entrevista
«La única cura que se ofrece a griegos y españoles es más pobreza»
El escritor griego Petros Markaris sostiene que la UE propone las mismas recetas a España y Grecia, es como un médico que aplica la misma terapia al cáncer que a una cardiopatía, en declaraciones a ABC
«La única cura que se ofrece a griegos y españoles es más pobreza»
Guionista del cineasta Theo Angelopoulos en películas como La mirada de Ulises o La eternidad y un día, Petros Markaris ha renovado la novela de serie negra con las obras protagonizadas por el comisario griego Kostas Jaritos, un personaje entrañable, sarcástico, escéptico, hombre de familia ... y corrosivo en sus certeros diagnósticos de la situación social de su país. Su última novela, «Con el agua al cuello» (Ed. Tusquets), se desarrolla en una Atenas golpeada por la crisis en la que brotan como champiñones los cadáveres de banqueros y financieros decapitados a espada. El comisario Jaritos deambula por una Atenas al borde de la bancarrota, profundamente deprimida, a bordo de un Seat Ibiza. La elección no es casual. Antes circulaba en un destartalado Mirafiori. Y cuando no le quedó más remedio, se decidió por el Seat, «por solidaridad con el Sur». Porque «de esta crisis nunca saldremos si no hay solidaridad entre quienes vivimos en el Mediterráneo». Hay cierta desesperación en los juicios de Márkaris, como la hay en Jaritos, pero aún hay mucha más esperanza
¿Cuándo comenzó a echarse a perder la situación en Grecia?
En los ochenta. En un país pobre, en el que nunca hubo dinero, de pronto, con su entrada en la UE, empezó a entrar un dinero con el que nunca se soñó. De alimentarnos con suero por vía intravenosa pasamos a los grandes banquetes. No nos ajustamos a ese nuevo tipo de vida. Y luego la situación empeoró con una clase política que utilizaba esos recursos para construir su particular red de clientelismo.
En sus libros, el comisario Jaritos es muy sarcástico con la influencia de la UE en Grecia. ¿Ha sido beneficiosa la entrada de Grecia en la Unión?
Jaritos es sarcástico con todo. El sarcasmo está en su carácter. Pero la UE fue una gran oportunidad para Grecia, que la propia Grecia ha despilfarrado. Yo estaba entusiasmado con el ingreso en la UE. Y hoy me pregunto si hemos hecho las cosas correctamente, sobre todo cuando entramos en el euro. Había mucha pequeña y mediana empresa a las que les iba bien con el dracma. El euro era una moneda muy cara para ellas, y en cambio el crédito era muy barato. Ahí estaba la trampa. Primero debimos hacer las reformas que necesitábamos, y después entrar en el euro. Esperar, reformarse e ingresar.
El comisario Jaritos dice: «Pensábamos que nuestras deudas eran parte de nuestros ingresos». Una peligrosa ilusión.
Se lo he dicho a muchos alemanes. Reconozco que los griegos tenemos buena parte de la culpa. Que somos responsables de la enfermedad. Pero la curación no está en manos griegas, sino europeas. Y si la terapia no funciona, no es culpa de los griegos. Los españoles, los portugueses, los griegos sufren porque no se ve ninguna puerta de salida. Y eso mata a los pueblos.
¿Usted ve alguna salida?
Ninguna. Soy muy pesimista. La última vez que estuve en España me pareció que las cosas se agravaban. Grecia y España, por ejemplo, tienen una economía totalmente diferente. Cada una tiene su propia dinámica. Pero la UE aplica las mismas recetas en todas partes. Y un médico que aplica la misma medicina igual para el cáncer que para una cardiopatía no puede ser un buen médico.
¿Y la culpa de los griegos dónde reside?
Tienen razón cuando nos acusan de que en Grecia no se han aplicado muchas reformas prometidas. Pero hoy el país está hundido en una desgracia sin salida, sin perspectiva. La crisis se propaga de país en país, y la única terapia que se nos propone es más austeridad, más pobreza. Hay un límite a los recortes. Se necesita una nueva estrategia. Así no veo cómo puede sobrevivir el euro.
Los alemanes dicen que ya dan demasiado dinero
Pero de diez euros que recibimos nueve van para pagar la deuda. Hay que salir de la espiral de la recesión. Con una contracción de la economía del 9,5% el Estado no puede recaudar impuestos.
¿Está en peligro el estado del bienestar?
El sistema en que vivíamos ha llevado el estado del bienestar al colapso.
Muchos padres tememos que nuestros hijos vivirán peor que nosotros.
Mucho peor, sin duda. Griegos y españoles fuimos pueblos de emigración obrera. Ahora hay otro tipo de emigración: los emigrantes universitarios, con su título de licenciado y sin trabajo.
Por otro lado, mis padres vivieron la guerra de niños, luego la miseria de la posguerra, trabajaron toda su vida entre privaciones, y jamás se les pasó la idea del suicidio por la cabeza. Quizás nos estamos rindiendo demasiado pronto.
Es diferente. Mi generación y la anterior sabían cómo vivir en la pobreza. Los jóvenes caminan hacia una pobreza que desconocen. Es un camino a lo desconocido, que genera pánico. En la parada del autobús, un señor me comentó: “Dicen que estamos mal. Pero peor estábamos cuando yo iba al colegio sin zapatos”. Ese hombre sabe lo que es vivir en condiciones duras. No tiene miedo. Pero la situación es muy distinta para estos jóvenes a los que su familia les compraba un coche desde que aprobaban el examen de ingreso en la Universidad.
Un fenómeno nuevo es la aparición de los neofascistas de Amanecer Dorado, que se dedica a aterrorizar a los inmigrantes.
La mayoría de los que votaron por Amanecer Dorado e incluso muchos de los que votan a Syriza (izquierda radical) son jóvenes que están aterrorizados. Y uno hace locuras cuando está asustado. También hay que decir que en Grecia hay un problema de inmigración, y aquí nadie ha hecho nada. Así que vino Amanecer Dorado y cubrió ese vacío. Amanecer Dorado es un producto de la ineficiencia oficial.
En Europa muchos temen que una eventual victoria de Syriza desencadene una tormenta que acabe con el euro.
Un amigo periodista me comentó: «Tienes que desear la victoria de Syriza». Yo le dije tú estás loco. Y él me contestó: si gana, nos libramos de Samarás; y luego a Tsipras (líder de Syriza) se le cierran todas las puertas, así que también nos libramos de él. Lo cierto es que yo creo que hay algo de exagerado en el pánico que suscita Tsipras. Este no podrá gobernar solo. Tendría que pactar con partidos que no quieren ni oír hablar de la salida del euro. Y en todo caso, tengo la sensación de que el 6 de mayo la gente votó con rabia, pero que este domingo votará con miedo.
En su última novela el comisario Jaritos cambió su viejo coche Mirafiori por un Seat Ibiza. Y dice que lo hizo en solidaridad con los países del Sur.
Es indispensable la solidaridad entre los países del Sur. Esta crisis solo se podrá superar si hay solidaridad entre los que vivimos en el Sur. De lo contrario, vamos todos a la catástrofe. El Mediterráneo no son solo esas playas que muchos alemanes creen que son lugares paradisíacos para las vacaciones. Ellos solo ven las playas. Y no la cultura, la tradición que nos ha marcado a todos nosotros. Claro que en sentido contrario también podríamos decir que el Sur no entiende al Norte.
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