Ajuste de cuentas
Boric, de líder estudiantil a presidente de Chile en apenas 10 años
Gabriel Boric Font, chileno patagónico de 35 años de origen croata ha sido elegido como el presidente de la República más joven de la historia de su país. Boric fue uno de los activistas estudiantiles que se dieron a conocer públicamente en abril de 2011 ... cuando se inició una oleada de protestas juveniles. Dicha agitación coincidió en el tiempo con el surgimiento del 15-M en España y la expansión de la llamada ‘Primavera Árabe’. En apenas una década, Boric ha pasado de dirigir la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile a presidir su país. Su récord es comparable al éxito logrado por Pablo Iglesias con Podemos que en sólo cinco años pasó de profesor universitario a vicepresidente del gobierno de España.
No terminan allí los paralelismos con Podemos. A finales de 2011, Boric sucedió en su Federación de Estudiantes a la comunista Camila Vallejos, la figura más rutilante de la izquierda chilena que había alcanzado gran notoriedad internacional. Los jóvenes que seguían a Boric y que después convergerían en el Frente Amplio, representaban una nueva izquierda, apartada de la ortodoxia del PC que veía renovarse las caras, pero no sus estrategias políticas.
Los frentistas impugnaron duramente a la Concertación de Partidos por la Democracia, la alianza forjada por democristianos, socialcristianos y socialistas y que condujo con éxito la transición a la democracia chilena garantizando casi dos décadas de prosperidad al país. Fue tan eficaz el cuestionamiento que convencieron a buena parte de los chilenos que la transición había sido en realidad el segundo tiempo de la dictadura de Pinochet, más o menos lo mismo que Iglesias intentó hacer en España.
Hay varios hechos que convierten a Boric en una persona singular. En 2018 admitió públicamente que padece crisis regulares por un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que se le diagnosticó durante la infancia y se autoingresó en un hospital psiquiátrico por dos semanas. En 2019, durante la crisis provocada por el estallido social del 18 de octubre, se apartó de sus compañeros más radicales que apostaban a la caída del gobierno de Sebastián Piñera y aceptó firmar el acuerdo parlamentario que dio paso a la elaboración de una nueva Constitución para el país.
Boric pasó a la segunda vuelta presidencial en Chile con el apoyo del Partido Comunista y del Frente Amplio. Su candidatura obtuvo el 25,8% y llegó en segundo lugar tras la de José Antonio Kast. Pero para ganar necesitaba moderar extraordinariamente su postura y lo consiguió hasta el punto de que convenció al 55,6% de los votantes de que hará una política socialdemócrata no muy distinta de la que hicieron Ricardo Lagos y Michele Bachelet.
Hoy, Boric no es la principal incertidumbre de un país donde las instituciones están profundamente deslegitimadas. Aunque en la Cámara de Diputados la centroizquierda tiene mayoría, necesitará negociar. Y en el Senado, las fuerzas están muy equilibradas. La mayor incertidumbre la plantea ahora mismo la Convención Constitucional que en la segunda mitad de 2022 deberá presentar su propuesta de Constitución. Esta asamblea está controlada por la izquierda radical y se muestra muy beligerante en los asuntos contingentes, al extremo que su vicepresidente había amenazado con revisar la duración del mandato presidencial si José Antonio Kast ganaba la elección.
Boric debería tener menos problemas con la Convención que Kast, pero eso no excluye que puedan surgir en algún momento. De momento, lo más delicado para Boric es cómo traducir el resultado electoral y los apoyos que obtuvo del centro y la izquierda moderada en la coalición de partidos que le apoyan, sobre todo por el papel que jugará el Partido Comunista que se ha mantenido en un discreto segundo plano.