando la segunda guerra del Congo, que fue una de las más mortíferas del continente. Después de eso, la región del este de la RDC nunca ha conocido la tranquilidad. Siempre ha habido movimiento armados», detalla.
«Congo ha sufrido por la maldición de la riqueza », lamenta Dagauh. Según Íñiguez de Heredia, los recursos naturales no son la única causa de la supervivencia de estos grupos armados. Por temor a otras milicias o al propio Ejército congoleño, en ocasiones son las propias comunidades de lugareños las que los mantienen, con la esperanza de obtener la protección que no les proporciona el Estado.
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