Pedro Rodríguez - De lejos
Resacón en el Número 10 de Downing Street
El último calimocho de Boris: situar al Reino Unido al margen de la legalidad internacional
«¿Si ya saben cómo me pongo pa’ qué me invitan?» El meme etílico por excelencia resulta bastante útil par anticipar lo que resta del mandato de ese gran ‘party animal’ llamado Boris Johnson , el gran ‘party animal’. Acabado el ‘party’, permanece el ... animal necesitado de algún remedio para su monumental resacón. Y qué mejor remedio que ituar al Reino Unido al margen de la legalidad internacional .
El Gobierno británico ha formalizado un proyecto de ley que le permite cambiar unilateralmente el llamado protocolo de Irlanda del Norte , parte especialmente sensible del tratado del Brexit negociado con la Unión Europea. Para evitar una ‘frontera dura’ con Irlanda, el protocolo mantiene a Irlanda del Norte dentro del mercado único de bienes de la UE. Pero eso implica controles aduaneros entre Gran Bretaña y la provincia.
La gran ocurrencia del temerario Boris consiste en suprimir esos controles aduaneros pero Bruselas se niega a reescribir un tratado que el primer ministro de Magaluz aceptó hace tan solo dos años. Además, la propuesta reserva al Gobierno británico amplios poderes para alterar casi todo el protocolo de Irlanda Norte . Por supuesto, este ‘balconing’ legislativo es rechazado por muchos de los parlamentarios tories, la Cámara de los Lores, la Unión Europea, congresistas de EE.UU., grupos empresariales y cargos electos en Irlanda del Norte.
El fiestuqui del nacionalpopulismo seguirá con la salida del primer vuelo con solicitantes de asilo expulsados de Gran Bretaña con destino ni más ni menos que a Ruanda . Sin necesidad de ser africanos, estos individuos serán reubicados en Kigali sin importar la avalancha de impugnaciones judiciales, las críticas del Príncipe Carlos y del arzobispo de Canterbury o las acusaciones de flagrante ilegalidad por parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Como ha dianosticado ‘The Economist’, los conservadores británicos empiezan a ver doble : son a la vez el partido del gobierno y de la oposición. Ya que tras doce años en el poder, casi cualquier problema en el Reino Unido se puede achacar al partido de Boris.
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