Espera, frustración y teorías de la conspiración

"Bienvenidos a la estación de Hendaya, SNCF les desea una feliz estancia y espera verles de nuevo a bordo". Son las 00.34 am de hoy, 19 de abril, y mi vuelta de Teherán parece llegar a su fin. Han pasado 72 horas desde mi precipitada salida del aeropuerto Imam Jomeini , 72 horas en las que tuve que elegir entre esperar sentado a un avión o ir avanzando por otros medios hasta lograr mi objetivo. Opté por la segunda opción.

Avión, tren, autobús, tranvía, coche y taxi . 400 euros en total, sin contar el alojamiento -gracias Daniel e Inés- y las comidas. Pero lo más increíble en este tipo de situaciones es ver el comportamiento de la gente. Madres con niños al cuello, gente en silla de ruedas, ancianos que tenían que esperar las colas como cualquier otra persona... Una falta de solidaridad directamente proporcional a la mala gestión de las aerolíneas y gobiernos que en vez de dar comida, bebida y alojamiento a los viajeros, desplegaron al Ejército en estaciones y aeropuertos para evitar lo inevitable. Los viajeros no necesitan gente armada, necesitan que les traten como seres humanos.

El Wifi también ha sido de pago durante toda mi odisea -seis euros la hora en Alemania, un poco menos en Bélgica- y espero a la factura del móvil para asegurarme que el roaming no se habrá rebajado ante la emergencia del momento. Los taxistas con carteles haciendo ofertas "irrechazables" a los ex pasajeros de avión -320 euros por el trayecto entre Colonia y Bruselas- y la venta de billetes de tren cancelada por Internet. Justo en el momento que más falta hacía, la red fue sustituida por la venta en ventanilla de toda la vida con las colas y esperas que esto supone.

Las medidas excepcionales se han aplicado para los viajeros, no para las sabandijas que siguen chupando la sangre de los pasajeros durante estos días. Los gobiernos ya anuncian un plan de rescate a las compañías. Ya podían haber acudido al rescate de los pasajeros un poco antes .