Las purgas de Erdogan socavan el poder de disuasión de la OTAN

El temor de varios expertos es que esta transformación tenga serias consecuencias en la eficacia de estas fuerzas, que son el segundo ejército más extenso de la OTAN . Lo que a su vez socavaría el poder de disuasión de la Alianza en un enclave crítico: a las puertas de Oriente Próximo, en el cierre del Mediterráneo, en el puente entre Asia y Europa y en una zona con importante proyección sobre Rusia.

«El Ejército turco está destruido. Se encuentra en un desorden total, y va a permanecer así, dividido, indisciplinado y, por tanto, impredecible, durante los próximos años». Es la opinión de Halil Karaveli, investigador del Instituto de Asia Central-Cáucaso y responsable de la publicación «The Turkey Analyst». «Las Fuerzas Armadas se han convertido en un área "infectada", de la que es posible que surjan nuevas amenazas. Nuevos golpes de estado por parte de diferentes facciones no se pueden descartar», añade Karaveli a ABC.

El Ejército turco es una de las piezas clave de la OTAN en varios frentes. La localización del país, su tradicional alianza con Occidente y su extenso tamaño lo convierten en fundamental para garantizar la estabilidad en Oriente Próximo. Sin ir más lejos, desde la base aérea de Incirlik, situada en el sur de Turquía, se lanzan los bombardeos de la coalición internacional sobre posiciones de Daesh en Siria e Irak. Además, la cercanía territorial y los intereses turcos en Siria también colocan al país eurasiático en una posición esencial respecto a uno los quebraderos de cabeza de la alianza militar atlántica: Rusia.

Para entender hasta dónde llega la transformación del Ejército de Turquía conviene echar un vistazo a lo sucedido en apenas dos semanas tras el golpe: 3.073 militares han sido expulsados, entre ellos figuras tan relevantes como el coronel Ali Yazici, asesor militar del presidente Erdogan, o Levent Türkkan, hombre de confianza del Jefe del Estado Mayor. Los jefes de las Fuerzas Aéreas, de la Armada y del Ejército de Tierra han sido relevados. Han sido expulsados de sus puestos 167 generales. Y las Academias Militares fueron cerradas.

El Gobierno quiere asegurar su dominio sobre las Fuerzas Armadas y está tomando el control de diversos cuerpos, como la Gendarmería y las Guardia Costera, que ahora dependen del ministerio de Interior. Asimismo, el Consejo Supremo Militar, órgano responsable de las promociones militares, tiene más miembros políticos.

Otros analistas, como Murat Yetkin, no obstante, creen que estas medidas aumentan el poder civil sobre el militar y pueden acercar más a Turquía a la OTAN. Desde que se hundió el Imperio Otomano en el primer tercio del siglo XX, los uniformados siempre se han mantenido como el poder en la sombra, con sublevaciones armadas incluidas . El Gobierno quiere asegurarse de que esa influencia sea historia. «Nuestro objetivo es crear un sistema en el que nadie en las Fuerzas Armadas turcas, ni ningún elemento subversivo, pueda utilizar el Ejército para llevar a cabo un nuevo golpe de Estado», señaló ayer Numan Kurtulmus, vice primer ministro turco.

El problema es que esta purga masiva se produce en un momento crítico para Turquía. «La chapuza del golpe tendrá repercusiones en la capacidad de Turquía para contribuir en la seguridad regional», afirma Sinan Ülgen, director del Centro de Estudios Económicos y de Política Exterior, con sede en Estambul. «El ejército turco sufrirá un doloroso proceso de purga de sus elementos gülenistas, y la moral y la cohesión se verán irremediablemente afectadas, en un momento en el que las Fuerzas Armadas juegan un papel clave en los esfuerzos de Turquía para combatir a los separatistas kurdos y al terrorismo de Daesh».

El experto en terrorismo y seguridad, Ahmet K. Han, responde a ABC sobre esa fragilidad: «El Gobierno y el Ejército son totalmente conscientes del riesgo de que tal debilidad complique la seguridad de Turquía, así que están haciendo todo lo que está en sus manos para mitigarlo».

Daesh no ha golpeado Turquía en estos días, pero sí lo han hecho los insurgentes kurdos. Ayer cinco policías murieron tras la explosión de un coche bomba en la provincia de Bingol, en el este del país. Las autoridades locales responsabilizan al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Sin contar estas últimas muertes, la milicia kurda ha matado a 12 soldados en los últimos cuatro días.

Los esfuerzos de las fuerzas de seguridad sí han tenido más éxitos a la hora de dar caza al comando que trató de capturar a Erdogan durante la noche del golpe. Once miembros del comando fueron capturados ayer en una zona montañosa de la provincia, donde, según algunos lugareños, pudieron sobrevivir cazando jabalíes.