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El empeño por culminar el Brexit cueste lo que cueste une a los «tories»

El ministro de Finanzas del Gobierno de Boris Johnson, Sajid Javid, prometió subir el gasto público y bajar impuestos en caso de salida abrupta de la UE

Íñigo Gurruchaga

La Conferencia del Partido Conservador no será interrumpida para que su líder, Boris Johnson, tenga que regresar a Londres para resistir una moción de censura. El Partido Nacional Escocés (SNP) promovió el fin de semana una inminente moción. El laborista Jeremy Corbyn, a quien un sondeo interno pronosticaría la pérdida de 100 escaños, confirmó que presentará la moción si el primer ministro regresa de Bruselas en tres semanas sin acuerdo.

Esfumada la propaganda y desacreditadas las mentiras sobre un preacuerdo entre laboristas e independentistas, los simpatizantes del Grupo de Brujas, creado dentro del Partido Conservador para promover las ideas del discurso euroescéptico de Margaret Thatcher en la ciudad belga, en 1988, se reunían ya relajados en la caverna de un club de comedias con todos los asientos ocupados.

4.000 millones de libras

En la segunda jornada de la convención conservadora, el ministro de Finanzas británico, Sajid Javid, anunció una batería de medidas para paliar las consecuencias de un hipotético Brexit abrupto. Todas con un denominador común: incrementar el gasto público y bajar los impuestos. Para garantizar su programa, el ministro de Finanzas británico dice haber reservado 4.000 millones de libras este año para invertir en infraestructura, compensar las pérdidas en ayudas europeas a algunas regiones británicas y la propuesta estrella: subir el salario mínimo de las 8,21 libras por hora actuales hasta los 10,50 (11,8 euros) para 2024.

Además de las palabras de Javid, lo más aplaudido durante la reunión -uno de los muchos actos en los márgenes de la gran sala, donde se suceden discursos triunfalistas de ministros- fue la confirmación por el diputado Mark François del sondeo que ofrece una perpectiva terrible para los laboristas. Pero el optimismo de esta facción añeja del euroescepticismo tiene también otros motivos: la actitud decidida de Johnson, el sentimiento de que se aproxima la victoria.

Sir John Redwood fue director de la Unidad Política -materia gris en la oficina de los primeros ministros- en la época de Margaret Thatcher. Académico de la crema intelectual del All Souls College en Oxford, retratada en la novela de Javier Marías, «Todas las almas», comenzó sus palabras con sarcasmo hacia sus pares: «Lamento que algunos miembros de las élites bien educadas no parezcan comprender el significado del verbo “leave”(marcharse)».

Se quejó de las «vergonzosas amenazas» sobre carencia de alimentos o medicinas en caso de Brexit abrupto, mostró su convencimiento en que empresas y puertos europeos encontrarán vías de suministro para no perder su negocio, denunció «el caos que ha creado un Parlamento que no puede gobernar e intenta bloquear al Gobierno», la quiebra de su palabra por laboristas y conservadores elegidos en 2017 con programas que prometían el Brexit, con o sin acuerdo en el caso de los «tories’».

Quiero despertarme el día de Halloween (1 de noviembre) en un país libre

«Quiero despertarme el día de Halloween (1 de noviembre) en un país libre», dijo François, político de maneras fuertes, a quien sería injusto acusar de intelectual. Arlene Foster, líder del Partido Democrático Unionista (DUP), que mantuvo al Gobierno de Theresa May pero se opuso a su acuerdo de retirada, por incluir la salvaguardia irlandesa sobre la frontera, confía en Johnson y en su negociación.

«Quizás esto no guste a algunos asistentes a este acto», añadió, «pero nosotros queremos marcharnos con un acuerdo». ¿Cuál es el umbral para que lo acepte François? «¿Que nos hayamos marchado de la UE?», respondió, y Redwood cabeceó para confirmar su comunión. La tarea de estos «brexiters» de pura sangre es ahora ejecutar el resultado del referéndum de 2016, la voluntad de la población despreciada.

Terminaron los oradores y preguntaba la audiencia. La tragicomedia del Brexit se interpretaba en un auditorio subterráneo y por el gran Centro de Conferencias deambulaban miembros del partido. «David Cameron convocó el referéndum convencido de que iba a ganar y yo también lo creía, voté por la permanencia, pero aquí y en otros países hay una gran desconexión entre mucha gente y la nomenclatura», dice Robert Soden, de 68 años, londinense, exagente de exportaciones con gran experiencia internacional, también en España. «Tenemos que agruparnos y marcharnos con un acuerdo de asociación de mutuo beneficio, porque esto es horroroso para nosotros y para la UE».

Junto al puesto de los Jóvenes Conservadores, un estudiante de Derecho de 22 años, que prefiere no revelar su identidad. «Mira el eslógan de esta conferencia, “Get Brexit Done’(Terminar el Brexit); es lo que debemos hacer», afirma.

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