Cameron intenta calmar a sus diputados críticos con las cesiones a Escocia
El primer ministro responde a Salmond que cumplirá con su promesa de dar más poderes a Escocia, pese a que irrita a un sector de los tories
luis ventoso
Apagado el volcán de Escocia, sigue corriendo su lava hacia Londres. David Cameron intenta sofocar un conato de rebelión de diputados de su partido, contrarios a la entrega de más poderes a Escocia en materia fiscal y de ayudas sociales. En la penúltima semana de ... la campaña del referéndum, cuando parecía que Salmond podía ganar su apuesta, el primer ministro pactó con liberales y laboristas una oferta de última hora para los escoceses: si finalmente votaban “no” al separatismo, serían premiados con más competencias. Fue una propuesta muy precipitada, fraguada de manera opaca y presentada por el ex premier laborista Gordon Brown, que hasta entonces habitaba en la penumbra tras haber perdido contra Cameron las elecciones del 2010.
Importantes barones del Partido Conservador ya no se privan de criticar en público las concesiones federales de su jefe de filas, que tildan de “decisión desgraciada”, tomada en un momento de “pánico”. David Davis, que en su día aspiró a ser el líder de los tories, ha calificado de "vergonzosa" la devolución de poderes a Escocia. El relevante diputado Owen Paterson ha lamentado que no se informase previamente a la mayoría parlamentaria. Boris Johnson, el alcalde de Londres, habla de una iniciativa “ligeramente temeraria”. Cameron, consciente de que hay fuego en la cocina, se reunirá hoy con la crema de su formación en su residencia campestre de Chequers, en las afueras de Londres, para intentar serenar los ánimos.
Para intentar opacar su entreguismo en Escocia, el primer ministros ha propuesto que haya más poderes también para Inglaterra. Consistirían en que tan solo los diputados ingleses podrían votar en las leyes que atañen exclusivamente a Inglaterra, dejando a los parlamentarios escoceses fuera de los asuntos ingleses. A los laboristas no les agrada, porque tienen su fuerza en Escocia y dejarían de pesar en Inglaterra. Su líder, Ed Miliband, volvió ayer a dar largas a la profunda reforma constitucional que se ha sacado Cameron de la chistera para tapar las heridas escocesas. Miliband acepta una reforma del andamiaje institucional, pero no con los ritmos de urgencia del premier: “Nos hemos pasado dos años [en la campaña del referéndum] tratando de mantener al país unido. Tengamos una adecuada convención constitucional. Analicemos estas cosas. Pero no forcemos a que el país se divida porque Cameron piensa que tiene oportunidad de hacerlo”, explicó el líder laborista.
Ironías y reticencias
Mientras tanto, derrotado y camino ya de los libros de historia, Alex Salmond, todavía primer ministro de Escocia hasta noviembre, sigue enredando y acusó ayer a Cameron y a los partidos de Westminster de haber engañado a los escoceses: “No estoy nada sorprendido de que estén haciendo objeciones y renegando sobre sus promesas. Solo estoy sorprendido por la velocidad con lo que lo están haciendo”, comentó con ironía.
Un portavoz del Downing Street le respondió que la promesa se cumplirá y que el hecho de que se estudien más poderes también para Inglaterra no detendrá el traspaso federal a Escocia: “Una cosa no condiciona la otra”.
Las alianzas conyunturales entre conservadores y laboristas, trenzadas para salvar la Unión, empiezan a saltar por los aires pasada la tregua de la emergencia nacional. Alistair Darling, ex ministros de Blair y Brown y portavoz de la plataforma Mejor Unidos durante la campaña, criticó ayer a Cameron por levantar la bandera del agravio escocés, conocido en el Reino Unido como “la cuestión de West Lothian”: “La entrega de poderes a Escocia no debería ir en paralelo al debate del resto del país”. El mecano de 307 años comienza a desencajarse.
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