Ejército Nazi

El último viaje del submarino alemán U-166 hasta el fondo del Golfo de México

Un equipo dirigido por el oceanógrafo Robert Ballard ha tomado extraordinarias fotografías en alta resolución del pecio

El último viaje del submarino alemán U-166 hasta el fondo del Golfo de México Ocean Exploration Trust

UNAI Mezcua

La Segunda Guerra Mundial se libró en los fríos campos de Rusia Occidental, en las playas de Normandía, en el lejano Pacífico y en los desiertos abrasadores del Norte de África. Esos fueron los teatros de operaciones más recordados, pero la contienda también llegó ... a otros lugares mucho menos conocidos, incluyendo las mismísimas puertas de los Estados Unidos continentales. (Vea aquí una fotogalería con las espectaculares imágenes de la exploración).

La prueba de que las tropas de Adolf Hitler llegaron a pocos kilómetros de la costa estadounidense yace a 1.500 metros bajo las aguas del Golfo de México. Se trata del casco del U-166, un majestuoso submarino (U-Boot) alemán hundido en julio de 1942 con su tripulación de 52 marineros a bordo. Esta semana, un equipo dirigido por el oceanógrafo Robert Ballard , director del Centro de Exploración Oceánica de la Universidad de Rhode Island, ha logrado obtener todo un catálogo de imágenes en alta definición del pecio, que muestran los evocadores restos de un arma que otrora fue letal y altamente efectiva.

Durante la Segunda Guerra Mundial los submarinos alemanes de la Kriegsmarine lograron hundir más de cincuenta barcos en aguas del Golfo de México, con un balance muy poco favorecedor para los norteamericanos, que únicamente consiguieron hundir un buque enemigo: el U-166.

Según explican a ABC.es fuentes cercanas a su equipo, Ballard, conocido por sus exploraciones de los naufragios del Titanic, Bismarck y Lusitania, ha vuelto a visitar el buque, que descubrió en 2001, para documentar adecuadamente sus restos... y de sus víctimas.

Un servicio corto pero letal

Ordenado en septiembre de 1939 y construido en los astilleros de Seebeckwerft, en Wesermünde (Bremerhaven), el U-166 tuvo una vida corta pero intensa. Su primer viaje, en mayo de 1942, le llevó hasta el puerto de Kiel, en Noruega, desde donde rodeó las Islas Británicas sin novedades de interés. No ocurrió lo mismo en su segunda salida, que le llevó desde Lorient, en Francia, hasta el Golfo de México, donde se convirtió en un cazador implacable.

El 11 de julio de 1942 el U-166 se cobró su primera víctima : el velero dominicano «Carmen». Dos días después le seguiría el mercante «Oneida» y apenas tres días más tarde el pesquero «Gertrude», ambos de bandera norteamericana. Entonces la suerte del submarino cambió: pasó los siguientes quince días sin lograr una presa confirmada. Hasta que avistó al Robert E. Lee.

Nadie volvió a tener noticias del submarino hasta 2001El mercante de vapor Robert E. Lee, con un tonelaje de 5,184, era la mayor presa a la que se había enfrentado hasta el momento. El U-166 logró torpedearlo y hundirlo, provocando la muerte a 25 de sus pasajeros, pero sería lo último que hiciera. Tras el ataque, el patrullero estadounidense PC-566, que servía de escolta del mercante, lanzó varias cargas de profundidad. Nadie volvió a tener noticias del submarino hasta 2001, cuando el equipo de Ballard logró localizar los restos a setenta kilómetros del delta del río Misisipi. El pecio, sin embargo, no había sido documentado adecuadamente hasta esta semana.

«Se ha procedido a realizar un mapeado en 3-D de los restos para analizarlos detalladamente», explican desde la Ocean Exploration Trust , la organización fundada en 2008 por Ballard para explorar el fondo oceánico. Desde el E. V. Nautilus, el barco de 64 metros que le sirve como base, el equipo del oceanógrafo estudiará hasta octubre no solo los restos del U-166, sino también del Robert E. Lee —que dista dos millas náuticas (casi cuatro kilómetros) del submarino— del Gulfpenn, Gulfoil y SS Alcoa Puritan, todos ellos barcos norteamericanos hundidos durante la Segunda Guerra Mundial.

En la actualidad, los restos del U-166, que aún guardan los 52 cadáveres de su tripulación, no pueden ser explorados sin permiso al estar catalogados como cementerio de guerra. Es, sin embargo, un cementerio lleno de vida: a solo unos pocos cientos de metros de él, la expedición de Ballard aprovechó para tomar muestras de mejillones con los que estudiar la relación simbiótica entre estos animales y las bacterias que se alimentan del metano de las profundidades. Es ley de vida.

El último viaje del submarino alemán U-166 hasta el fondo del Golfo de México

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