Hollande se hunde en los sondeos y da alas al antieuropeísmo de Le Pen
Un 54% de los franceses creen que el euro tiene más incovenientes que ventajas, y solo un 39% consideran que pertenecer a la UE es bueno para el país
Juan P. Quiñonero
La Francia de François Hollande se ha encerrado en un nacionalismo ultra cuyos rostros más llamativos son la ascensión del Frente Nacional (FN, extrema derecha), un miedo pavoroso a la globalización y el hundimiento del europeísmo de los años de gloria nacional, cuando el crecimiento ... cero se ha convertido en una trampa asfixiante para el jefe del Estado y la sociedad .
Por vez primera en la historia, el Frente Nacional (FN, extrema derecha) de Jean-Marie y Marine Le Pen se cotiza como el primer partido de Francia, con más intenciones de voto que la UMP de Nicolas Sarkozy y el PS de François Hollande.
Se trata de un pálido reflejo del estado moral de Francia, cuando el presidente de la República se ha convertido en el jefe del Estado más impopular de la historia de la V República.
Con un 22% de intención de voto, el FN se beneficia del desencanto de los electores más modestos (obreros, clases sociales más desfavorecidas), el rechazo de las clases medias que han retrocedido socialmente y la incertidumbre de los electores tradicionales, que perciben con la más extrema inquietud los problemas nacionales y europeos: inmigración, multiculturalidad, cosmopolistismo amenazante para los valores tradicionales.
Durante cinco décadas, mientras Francia fue uno de los motores de la construcción política de Europa, los franceses fueron europeos fervientes, grandes creyentes en las virtudes de la UE y de las políticas europeas que financiaban la prosperidad nacional, como ocurrió durante muchas décadas con la Política Agraria Común (PAC).
A Hollande le cabe la incierta gloria de liderar el desapego de los franceses hacia Europa. Según los más recientes sondeos publicados por «Le Figaro», «Le Monde», «Le Nouvel Observateur», la extrema derecha solo es el movimiento que canaliza y se beneficia del desencanto francés hacia Europa. Apenas un 39% de los franceses dicen que Europa es algo «bueno», cuando un 22% piensan que la UE es algo nocivo para los intereses de Francia. Un 54% de los franceses afirman que el euro, la moneda única, «tiene más inconvenientes que ventajas». La extrema derecha se ha limitado a montarse en la ola del euroescepticismo emergente, en una Francia que contempla atónita el desmantelamiento de su antigua gran industria.
El semanario «Le Nouvel Observateur» ha puesto el grito en el cielo afirmando que el tejido industrial francés atraviesa una crisis mortal, víctima de la falta de competitividad y la presión fiscal. Varios analistas financieros han subrayado el mismo proceso: grandes grupos franceses prefieren deslocalizar su dirección, instalándose en Europa o EE.UU. para intentar escapar a la crisis nacional.
Los extremos, hostiles
Según todos los estudios sociológicos, los franceses continúan creyendo en las virtudes históricas de la construcción política de Europa, como factor de paz y prosperidad. Sin embargo, en la práctica, la extrema derecha y la extrema izquierda canalizan profundas corrientes de opinión hostiles a Europa y la construcción política europea.
Durante muchas décadas, Francia fue la gran beneficiaria de la Política Agraria Común (PAC), cuando los agricultores, muy conservadores, eran la primera fuerza electoral de la nación. Los recortes de la PAC han coincidido con el retroceso demográfico de los agricultores, suplantados por los funcionarios como primera fuerza electoral. Con un crecimiento cero, los agricultores se consideran víctimas; y los funcionarios contemplan con pavor la congelación de sus salarios e ingresos. Por vez primera desde hace varias décadas, el poder adquisitivo de las familias francesas retrocedió el año pasado. Los franceses se consideran víctimas del mal gobierno nacional y del mal gobierno europeo.
Y ese euroescepticismo creciente se traduce en sentimientos de hostilidad hacia Europa, acompañados de un profundo repliegue nacionalista. Un 63% de los franceses piensan que la UE utiliza muy mal el dinero de los contribuyentes. Un 51% de los ciudadanos piensan que Europa «agrava» la crisis. Un 38% de los franceses afirman que la UE «es motivo de inquietud».
Europa, «adieu!»
Valery Giscard d’Estaing, expresidente de la República, elegido el 19 de mayo de 1974, estima que Francia atraviesa una fase de crisis y angustia. Y teme percibir síntomas de «decadencia». El último presupuesto equilibrado de Francia data de la presidencia Giscard (1974-1981). Desde entonces, todos sus sucesores han gobernado recurriendo a la droga dura de la deuda soberana.
Mitterrand provocó una crisis grave con su programa de «ruptura con el capitalismo y construcción del socialismo a la francesa». Chirac fue incapaz de cumplir ninguno de los compromisos europeos de Francia. Sarkozy prometió la «ruptura» con el inmovilismo de izquierdas (Mitterrand) y el inmovilismo de derechas (Chirac). Hollande prometió «cambiar el rumbo» del modelo económico europeo, «con más crecimiento y menos austeridad». Seis meses más tarde, Hollande firmó el Pacto fiscal europeo: pero Francia sigue sin cumplir sus compromisos contraídos con Bruselas. Peor: Francia está pasando del estancamiento al retroceso económico.
Las previsiones de la OCDE y la Unión Europea anuncian para el país menos crecimiento y peores resultados que sus vecinos. Y los franceses viven con verdadera angustia ese retroceso nacional.
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