El despliegue policial en Francia no logra evitar el incendio de 425 coches
La tradición de la violencia y los incendios de coches durante la Nochevieja de cada año no tienen ningún «pretexto» político ni social conocido
PARÍS. Francia vivió la Nochevieja en estado de excepción policial. La movilización de 25.000 policías no impidió el incendio de 425 vehículos, con incidentes en 267 ciudades. En los Campos Elíseos, 4.500 policías bien visibles y armados controlaban los accesos a la gran ... avenida nacional. Los helicópteros de la Gendarmería, armados y equipados con rayos infrarrojos, vigilaban los suburbios de París y las grandes ciudades, donde continuó creciendo la tradición del incendio de coches.
Francia es el único país industrial avanzado donde se ha consolidado la tradición de quemar coches en Nochevieja desde hace quince años. Tras la crisis de los suburbios, del mes de noviembre pasado, la más grave de las últimas décadas, cuando fue necesario decretar el estado de emergencia nacional para poner fin a una inquietante pesadilla de incendios, destrucciones y violencia suburbana, la última noche de San Silvestre ha confirmado la tendencia al agravamientode esa manifestación de crisis social de fondo: más represión, más incendios, en más ciudades de más departamentos de toda Francia.
En 2004 fueron movilizados 21.000 policías y se quemaron 333 automóviles en 132 ciudades, en toda Francia. Este año se movilizaron 25.000 policías y se han quemado 425 coches en 267 ciudades. Los grandes focos de tensión son la periferia de París y otras grandes ciudades, como Lyon y Estrasburgo.
La oposición socialista
La oposición socialista presenta cifras mucho más negras. El PS habla de una «violencia creciente e inquietante, cuando se dobla el número de vehículos incendiados, en toda Francia».
La tradición del incendio de coches, en Nochevieja, comenzó en 1981 -el año de la llegada al poder de François Mitterrand-, durante los legendarios disturbios de Vaux-en-Velin, en la periferia de Lyon. El movimiento alcanzó su punto álgido en 1997, en Estrasburgo.
Tras los veinte días de agitación, incendios y violencias del mes de noviembre pasado, el gobierno decidió tomar medidas policiales de excepción, paralelas al estado de emergencia decretado el 8 de noviembre pasado, que debe prolongarse hasta finales del mes de febrero próximo. A las medidas antiterroristas decretadas hace días (videovigilancia de lugares públicos, control sistemático de internet, etc.) y al toque de queda, a partir de las 10 de la noche, en muchas ciudades, se decidió incrementar el número de policías y fuerzas antidisturbios desplegadas a título preventivo en los lugares más emblemáticos de Francia, como la avenida de los Campos Elíseos.
La tradición de la violencia y los incendios de Nochevieja no tienen ningún «pretexto» político ni social conocido. Sociólogos, policías, educadores, analistas, coinciden masivamente en afirmar que se trata de un movimiento nihilista sin otra justificación conocida que el «rito iniciático», la ley de una selva urbana donde el más fuerte impone una violencia ciega contra el más débil, que vive en su propio barrio. La inmensa mayoría de los incendios se producen en barriadas pobres. Y los coches incendiados pertenecen a propietarios que no tienen dinero para pagarse una plaza de garaje.
Rituales de bandas
Tampoco existen «teóricos» de la crisis social y cultural que subyace bajo esa tierra baldía víctima de incendios y violencias sin sentido. Los policías estiman que las bandas más o menos organizadas de delincuentes comunes intentan «marcar» sus territorios de acción. Algunos sociólogos hablan de «rituales adolescentes»: se llega a la «madurez» y la «hombría» pegando fuego al coche del vecino.
Nadie da una dimensión religiosa o cultural particular a tales estallidos de violencia incendiaria, contra la que no puede gran cosa la represión policial profunda. A nadie se le oculta que tal tradición es otro síntoma, inquietante, de una crisis nacional de mucho calado, que tiene muchas otras manifestaciones políticas, culturales, religiosas y económicas, bien conocidas y denunciadas por los mejores especialistas.
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