La petición de un golpe militar se abre paso en las marchas contra Rousseff

La manifestación sin duda más multitudinaria fue la celebrada en São Paulo, donde un millón de personas colpasaron todo el centro de la capital en una de las marchas más multitudinarias que ha conocido esta ciudad.

En Brasilia, unas 50.000 personas caminaron desde la avenida de los ministerios hasta el Congreso. En Río de Janeiro, unos 20.000 manifestantes se reunieron frente a la playa de Copacabana, bajo una bandera gigante con la inscripción «Patria Amada» y numerosas pancartas que pedían «Intervención Militar Ya». Los manifestantes se dividieron entre los que pidieron la destitución de Rousseff a través de medios parlamentarios y los radicales que reclamaron una intervención militar, algunos incluso abogaron por una vuelta de la dictadura, aunque estos últimos eran minoría. El ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Miguel Rossetto, declaró que el Gobierno no está en contra de las protestas, pero subrayó que las peticiones de destitución en la calle son «golpismo». Hace apenas tres meses que Rousseff fue elegida en las urnas .

Una de las líderes de la oposición, la ex candidata presidencial Marina Silva, criticó la campaña por la destitución de Rousseff. «La presidenta fue elegida hace solo unos meses. Comprendo la indignación y la revuelta, pero no creo que esa sea la solución. El resultado puede que no sea el deseado regreso al orden, sino un mayor caos», afirmó. En las redes sociales, no obstante, donde se vivía una protesta paralela, la frase más usada era #MenosOdioMásDemocracia.

Las protestas se desarrollaron en al menos 65 ciudades de 17 estados. Incluso en Belo Horizonte, ciudad natal de Rousseff, unas 30 mil personas se concentraron en la Plaza de la Libertad para protestar. En el norte del país, tradicional bastión del PT, las manifestaciones fueron considerables en Recife, Fortaleza, Salvador de Bahía, Sergipe y San Luis de Maranhão.

Las pancartas de la manifestación protestaban en especial contra la corrupción, la subida del precio de la luz, los problemas en el suministro de agua y pedían «pena de muerte para ladrones y traficantes». Las principales consignas fueron «Fuera Dilma», «Fuera PT», y «Llévate a Dilma contigo».

Encerrada en el Palacio del Planalto con un gabinete de crisis, Rousseff pidió una reunión con sus principales ministros para evaluar las manifestaciones. Al contrario de lo que ocurrió en las protestas de 2013 , cuando la presidenta se dirigió a la nación nada más transcurrir la protesta, esta vez no se espera ningún nuevo mensaje de Rousseff.

Un discurso televisado pronunciado por la presidenta hace una semana con ocasión del Día de la Mujer provocó una indignada cacerolada que, a su vez, fue seguido por la convocatoria de las manifestaciones de protesta de ayer a través de las redes sociales. En su discurso, Rousseff admitió que hay corrupción, pero pidió el apoyo de todos frente a los ajustes económicos. Ahí se encendió la indignación.

Según informes internos del Gobierno, citados por el diario O Estado de São Paulo, los brasileños ya no están dispuestos a soportar tanta denuncia de corrupción y la caída del prestigio de Petrobras en un entorno de fuertes subidas de los precios y crisis económica. La estrategia para superar la situación, según el informe, debe ser lanzar de inmediato una «agenda de crecimiento».

A pesar de contar menos de tres meses de mandato, Rousseff está entrando en su quinto año de Gobierno y es identificada como uno de lo principales rostros de los doce años del PT en el poder . Su popularidad, que descendió casi 20 puntos, al 23 por ciento, en menos de dos meses, sigue en caída libre. Pocos mandatarios de Brasil han tenido una cota tan baja de apoyo social.