Egipto quiere evitar el contagio tunecino en las protestas del «Día de la ira»

Dirigentes de la oposición de los Hermanos Musulmanes y la población en general han sido advertidos de que “el aparato de seguridad se ocupará con firmeza de cualquier intento de violar la ley”, que en Egipto prohíbe las manifestaciones, a excepción de que sean autorizadas por el Gobierno.

En contra de las amenazas de represión, los Hermanos Musulmanes han animado a sus miembros a participar en las movilizaciones y en las páginas de Facebook ciudadanos anónimos proclaman que ha llegado “el principio del fin” . “Es el fin del silencio, la aquiescencia y la sumisión a lo que está sucediendo en nuestro país, será el comienzo de una nueva página en la historia de Egipto, una de activismo y de exigencia de nuestros derechos”, es uno de los mensajes que pueden leerse.

Muchos aseguran que saldrán a las calles provistos de “cámaras como armas para filmar a todos los policías que atacan a manifestantes pacíficos y todas las escenas de nuestras protestas para mostrarlas al mundo”.

Entre los blogueros , que se han convertido en los principales portavoces de las denuncias contra el presidente Hosni Mubarak , se concluye que la alerta suscitada hoy en Egipto es “la demostración de cuán asustado está el régimen de la gente” y se felicitan de que “gracias a nuestros hermanos tunecinos, han empezado a temernos más y más” .

La onda expansiva del derrocamiento de Ben Alí ya se ha hecho sentir con manifestaciones limitadas en Libia, Jordania, Yemen o Argelia , mientras que en ese último país, al igual que en Egipto o Mauritania se han registrado también suicidios a lo bonzo de ciudadanos desesperados por los excesos policiales y sus problemas laborales.

El pasado miércoles por la tarde, en el marco de un encuentro de la liga árabe en Sharm El-Sheij, su presidente, Amor Mussa, reconocía que “el alma árabe está roto por la pobreza, el desempleo y la recesión general” , al tiempo que constataba que “la revolución tunecina no está lejos de nosotros, la ciudadanía árabe ha entrado en un estado sin precedentes de miedo y frustración”.