Nueva York se atrinchera contra «Irene»
La ciudad, sin transporte público, con las principales atracciones turísticas cerradas, cientos de vuelos cancelados y sin actuaciones en los teatros de Broadway, se enfrentará desde esta noche a vientos de más de 100 kilómetros por hora
MARIA G. PICATOSTE
Bolsas de arena apiladas frente a las puertas, supermercados vacíos, tiendas de barrio con decenas de cajas de agua amontonadas en la puerta y policías en cada esquina de las zonas más vulnerables preparados para explicar qué hacer durante la evacuación conforman una imagen poco ... habitual de Nueva York: la de una ciudad lista para plantarle cara al huracán « Irene ».
Sin transporte público, con las principales atracciones turísticas de la ciudad cerradas, cientos de vuelos cancelados y sin actuaciones en los teatros de Broadway, la ciudad se enfrentará desde el sábado por la noche a vientos de más de 100 kilómetros por hora .
Para ello se ha ido preparando por fases. El viernes por la tarde comenzaron las evacuaciones y ya se podían ver operarios protegiendo las entradas de edificios de oficinas y otros establecimientos que no abren durante el fin de semana. El resto tuvo que esperar hasta el sábado por la tarde, solo unas horas antes de la llegada prevista de «Irene», para reforzar con tablas y sacos de arena puertas y ventanas.
La Oficina de Gestión de Emergencias confirmó a primera hora del sábado que 370.000 personas iban a ser evacuadas de las diferentes zonas calificadas como «A» , aquellas que corren mayor peligro de inundaciones. Una de las zonas más expuestas es el área costera de Far Rockaway.
Albergues
Lara, residente de este barrio del sur de Queens, se trasladó con sus dos hijos y dos de sus hermanas al albergue Seward Park, ubicado en el Lower East Side de Manhattan. Seward Park es uno de los 65 centros que el Ayuntamiento de Nueva York ha acondicionado como albergues. La mayoría de ellos abrieron el viernes por la tarde, aunque no fue hasta el sábado, cuando las evacuaciones fueron obligatorias, que comenzaron a recibir mayor número de personas.
Richard Gorgleone, director de Seward Park, coordinaba a las 8 de la mañana un equipo de 15 personas que podía aumentar hasta 50 dependiendo de la afluencia de gente. Su centro, el más cercano a la zona financiera, puede albergar hasta 3.000 personas y está bien abastecido de agua, latas de comida, pan, cereales y otros productos de primera necesidad.
«Se va a poner feo, amigos» , grita un joven desde el coche mientras Pete, uno de los miembros del equipo de Seward Park, explica que las personas evacuadas pueden traer sus maletas, su comida e incluso a sus mascotas, aunque estas permanecerán en una sala especial para animales. «Tenemos toneladas de comida para perros y gatos . Y hay un albergue en el Upper West Side donde han encargado especialmente comida para hamsters», comenta el joven.
Robert, que se acaba de registrar en el albergue, sale a dar una vuelta antes de tener que resguardarse en el centro. Su plan para estos días es leer, hablar con sus familiares hasta que se le acabe la batería del móvil y establecer nuevas amistades con otras personas evacuadas. «Mejor mucho que poco», responde cuando un reportero le pregunta si le parece exagerada la reacción de la ciudad. «No creo que vaya a haber mucho destrozo, pero se ve que pase lo que pase están bien organizados», añade.
Sin transporte público
El mayor problema al que se enfrenta la ciudad para la evacuación de personas es el transporte. Hasta las doce de la mañana el acceso a las paradas de metro en las zonas con orden de evacuación era gratuito, pero llegado el medio día todo el transporte público de la ciudad quedó suspendido. El metro, los autobuses, trenes y ferris de la MTA, organismo regulador del transporte metropolitano, son para la mayoría de residentes en Nueva York la única forma de desplazamiento, ya que tener coche no es habitual . A pesar de ello y según informó la Comisión de Taxis y Limusinas de la ciudad, el servicio de taxis seguirá activo durante todo el fin de semana. «Si es realmente necesario iré, sino no», explica Drajma, conductor de taxi residente en Brooklyn, cuando le preguntan si podría llevar clientes hasta las zonas con más riesgo de inundación.
Aún así, el clima no ha frenado a los turistas más osados. Ariel, que ha acudido a la ciudad para participar en las Olimpiadas de Bomberos y Policías, visitaba junto a su grupo de amigos Wall Street pocas horas antes de que la evacuación fuera obligatoria. «Vamos a apurar todo lo que podamos», explica. Aún así, Willie Strendberg, empleado del Servicio Postal de EE.UU. y cuya ruta lo lleva a recorrer cada mañana Wall Street y la Zona Cero, afirmó que la calle estaba casi vacía para ser un sábado por la mañana . «No hay ni un 5% de la gente que pasearía por aquí un sábado normal», añade.
Cerca del Madison Square Park se vivía una situación peculiar. Colas de gente con maletas y cajas esperaban para instalarse en las residencia de la Escuela de Artes Visuales. Una pancarta daba la bienvenida a los nuevos alumnos. En el edificio de al lado, una pancarta daba la bienvenida a los evacuados. La familia de Josh, que se había desplazado en coche desde Long Island, comentó que si no se daban prisa en volver posiblemente tendrían que hacer noche en el albergue de al lado.
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