EE.UU. frustra un doble atentado en Washington «dirigido desde Irán»

En el atentado, posiblemente mediante el uso de explosivos en un restaurante, lo que habría provocado una matanza (se ha llegado a hablar del uso de un arma de destrucción masiva), estaba implicado directamente un mando de las fuerzas especiales de la Guardia Revolucionaria iraní, según desvelaron anoche en rueda de prensa el fiscal general estadounidense, Eric Holder, y el director del FBI, Robert Mueller. Teherán, por su parte, negó las acusaciones.

La acción, que tenía un presupuesto de 1,5 millones de dólares, contaba con la colaboración de un cártel mexicano, de acuerdo con la información facilitada por Holder y Mueller. Precisamente detalles aportados por un confidente de la Policía mexicana fueron decisivos para interceptar la operación. Los implicados iranís habrían contactado con un dirigente del clan de los Zetas , que por su parte habría informado a las autoridades de México.

La Fiscalía de Nueva York ha presentado cargos contra dos personas. Una de ellas es Manssor Arbabsiar, un ciudadano estadounidense de 56 años que también posee pasaporte iraní. La otra es Gholam Shakuri, miembro de las Quds, cuerpo especial de la Guardia Revolucionaria iraní.

El primero fue detenido en EE.UU. en septiembre y confesó su participación en la conspiración, pero el segundo abandonó el país antes de que el FBI pudiera deternerle. Las Quds han realizado anteriormente antentados contra las fuerzas de EE.UU. en Irak y Afganistán . Washington considera «extremadamente grave» que ahora planearan un ataque en suelo estadounidense.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, anunció que ha abierto consultas con otros países para «enviar el más duro mensaje a Irán para que termine este tipo de acciones que violan las leyes internacionales». Clinton llamó a «aislar» aún más a Teherán. EE.UU. está preparando la posibilidad de alguna acción en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aunque Clinton no especificó en qué términos.

Por su parte, Irán ha rechazado, a través de un colaborador cercano al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, estas acusaciones. «Este es un escenario fabricado para desviar la atención de los problemas de Estados Unidos», señaló a la AFP Ali Akbar Javanfekr.