Gobernar contra viento y marea
M. M. CASCANTE
CIUDAD DE MÉXICO. No lo tiene fácil Felipe Calderón. En la segunda mitad de su sexenio presidencial, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) es la primera fuerza política en el Congreso y en los gobiernos estatales. Además, Calderón tiene una marea social enfrente, ... alentada por la crisis económica y por la demagogia populista de un sector del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Para colmo de males, el presidente tiene en ocasiones al enemigo en su propia casa.
Calderón no era el candidato «elegido» para abanderar al Partido Acción Nacional (PAN) en las elecciones de 2006, y tuvo que luchar entonces contra la estructura interna, que apoyaba a Santiago Creel. Aquel divorcio tuvo como consecuencia que el presidente eligiera para su gabinete a un grupo de «notables» de su círculo personal: jóvenes tecnócratas con escaso peso en el partido.
Meses antes de las elecciones intermedias de julio pasado, el Gobierno y el PAN decidieron sumar sus fuerzas (bajo la batuta presidencial) para hacer frente a un compromiso con las urnas que se saldó con un completo descalabro. El partido salió tocado y se reavivaron las luchas internas, aunque Calderón parece tener controlada a la bancada panista en el Congreso.
Otros problemas le han estallado como consecuencia de la guerra emprendida contra el narcotráfico, que condujo a enconadas disputas entre la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría General de la República (PGR). De esa lucha salió fortalecido el ministerio, tras la «renuncia» del fiscal general Eduardo Medina Mora. De poco acertada se consideró su sustitución por Arturo Chávez, funcionario muy cuestionado por su actuación en Chihuahua como delegado de la PGR y como subprocurador y procurador general de Justicia del estado durante los años de apogeo de las llamadas «muertas de Juárez».
Otra crítica recurrente es su presunta servidumbre a Elba Esther Gordillo, «La maestra», dirigente del poderoso sindicato de trabajadores de la enseñanza. A Calderón se le reprocha estar pagando la ayuda de Gordillo durante las elecciones de 2006, pues ella habría movilizado a su millón y medio de afiliados para llevarlo hasta la residencia oficial de Los Pinos.
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