Pedro Rodríguez - De lejos
Joe, el bocazas
¿Por qué las nueve palabras improvisadas por Biden contra Putin tienen efectos tan perniciosos?
Cuando en clase toca explicar la Presidencia de Estados Unidos, siempre destacamos los requerimientos constitucionales para llegar a ocupar la Casa Blanca. De un tiempo a esta parte, en irónica coincidencia con el mandato de Joe Biden, al detallar el mínimo de edad requerido -35 ... años- mis brillantes alumnos preguntan si no existe un tope máximo en cuanto a la senectud permitida para sentarse en el despacho oval.
En el caso de Biden, sus 79 años tan mal llevados contrastan con la vitalidad para el mal demostrada por otros líderes. Con todo, el mayor lastre del presidente número 46 de EE.UU. no es su edad sino la contumaz condición de bocazas que le ha acompañado durante su longeva carrera política jalonada por meteduras de pata, embellecimiento de sus méritos e incluso vergonzosos plagios.
Al final de su esperada alocución de 23 minutos en Varsovia, Biden se vino arriba e improvisó nueve palabras en inglés que han resonado muy mal por todo el mundo. Al decir en referencia a Putin «Por-el-amor-de-Dios-este-hombre-no-puede-permanecer-en-el-poder», el bocachancla en jefe ha introducido la peor de las variables en la tragedia de Ucrania al plantear un cambio de régimen en Moscú.
Con esta escalada verbal, Biden ha sublimado el arte de meter la pata según los estándares de Washington: eructar la verdad en el peor de los momentos. Por su incontinencia retórica, Biden ha complicado todavía más llegar a un acuerdo negociado; ha mellado la ejemplar unidad democrática en defensa de Ucrania; ha restado credibilidad al incentivo de retirar las duras sanciones adoptadas; y ha obviado que «desputinizar» a Rusia es algo que solamente corresponde hacer a los rusos.
Con tan solo nueve palabras no es poco lo que ha conseguido un chico de Pensilvania tartamudo que con tesón hizo del hablar en público el trabajo de su vida. El mismo político que al competir contra Donald Trump insistía en que las palabras de un presidente siempre importan: «Pueden mover los mercados. Pueden enviar a nuestros valientes hombres y mujeres a la guerra. Pueden traer la paz».