¿Por qué se alegra la izquierda francesa del regreso de Sarkozy?
El Partido Socialista francés confía en que el expresidente se lleve alguna de las críticas que ahora recaen exclusivamente en el presidente Hollande
¿Por qué se alegra la izquierda francesa del regreso de Sarkozy?
El regreso a la arena política del ex presidente Sarkozy, considerado por muchos como líder natural de la derecha francesa, ha levantado abundantes comentarios de satisfacción en las filas de la izquierda gala. ¿A qué se debe la alegría del partido socialista en el poder, ... cuando el presidente Hollande ha tocado otro mínimo histórico de popularidad, el 13 por ciento?
En primer lugar a que muchos, en el seno del Partido Socialista Francés (PSF), consideran que la reaparición de un líder al frente de la maltrecha unión de la derecha ayudará a que se repartan las críticas que los ciudadanos concentran hoy en el gobierno y en la presidencia de la república. Esa condición de pararrayo alternativo viene además facilitada por el hecho de que el electorado francés mantiene frescas las promesas que en su día también hizo Sarkozy como presidente, y no cumplió. Hay una corriente de “sarkofobia” en la sociedad francesa (instalada sobre todo en la izquierda) que Hollande y compañeros mártires quieren explotar.
En segundo lugar, hay mentes bienpensantes en el partido socialista -léase el primer ministro Valls, entre otros- que estiman que un rival de la categoría de Nicolas Sarkozy será capaz de sacar lo mejor de Hollande, en el debate público que sin duda va a relanzarse entre los dos gallos de la república gala. Dada la desazón que cunde por la falta de pegada de Hollande -quintaesencia para muchos del pensamiento débil-, el regreso del hiperactivo y fogoso Sarkozy puede espolear la aparición en la izquierda de un candidato más a su altura, de aquí a las presidenciales de 2017.
Existe, además, la vaga esperanza de que Sarkozy acabe enfangado en alguna de las siete causas judiciales que han incoado una docena de jueces, por denuncias de corrupción política. Hasta ahora ese frente solo ha servido para enardecer al político conservador y acelerar su retorno a la primera línea de batalla.
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