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La estrategia política de François Hollande se desmorona
La pérdida de 45.000 empleos en el último trimestre se suma a uno de los niveles de popularidad más bajos y a las acusaciones contra su ministro de Presupuestos de haber tenido cuentas en Suiza
La estrategia política de François Hollande se desmorona
Todos los pilares del sistema político del presidente François Hollande se están resquebrajando, cuando su popularidad continúa estancada en unos niveles muy bajos de credibilidad personal. Un 65 % de los franceses dicen no confiar en él.
Uno tras otro, todos los fundamentos de la ... mayoría política presidencial se están hundiendo.
Todo el sistema Hollande reposaba en esta frase de campaña electoral: “Yo seré el presidente del poder adquisitivo. Conmigo habrá menos austeridad y más crecimiento”. Seis meses más tarde, los próximos presupuestos del Estado confirman un ajuste fiscal de más de 35.000 millones de euros. En el último trimestre se han producido más de 45.000 supresiones de puestos de trabajo . Y durante el 2013 Francia estará rozando la recesión, cuando el gobierno deberá pedir más de 200.000 millones de euros en los mercados de capitales, a un precio que puede subir de manera inquietante.
En el terreno estrictamente político, Hollande llegó al poder con una mayoría socialista muy justa, apoyado por comunistas, ecologistas y el Frente de izquierdas (Fdi) de Jean-Luc Mélenchon. Esas tres fuerzas han comenzado a practicar en el Senado una suerte de “guerra de guerrillas” contra los proyectos de Ley gubernamentales.
El gran pilar gubernamental del sistema Hollande ha sido su primer ministro, Jean-Marc Ayrault , un socialista apenas reformista, que debía servir como “fusible” político entre todas las familias de la izquierda francesa.
Seis meses cortos después de su nombramiento, Ayrault ha entrado en crisis grave. Los ecologistas y la izquierda radical denuncian el “gran proyecto” personal del primer ministro, la construcción de un segundo aeropuerto a 30 kilómetros de Nantes (el bastión político de Ayrault), en Notre-Dame-des-Landes.
François Hollande intenta acallar la inquietud de los sindicatos y la opinión pública con nuevas promesas que no engañan a nadie.
Michel Sapin , ministro del Trabajo, anuncia la creación de varios millares de puestos de trabajo subvencionados, unos “contratos generacionales” cuya financiación todavía está mal definida y cuya realidad está muy aplazada en el tiempo.
Vincent Peillon, ministro de la Educación, anuncia la contratación de 43.000 nuevos profesores. Pero hay pocas vocaciones. Y tampoco está clara la financiación de tales contratos, cuando la nómina de los funcionarios franceses es la más gravosa de los presupuestos del Estado.
Predicar sin dar trigo
Otro gran pilar del sistema Hollande era la promesa de transparencia y honestidad. Seis meses más tarde, su influyente ministro del Presupuesto, Jérôme Cahuzac, es acusado de haber tenido cuentas numeradas en un banco suizo . Cahuzac desmiente. Pero el diario online Mediapart ha publicado una grabación en poder de un notario, en la que Cahuzac comenta con un asesor fiscal la existencia de esas cuentas.
Cada uno de esos problemas tiene un origen y una lógica propia. En conjunto, tal rosario de problemas han creado una situación de incertidumbre política y económica creciente.
El Estado francés tiene previsto pedir más de 200.000 millones de euros a los mercados de capitales, a lo largo del primer semestre del 2013. Hasta hoy, Francia continúa endeudándose a bajo precio, beneficiándose de las crisis italiana y española. Muchos analistas temen que la crisis de la deuda soberana termine tocando directamente a Francia.
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