El patrón de los disturbios en Londres: organización en Twitter y ataques por sorpresa

En menor escala, hubo desmanes y robos en otros barrios y también en la zona céntrica de Oxford Street . En medio de escenas de vandalismo, destrozo de negocios, robos y enfrentamientos con la policía hasta bien entrada la noche se produjeron más de 100 arrestos.

Los barrios de Enfield, Walthamstow y Waltham, Forest en el norte, y Brixton en el sur , tienen una cosa en común con Tottenham: albergan una mezcla de pobreza y marginalidad que convive con el consumo y los estándares de vida de la clase media de los barrios circundantes.

La chispa fue la muerte el jueves en medio de un operativo policial de Mark Duggan , de 29 años, taxista, padre de cuatro hijos. La protesta y las serias dudas sobre la versión policial del hecho abrieron una caja de Pandora de la que están saliendo reclamos sociales insatisfechos, bandas criminales organizadas y pescadores a río revuelto.

Los mensajes de texto y en las redes sociales como Twitter , célebres por su impacto en la revolución del mundo árabe, sirvieron para organizar grupos que salieron a aprovechar el caos. En el barrio de Enfield imágenes televisivas captaron a grupos que se concentraban en grandes tiendas así como en pequeños negocios para llevarse todo lo que podían.

Como el sábado por la noche, cadena de tiendas de productos electrónicos como Curry fueron blanco privilegiado de estos hechos, pero un recorrido por los puntos más calientes permitía ver que pequeñas farmacias o tiendas de barrio tenían los escaparates rotos y habían sido igualmente saqueados. Los patrulleros policiales fueron otro de los blancos predilectos . Unos 35 oficiales resultaron heridos en las dos noches de disturbios. Londres vio anoche un espectáculo poco frecuente: el uso de perros policía para la represión.

La policía aludió al f actor imitativo que tienen estos incidentes a los que calificó de «copycat». Si en Tottenham o Brixton el trasfondo social es evidente, la propagación de los incidentes a un barrio como Islington, más conocido por su próspera y sofisticada clase media, o en la zona de tiendas de Oxford Circus, habla de una repercusión en cadena multiplicada por la misma dinámica: organización grupal y ataque sorpresivo de centros comerciales.

El peligro de que esto se extienda esta misma noche a otras partes de Londres quedó claro por las primeras evidencias de que en Streatham, un barrio vecino de Brixton al sur de Londres, se registraron algunas escenas de vandalismo similares, aunque por el momento menores.

A un año de los Juegos Olímpicos, Kit Malthouse, alcalde en funciones hasta el regreso de Boris Jonson de vacaciones, señaló que era una señal terrible respecto a la capital. «Obviamente hay gente que quiere aprovechar esta oportunidad para robar, incendiar y crear el caos, sean anarquistas, bandas organizadas o jóvenes desatados», dijo Malthouse.

Mientras tanto la investigación sobre el origen cada vez más lejano de estos hechos –la muerte el jueves pasado de Mark Duggan– puede atizar más una situación que amenaza con volverse incontrolable. La escueta versión policial que había llegado a los medios, insinuaba un enfrentamiento y hablaba de una bala alojada en la radio del patrullero que había detenido el taxi que conducía Duggan. Según la versión que trascendió anoche esta bala era de las fuerzas policiales.

La investigación de la IPCC, la Comisión Independiente de Quejas de la Policía durará meses y generará suspicacias. La IPCC negó categóricamente que se pudiera tratar de un asesinato a sangre fría, pero su investigación será examinada con lupa.

El operativo formaba parte de la Operación Trident que investiga el creciente uso de armas de fuego en la comunidad afrocaribeña. El barrio de Tottenham tiene el más alto nivel de desempleo de Londres y una cultura de bandas armadas que ha crecido en las últimas tres décadas.

La condena de los hechos ha sido unánime a nivel político, pero mucho más dividida en las calles de los barrios afectados. Muchos vecinos se han quejado de la actuación policial, de la discriminación y de la marginalidad a que están condenados. Tottenham pertenece al ayuntamiento de Haringey que experimentó una caída en su presupuesto de 41 millones de libras desde el drástico ajuste presupuestario anunciado por el gobierno el año pasado.

Un capítulo clave del gasto social, los programas específicos para la juventud fueron rebanados en un 75%. Una política que procuró presentar un mensaje diferenciado, la diputada laborista por Hackney, Dianne Abott, señaló que no se puede ignorar este trasfondo. «Con recortes en los servicios y desempleo creciente, es difícil ver como zonas como Tottenham pueden resultar menos explosivas socialmente de lo que estamos viendo», señaló Abott.