Nigeria tiñe de incertidumbre el secuestro de sus 200 jóvenes mientras continúa la sangría
Desde el pasado 14 de abril, fecha del secuestro de las niñas, al menos 450 personas han perdido la vida en el país africano en ataques protagonizados por Boko Haram
EDUARDO S. MOLANO
Cumplido ya mes y medio del secuestro de más de 200 estudiantes al noreste de Nigeria por parte de la milicia islamista de Boko Haram, la incertidumbre y el debate se abren en la cúpula política del país africano sobre los futuros pasos a seguir. ... Más aún, después de que el jefe de la Fuerza Aérea, Alex Badeh, asegurara haber localizado a las niñas secuestradas , pese a descartar una intervención armada por motivos de seguridad.
En este sentido, el sector que se ha posicionado de forma más clara en la necesidad de establecer un diálogo es el liderado por el expresidente Olusegun Obasanjo, quien, en los últimos días, se ha reunido con familiares de miembros del grupo terrorista. Precisamente, en septiembre de 2011, el exmandatario había viajado a la capital del Estado de Borno, Maiduguri, enclave donde opera Boko Haram, para entrevistarse con parientes del fundador del grupo radical, Mohamed Yusuf, tras el ataque a la sede de Naciones Unidas en la capital nigeriana, Abuya.
Otros, sin embargo, no parecen apostar de forma tan optimista por el diálogo. Sobre todo, después de que Boko Haram haya dinamitado el proceso: desde el pasado 14 de abril, fecha del secuestro de las jóvenes, al menos 450 personas han perdido la vida en Nigeria en ataques protagonizados por el grupo radical.
Primero, el ministro local de Asuntos Especiales de la Presidencia, Alhaji Tanimu Turaki, aseguró que el Gobierno de Abuya se encontraba «preparado» para entablar un diálogo con la milicia islamista. Para Turaki, quien lidera un comité lanzado por el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, para abrir vías de reconciliación con Boko Haram, si las intenciones de la milicia islamista eran sinceras, su líder, Abubakar Shekau, debía enviar a gente de confianza para entablar negociaciones. No obstante, el titular de Interior, Abba Moro, rechazó cualquier tipo de acuerdo futuro, al manifestar que era «absurdo» que un «grupo terrorista» tratara de establecer sus propias demandas. Una posición que parece compartida por el presidente del país.
Experiencias pasadas
Históricamente, las negociaciones entre la milicia y el Gobierno de Nigeria siempre han caminado por el alambre del desastre.
Ya en noviembre de 2012, el grupo armado había establecido sus primeras demandas para iniciar conversaciones de paz con el Ejecutivo y poner así fin a una sangría humana que, entonces, ya amenazaba la estabilidad del país africano.
Entre las principales reclamaciones del grupo rebelde se encontraba que ambas partes se trasladaran a Arabia Saudí para desarrollar el armisticio, que el exmandatario Muhammadu Buhari se involucrara en el proceso, así como la detención inmediata de Ali Modu Sheriff, exgobernador local (y acusado de ser la mano negra detrás del grupo en sus comienzos).
A su vez, a mediados del pasado año, Boko Haram rechazó la idea de una amnistía contra sus miembros por parte del Gobierno de Nigeria, a quien acusó de cometer «atrocidades» contra la comunidad musulmana.
En aquel entonces, el presidente nigeriano apostó por la creación de un equipo de expertos para valorar la viabilidad de un perdón público al grupo islamista. Sin embargo, y a pesar de los más de 5.000 muertos ocasionados por los rebeldes, la milicia prefiere optar por el victimismo.
«Sorprendentemente, el Gobierno nigeriano habla de otorgarnos una amnistía. ¿Qué mal hemos hecho? Por el contrario, somos nosotros los que deberíamos dar el perdón», aseguró entonces en un comunicado Abubakar Shekau, el enigmático líder de la milicia.
Mientras, la intervención militar, a día de hoy, no parece factible. Aquí la experiencia es un grado. En 2012, el intento de liberación de dos rehenes de nacionalidad británica e italiana en el Estado de Sokoto (en esta región reside Alhaji Muhammad Sa’ad Abubakar, considerado el líder espiritual del Islam en Nigeria) provocó la muerte de ambos secuestrados.
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