Breivik: «Era bastante normal hasta 2006»
El asesino confeso de 77 personas en Noruega explica que «la debilidad de organizaciones comunistas como ETA es que tienen miedo a la muerte. No se atreven a hacer un ataque suicida»
EFE
Anders Behring Breivik , el fundamentalista de ultradechera acusado de acabar con la vida de 77 personas el 22 de julio en Noruega durante un atentado, ha afirmado durante la jornada del juicio de este viernes que hasta 2006 era una «persona agradable» ... que decidió controlar sus «emociones» y deshumanizarse para ejecutar la matanza
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El presunto asesino, ha continuado definiéndose a sí mismo como una persona normal, al menos hasta hace seis años. «Se podría decir que era bastante normal hasta 2006, cuando empecé a prepararme, cuando empecé a renunciar las emociones», ha explicado, además de añadir, «mucha gente me describirá como una persona agradable o simpática, un amigo de los amigos»
También dijo ser una persona «muy simpática»
También dijo ser una persona «muy simpática» y con emociones (ha revelado haber llorado en el entierro de un amigo). En relación a su vida personal, destacó que siempre ha tenido una «buena relación» con su madre y una vida social «normal», ya que, incluso en los años en los que se aisló, mantuvo contacto con sus amigos.
Sin embargo, Breivik ha determinado a su vez que tuvo que desligarse de la moralidad para poder cumplir su objetivo. «Llevé a cabo una estrategia de deshumanización para con aquellos a los que consideraba objetivos válidos hasta el punto de matarlos» ha explicado.
Pérdida de emociones
En referencia a este tema, el acusado ha asegurado que, desde hace aproximadamente seis años, utiliza una técnica de meditación japonesa que le permite anular su humanidad y emociones. Por ello, se ha calificado a sí mismo como un soldado «banzai» nipón en una acción suicida.
Haciendo coincidir sus palabras con las acciones, Breivik ha declarado que no se siente en absoluto culpable, aunque sí autor, de la matanza de hace unos meses. «No creo que hubiera podido estar en el juicio sin haber eliminado mis emociones. Si tuviese que intentar comprender el sufrimiento que he causado, no habría podido estar sentado aquí o vivir después del 22 de julio», ha afirmado
En este mismo sentido respondió también a uno de los representantes legales de las víctimas cuando este intentó hacerle sentirse culpable. «No es posible, me derrumbaría mentalmente, tendría que eliminar los escudos mentales que tengo» replicó.
Organizaciones terroristas
Durante su comparecencia, Breivik tuvo tiempo también para reiterar su admiración hacia organizaciones terroristas como Al Qaeda por su uso y mentalidad con respecto a los mártires.
Sin embargo, declaró que no ha estudiado únicamente la forma de actuar de esta organización, sino que ocuparon su tiempo a su vez los métodos de operar de grupos como el IRA o ETA, aunque éste último no le inspira una gran fascinación.
«La debilidad de organizaciones comunistas como ETA es que tienen miedo a la muerte. No se atreven a hacer un ataque suicida. No creen en la otra vida, esa es su mayor desventaja», explicó.
Multiculturalismo
A su vez, Breivik destacó, como ya había hecho anteriormente, que «todo» es responsabilidad suya, pero recalcó que no siente en absoluto culpable. Por contra, sentenció que este sentimiento debería recaer en los defensores del «multiculturalismo», los cuales, amenazan la existencia de los noruegos.
«Para mí, el 22 de julio no trata sobre los familiares o sobre mí, trata sobre el futuro de Noruega y de Europa», afirmó. En relación a este tema, el acusado abundó en algunas de sus ideas sobre el multiculturalismo, el que considera que está acabando, entre otras cosas, con los roles tradicionales «De repente, los niños tiene que calcetar y hacer la comida, y las mujeres van a manualidades», dijo.
Finalmente, explicó que si los medios noruegos no hubieran «censurado» las «revueltas islámicas» en Francia y en Suecia antes de las elecciones generales de 2009, la derecha populista habría ganado y accedido al poder, lo que se habría traducido en una línea más férrea en inmigración, «al nivel danés», con lo que él no habría actuado.
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