FILIPINAS

Lo que el tifón «Yolanda» se llevó

Seis meses después de la catástrofe que arrasó el centro de Filipinas, miles de damnificados siguen en refugios temporales

Lo que el tifón «Yolanda» se llevó PABLO M. DÍEZ

pablo m. díez

Seis meses después de que el tifón «Yolanda» («Haiyan») arrasara el centro y sur de Filipinas, media docena de cargueros de más de 200 toneladas siguen varados en la costa de Tacloban, la «zona cero» de esta catástrofe que se cobró unos 8.000 muertos ... y desaparecidos. Alrededor de dichos barcos ya han proliferado cientos de nuevas chabolas levantadas con los tablones y chapas de las antiguas, a pesar de que una nueva ley prohibirá construir a menos de 40 metros del mar para impedir otra tragedia similar cuando vuelva la temporada de los tifones.

Además de devastar las islas de Leyte y Sámar, en el centro del archipiélago filipino, «Yolanda» dejó a cuatro millones de personas sin hogar. Sus casas quedaron destruidas por vientos de hasta 310 kilómetros por hora o por la subida de la marea, que barrió las costas como si fuera un tsunami. La ONU calcula que este año necesita 584 millones de euros para proporcionar comida, agua, refugio y asistencia médica a los 14 millones de damnificados que, en total, dejó la catástrofe.

Según el Ayuntamiento de Tacloban , 12.000 familias siguen viviendo en zonas inundables a menos de 40 metros del mar y otras 3.000 en tiendas de campaña, mientras que 4.000 personas continúan ocupando refugios temporales. Es el caso de Decerie Quinabato, una joven de 24 años que desde principios de marzo ha sido realojada junto a su marido, Ronie Dinali, de 20; su hermana Teoralyn, de 23, y su prima Grace Macabasay, de 25, en un complejo de casas prefabricadas de madera en Calanipawan, a las afueras de la ciudad.

La familia perdió a dos de sus tíos en el tifón, cuyos cuerpos aún no han sido recuperados. «Antes vivíamos en el “barangay” (barrio) 61, pero los fuertes vientos se llevaron nuestra casa. Y mi esposo, que era pescador, se quedó sin trabajo cuando el agua destruyó los barcos y arrasó las lonjas. Ahora se gana la vida conduciendo un triciclo», explica a ABC Decerie. Junto a otras 600 familias, fue evacuada durante el tifón al polideportivo Astrodome, que se inundó por hallarse en primera línea de playa. Hacinados y en condiciones insalubres, allí han resistido los refugiados hasta que han podido ocupar unos albergues temporales donde, en teoría, pasarán entre medio y un año.

«Seis meses después, hemos hecho grandes progresos, pero solo la resistencia del espíritu filipino no será suficiente. Hace falta asegurar las infraestructuras médicas, la salud universal para todos y las inversiones continuadas», advierte en un comunicado la doctora Julie Hall, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en este país. Además de coordinar a los 150 equipos médicos extranjeros que acudieron en ayuda de Filipinas tras la catástrofe, la OMS ha reparado 582 instalaciones médicas que resultaron dañadas y atendido a cientos de miles de damnificados. Para los próximos tres meses, recordó la doctora Hall, «necesitamos instalaciones limpias y seguras para los 70.000 nacimientos que esperamos, así como para aquellas personas que sufren enfermedades como diabetes, cáncer y tuberculosis, y cuyo estado se ha agravado». Junto a estos problemas, la OMS alerta de un repunte de enfermedades mentales ahora que la población empieza a asumir la magnitud de la catástrofe y la pérdida de sus seres queridos.

Las principales necesidades

Presente desde el cuarto día de la catástrofe, la ONG turca Kimse Yok Mu reparte cada día entre las familias más necesitadas entre 200 y 300 cajas de ayuda humanitaria con diez paquetes de «noodles» instantáneos, seis latas de sardinas, tres kilos de arroz, cuatro chocolatinas, una pastilla de jabón, pasta de dientes, gel desinfectante y compresas. Además de entregar 20.000 de dichas cajas, con su presupuesto de dos millones de dólares (1,45 millones de euros) para esta zona ha reconstruido y equipado una clínica en el distrito de Sagkahan y un orfanato para 32 niñas. Entre sus proyectos, va a levantar también 50 viviendas de 22 metros cuadrados, dos colegios y otro centro médico. «Las principales necesidades son alojamiento para los damnificados que aún viven en tiendas de campaña, la reconstrucción de las escuelas y el reparto de ayuda humanitaria entre quienes no tienen trabajo», resume Ismail Büyükay, coordinador de respuestas a desastres de Kimse Yok Mu , activa en 110 países.

Seis meses después de sufrir la mayor catástrofe natural de Filipinas en los últimos años, Tacloban sigue echando en falta lo que el tifón «Yolanda» se llevó.

Lo que el tifón «Yolanda» se llevó

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