El prestigio del Elíseo se desmorona tras la última filtración del entorno de Hollande contra Sarkozy

Cansado el público de dos largas temporadas de vodevil sexy (entre 2012 y 2014), el mismo palacio del Elíseo ha ganado un puesto no menos glorioso como escena donde se representan con mucho éxito sucesivos dramones políticos, esperpénticos. Hace apenas unas semanas, Aquilino Morelle, el primero de los consejeros políticos de Hollande, durante un tiempo, presentó su renuncia. El hijo de emigrantes españoles, instalado a dos pasos de los antiguos aposentos de Eugenia de Montijo -granadina, esposa de Napoleón III, la última emperatriz de Francia-, se vio forzado a dimitir tras el estallido de un escándalo que Morelle considera como un “ajuste de cuentas”.

El nuevo y mucho más sórdido escándalo Jouyet–Fillon ha transformado los salones palaciegos del Elíseo en una escena de esperpento político.

De entrada, pudo pensarse que François Fillon -ex ministro de Sarkozy- había pedido a Hollande que acelerase la persecución judicial del ex presidente conservador. Las penúltimas versiones del escándalo sugieren que, en verdad, Jean-Pierre Jouyet, secretario general del Elíseo, se comportó como un "bocazas” dando a dos periodistas de Le Monde una versión más o menos falsa, peregrina o aventurada de las confidencias que pudo hacerle Fillon durante una comida celebrada el 24 de junio pasado.

Acosado por la instrucción de varios escándalos, Sarkozy se convierte automáticamente en acusador: “Los socialistas hacen correr ríos de lodo y basura”. Lodo que mana del Elíseo, en esta ocasión. “Cuando los escándalos de la derecha son una trama para el Elíseo”, titula Le Monde, con cierto laconismo. El presidente Hollande debe soportar los chuzos de punta que caen sobre el Elíseo, cuyos salones y pasillos se han convertido en escena de esperpento político, por donde circulan a toda hora del día y de la noche personajes embozados que utilizan la lengua con la malevolencia de las navajas tabernarias.