La policía británica carga contra las mujeres que hacían vigilia por el asesinato de Sarah Everard

Aunque en principio la vigilia se había suspendido, finalmente se llevó a cabo cuando cientos de personas se acercaron de forma espontánea a colocar flores y velas en Clapham Common, donde Sarah fue vista por última vez antes de su desaparición el pasado 3 de marzo . Sin embargo, el supuesto maltrato ejercido contra los participantes, provocó una auténtica oleada de indignación en Reino Unido y muchas voces se alzaron pidiendo la renuncia de Cressida Dick, jefa de la policía.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, exigió una investigación tras señalar que «no quedó satisfecho» con la explicación proporcionada por Dick. «Las escenas son completamente inaceptables», aseguró, en referencia a las imágenes que muestran a los agentes de policía reduciendo y esposando a varias mujeres contra el suelo. Nimco Ali, activista por los derechos de las mujeres e íntima amiga de Carrie Symonds, prometida del primer ministro Boris Johnson y que ejerce como asesora gubernamental independiente para abordar la violencia contra las mujeres y las niñas, denunció que lo sucedido parece sacado de «un manual de hombres abusivos». «La policía tuvo la oportunidad de elegir cómo reaccionaba, y reaccionó de forma terrible, desproporcionada», aseveró.

También se sumó a las críticas Keir Starmer, líder del Partido Laborista, que calificó en Twitter las escenas como «profundamente inquietantes. Las mujeres se reunieron para llorar a Sarah Everard, deberían haber podido hacerlo en paz. Comparto su enfado y disgusto por cómo se ha manejado esto». « Algunas de las imágenes que han circulado por internet sobre la vigilia en Clapham son indignantes . He pedido a la Policía Metropolitana un informe detallado sobre lo sucedido. Mis pensamientos están con los familiares y amigos de Sarah en estos terribles momentos», aseguró por su parte, también en su cuenta de Twitter la ministra del Interior, Priti Patel.

Hellen Ball, subcomisaria jefa de la policía, defendió en un comunicado la actuación de los agentes diciendo «se enfrentaron a una decisión muy difícil. Cientos de personas estaban amontonadas, lo que representaba un riesgo real de transmitir fácilmente el Covid» y añadió que «la pandemia no ha terminado y las reuniones todavía no son seguras». «Los agentes hablaron con los asistentes en varias ocasiones. Alentamos repetidamente a los que estaban allí a cumplir la ley y marcharse. Lamentablemente, una pequeña minoría comenzó a gritar y arrojar objetos a los oficiales », detalló, y zanjó: «Nos colocaron en esa posición debido a la necesidad imperiosa de proteger la seguridad de las personas».