Indignación en Australia por que el terrorista islamista estuviera libre

El falso clérigo Man Haron Monis, de 50 años, irrumpió en el Lindt Chocolate Cafe de Martin Place a primera hora del lunes y tomó a 17 personas como rehenes. El asalto concluyó en la madrugada del martes, después de que la Policía irrumpiese en el establecimiento tras un supuesto tiroteo en el interior. Las autoridades han confirmado la muerte del asaltante y de dos de los rehenes: el encargado de la cafetería, Tori Johnson, y Katrina Dawson, abogada de profesión. Fuentes citadas por la cadena ABC han señalado que la Policís inició el asalto al escuchar los disparos que se habrían producido cuando Johnson intentó arrebatarle el arma al secuestrador al pensar que estaba dormido. La otra víctima, Katrina Dawson, murió al intentar proteger de las balas a una amiga embarazada.

Miles de personas acudieron ayer martes de forma espontánea a Martin Place para rendir homenaje, con flores y un libro de condolencias, a las víctimas de la tragedia. Las banderas de los edificios oficiales también han ondeado a media asta como señal de duelo.

El primer ministro australiano , Tony Abbott, también acudió a depositar flores al lugar, y recordó a las víctimas del «horrible» asalto. «Sídney ha sufrido el terrorismo por primera vez en más de 35 años», ha lamentado, al recordar un acontecimiento que pasará a la historia de Australia.

Abbott se preguntaba ayer ante la opinión pública por qué Man Haron Monis no estaba en ninguna lista del Gobierno de vigilancia terrorista a pesar de tener un largo historial criminal, de inestabilidad mental y una estrecha relación con el extremismo. De hecho, ha reconocido que «esa es la pregunta que nos hacemos todo los miembros de la Comisión de Seguridad Nacional».

«Había enviado cartas ofensivas a las familias de los soldados australianos muertos en Afganistán y fue declarado culpable por ello. También había publicado material gráfico extremista en internet», añadió el jefe de Gobierno. Y por ello, Abbott ha considerado que «claramente hay lecciones que aprender» ante lo ocurrido. Aun así, destacó que incluso si el clérigo, al que definió como un «individuo enfermo y perturbado», hubiese estado bajo vigilancia las 24 horas del día, la tragedia no se podría haber evitado.