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Muerte y resurrección de Beirut

La explosión en el puerto deja a la capital libanesa en una situación extrema en la que los supervivientes se debaten entre emigrar para siempre o quedarse y luchar por un nuevo Líbano

El retrato agrietado de un matrimonio libanés en una casa de Kerantina, uno de los barrios afectados por la explosión en Beirut Reuters
Mikel Ayestaran

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«Vivimos en una ciudad zombi, estamos exhaustos, no tengo fuerzas ni para protestar», confiesa Richard Alam desde su apartamento del centro de Beirut, próximo al puerto. Suenan martillos y porrazos de fondo, pero por suerte su casa ha sufrido daños menores. Un milagro en ... medio del mar de destrucción que le rodea. Su voz es el reflejo del estado de ánimo de muchos beirutíes que siguen en shock tras la brutal explosión en la zona portuaria el 4 de agosto, que dejó 200 muertos, 6.000 heridos y a 300.000 personas sin hogar. «Podemos lograr victorias simbólicas como la dimisión del Gobierno, pero para cambiar el sistema necesitamos que los chiíes se sumen a la lucha y que la comunidad internacional presione de verdad. Tras la vista de Emmanuel Macron, parece que algo se mueve en el exterior, pero respecto a los chiíes, no hay señales de cambio», lamenta este responsable de Amnistía Internacional (AI) de 33 años.

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