ELECCIONES EN PERÚ
Ollanta Humala: «No soy un peligro»
Afinó su discurso, bajó el tono del nacionalismo extremo, cambió su imagen y ahora dice que no cambiará la Constitución para ser reelegido
CARMEN DE CARLOS
Ollanta Humala Tasso (del partido Gana Perú) acaricia la Presidencia. En vísperas de las elecciones del domingo los últimos sondeos advierten un repunte de su candidatura sobre la de Keiko Fujimori (Fuerza 2011), aunque la mayoría dentro del margen de error. El candidato, proscrito hasta ... hace dos meses, ha logrado un cambio de imagen en tiempo record. Afinó su discurso, bajó el tono de un nacionalismo extremo y cerró bajo siete llaves aquellas propuestas o afinidades que pudieran emparentarle con el «eje bolivariano» de Venezuela. Humala, de 48 años, recibe a ABC en el Hotel los Delfines de Lima. Nadine Heredia, su mujer y virtual jefa de campaña, revisa la habitación. Sugiere colocar un centro de flores en la mesa y asiente con la cabeza cada palabra de su marido. Cuando termina la entrevista comenta: «Son preguntas que llevarían horas para responder a fondo».
El hombre más popular en Perú contesta con rapidez y seguridad. Pareciera que en cinco años ha hecho un cursillo intensivo de ciencias políticas y relaciones con los medios de Comunicación. Aquel ex coronel que un día tuvo ínfulas golpistas, rígido y parco en palabras, ha aprendido a moverse entre micrófonos mejor de lo que cualquiera hubiera imaginado.
Muy a su pesar, en la recta final de la campaña resurgen las denuncias que lo vinculan con Hugo Chávez y, como novedad, con el narcotráfico. En este caso el dedo acusador apunta desde Washington y pertenece a Roger Noriega, ex subsecretario para Asuntos del Hemisferio Sur. «Es una calumnia, un acto irresponsable y una intromisión en los asuntos de Perú. No se puede hacer una acusación así sin pruebas. Esa conducta demuestra que es un empleado del fujimorismo que está desesperado».
—¿Qué siente al haber pasado en menos de dos meses de ser el demonio rojo al ángel de la guardia de la democracia peruana?
—(Se rie) Me estoy adaptando al nuevo cambio. Nuestra estrategia ha consistido en fomentar el contacto directo con la gente. Ha sido un trabajo muy intenso pero creo que hemos logrado el propósito: Un vuelco en la confianza del electorado. Somos optimistas. Para los que aún no han decidido su voto, ahora somos una opción legítima. Saben que podemos ofrecerles mejor calidad de vida, desarrollo, avances en educación, salud, mejoras de pensiones y trabajo. Un futuro para el país.
—¿Por qué hay que creer en su discurso cuando ha cambiado cuatro veces su programa de Gobierno?
—Entendimos el mensaje de la primera vuelta. El pueblo pidió que ampliásemos nuestra opción. Esa es la razón que explica el por qué hemos abierto nuestra propuesta que no es lo mismo que modificarla. La medula espinal de nuestro programa sigue intacta. Mario Vargas Llosa y Alejandro Toledo (ex presidente) lo entendieron, por eso me apoyan. Uno tiene que ir a la par de los cambios de país. Nosotros en estos años analizamos permanentemente Perú y hemos visto la evolución. El político que no cambia se queda en el pasado.
—Hay preocupación por el futuro de Telefónica y otras empresas privatizadas si usted es el próximo presidente de Perú. ¿Qué planes tiene?
—Tenemos que dar seguridad jurídica a las inversiones extranjeras y nacionales. Para eso hay que consolidar la paz social y mantener reglas estables. Buscamos un Estado honestos, serio y trasparente, que no se deje sobornar, pero que respete sus acuerdos. Debemos solucionar graves conflictos sociales que generan excesivos costes a las inversiones. Lo vamos a hacer a través del diálogo no por imposición. Si Telefónica plantea una renegociación de los acuerdos la haremos. El Estado va a respetar los contratos.
—Alan García dijo que no podía elegir presidente pero sí impedir uno. ¿Tiene miedo de que haya fraude?
—Alan García se ha colocado la camiseta naranja de Fujimori (color de su campaña). Tengo indicios razonables de que el Gobierno no es imparcial y eso me preocupa. Me han pinchado los teléfonos y grabado conversaciones privadas. Son actividades ilícitas que sólo se puede hacer desde el aparato del Estado. Este Gobierno está dejando bombas de relojería para el siguiente. Hay más de doscientos cincuenta conflictos sociales y muchos tenían que estar resueltos.
—¿Si llega a la presidencia va a investigar la gestión de Alan García? (Bajo sospecha de corrupción)
—No tenemos intenciones de perseguir a nadie. No tendré tiempo para esas cosas. Tengo que dedicarme a cumplir con lo que le prometí al país.
—Su imagen está ligada a un fuerte sentimiento nacionalista. ¿Qué entiende por nacionalismo?
—Significa amor por Perú, construcción de una nación, de un futuro. No es un concepto económico, sino político Implica que el Estado tenga presencia en las regiones donde hoy está ausente. Es un proyecto de inclusión social y de unidad.
—En el cierre de campaña propuso un referéndum revocatorio de cargos públicos. ¿Incluye la reforma de la Constitución y la reelección?
—No, no creo ni voy a permitir una reforma constitucional para fines reeleccionistas. No voy por ahí. En las democracias modernas no se entregan cheques en blanco, el elegido no puede hacer lo que le venga en gana. Tiene que cumplir sus compromisos y si no lo hace el pueblo peruano tiene derecho a pedirle cuentas. El referéndum es un mecanismo democrático. No se preocupen, tengan confianza en mi. No soy un peligro
—Keiko dio su palabra de que no indultaría a su padre. ¿Liberará a su hermano Antauro, condenado por una intento de golpe de Estado?
—Por supuesto que no. Yo siempre condené lo que hizo mi hermano mientras que Keiko Fujimori siempre defendió a su padre. Lo hizo hasta el punto de insistir en su inocencia a pesar de que están demostradas sus violaciones a los derechos humanos y de que él se declaró culpable de corrupción. En el terreno familiar respeto la relación padre e hija pero en el político ella dijo muchas veces que Alberto Fujimori fue el mejor presidente de la historia. Transparencia Internacional y no yo, clasifica a Alberto Fujimori como el séptimo presidente más corrupto del planeta Tierra.
—Mario Vargas Llosa encabezó un movimiento a su favor que desembocó en un frente común de intelectuales. ¿Siente que está en deuda con ellos?
—Esas personalidades han visto que lo que está en riesgo no es la política económica, que se puede mejorar, si no la democracia. El cambio lo podemos hacer en democracia o en dictadura. Y ellos, como yo, apoyan la defensa de la democracia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete