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entrevista a hu jia, disidente chino

«Es necesario ocupar las calles para presionar al Partido Comunista»

Permanentemente vigilado y acosado, Hu Jia, uno de los disidentes más combativos de China, analiza las protestas de Hong Kong y la falta de libertad en su país

«Es necesario ocupar las calles para presionar al Partido Comunista» pablo m. díez

pablo m. díez

Con los caracteres en mandarín de «paz» y «amor», el célebre disidente chino Hu Jia lleva una camiseta negra del movimiento democrático «Occupy Central» (Ocupar Central) de Hong Kong, donde ayer estallaron protestas multitudinarias contra el autoritario régimen de Pekín. Constantemente vigilado por la Policía, es la forma particular que tiene este activista, uno de los más combativos y perseguidos de China, de apoyar las manifestaciones en la excolonia británica exigiendo el sufragio universal y la libre presentación de candidatos en las elecciones previstas para 2017.

- ¿Qué ocurrirá en Hong Kong, que está reivindicando ahora su democracia?

- Debido a la fuerte presión social, creo que en 2017 habrá sufragio universal en Hong Kong. Espero que esta movilización influya para que haya más libertad en China. Pero es necesario ocupar las calles y plazas para presionar al Partido Comunista, animando a la gente a reivindicar la democracia en este país.

- ¿Verá usted la democracia en China o habrá que esperar a que la generación de su hija, que tiene ya 6 años, sea la primera en libertad?

- Por supuesto que habrá democracia en mi generación. A partir de 2008, ha habido muchos cambios en China hasta la subida de Xi Jinping. Desde que se hizo con el poder, ha habido un retroceso porque está acumulando poder. Pero la presión del pueblo chino sobre el Gobierno es cada vez más fuerte. En los años pasados, el Partido Comunista podía mentir al pueblo, sobre todo el Ministerio de Propaganda porque publicaba periódicos y revistas para adoctrinar a la gente. Aunque el régimen sigue recurriendo a sus altavoces, su mensaje es muy criticado en internet y redes sociales como Weibo. Por mucho que gaste el régimen en el Ejército, no podrá detener el cambio.

- ¿Pero está China preparada para una democracia?

- Todos los países, como le pasó a España tras la muerte de Franco, necesitan tiempo para que la democracia madure. China salió del semicolonialismo tras la Segunda Guerra Mundial y ha vivido bajo la dictadura. Aún necesita tiempo, pero debe iniciar este proceso. El problema es que el Partido Comunista controla a los chinos con la propaganda de la televisión estatal CCTV, la Policía y el Ejército, que aplastó las protestas de Tiananmen en 1989.

- A pesar de esta represión, ¿qué cambios están trayendo las nuevas tecnologías y las redes sociales en internet?

- En China todavía no hay manera de cambiar la mentalidad de los jóvenes porque el Partido Comunista controla todos los recursos, empezando por la seguridad. Para cambiar la mentalidad de la gente hace falta más participación. Internet es un regalo divino y una herramienta muy eficiente porque todas las noticias se pueden difundir rápidamente. A partir de 2008 empezaron los microblogs, que animan a mucha gente a hacer comentarios en internet. Pero, para que haya un cambio político en China, hace falta libertad de prensa y que los jóvenes se movilicen como lo hicieron los universitarios en 1989.

- ¿Cuál es el mayor problema de China?

- La dictadura del Partido Comunista, que lleva muchos años controlando el país y no hay ninguna fuerza política que pueda supervisarlo. Este monopolio genera mucha corrupción y da lugar a numerosas injusticias.

- ¿Ha visto diferencias tras la subida al poder del nuevo presidente, Xi Jinping?

- El padre de Xi era un héroe revolucionario que participó en la Larga Marcha, mientras que Hu tiene un origen familiar distinto. China vuelve a estar ahora bajo un descendiente del Partido Comunista. Comparado con Hu Jintao, un tecnócrata gris, Xi Jinping tiene la sangre roja del Partido. Aunque no tiene tanto carisma como Mao Zedong o Deng Xiaoping, los supera en ambición y atesora todo el poder: es un nuevo emperador en China.

- ¿Qué piensa de la campaña anticorrupción emprendida por el presidente Xi Jinping y la lucha de poder desatada?

- Es solo una excusa para eliminar a sus rivales en el Partido Comunista. Su objetivo es acabar con la influencia de Zhou Yongkang, exresponsable de Seguridad, y de Bo Xilai (gerifalte en la cárcel por corrupción cuya esposa fue condenada por asesinar a su socio británico), que vienen de la camarilla de Jiang Zemin. Zhou Yongkang tiene ahora problemas porque intentó un golpe de Estado contra Xi Jinping.

- ¿Cuál es su situación actual?

- Estoy más o menos libre, pero la Policía sigue vigilando la puerta de mi domicilio y mi teléfono está intervenido y localizado por el GPS. Hoy, cuando me he marchado, el agente no me ha retenido porque pensaba que iba a dar un paseo. Debido al 25 aniversario de la matanza de Tiananmen en junio, la represión sobre los activistas se ha endurecido con respecto a 2013. Además de la condena que cumplí en prisión por «incitar a la subversión contra el Estado», no tengo libertad porque llevo sin pasaporte desde hace ocho años. Por decir todo esto, quizás me detengan de nuevo, pero no tengo miedo.

Agredido tras la entrevista con ABC

A Hu Jia le partieron la cara horas después de esta entrevista. En plena calle, unos desconocidos le asaltaron y agredieron. Quizás porque no les gustó su camiseta, que reivindicaba al movimiento democrático de Hong Kong «Occupy Central». O quizás porque a «alguien» le molestó que, nada más concluir su último arresto domiciliario, se reuniera con un medio extranjero como ABC para denunciar la falta de libertades en China. Cerca de su apartamento, al este de Pekín en el distrito de Tongzhou, hablamos con él en la segunda planta de una cafetería, en un rincón a salvo de miradas indiscretas. Junto a los tres años y medio que pasó en la cárcel, que le han causado una hepatitis, y los frecuentes confinamientos en su casa, es el precio que ha de pagar por pensar de forma diferente al autoritario régimen de Pekín. Al mismo nivel que el encarcelado Nobel de la Paz Liu Xiaobo y el artista Ai Weiwei, Hu Jia es uno de los disidentes más combativos de China, como prueba el premio Sajarov que el Parlamento Europeo le concedió en 2008. A sus 41 años, este hombre menudo y con cara de niño tiene la fuerza, al menos moral, de un gigante: la que le dan sus profundas convicciones políticas en pos de la democracia, la libertad y los derechos humanos en China.

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