«El mayor temor de Putin es tener su Plaza Maidán ucraniana en Moscú»
Dos representantes del activismo ucraniano, Gudziak y Marynovych, se entrevistan en Bruselas con el presidente del Consejo, Van Rompuy, para pedir más firmeza frente al Kremlin
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El mayor temor del presidente ruso, Vladimir Putin, es que una revuelta popular al estilo de la protagonizada en la Plaza Maidán de Kiev acabe desalojándole por la fuerza del Kremlin. “Putin tiene miedo a la democracia en Rusia”, aseguran a la agencia EurActiv Borys ... Gudziak, presidente de la Universidad Católica ucraniana de Lviv, y Myroslav Marynovych, vicerrector de la misma universidad y fundador de Amnistía Internacional en Ucrania.
Para Gudziak y Marynovych, de visita en Bruselas, la UE y la comunidad internacional en general, han reaccionado con excesiva tibieza ante los acontecimientos de Ucrania. Los europeos, aseguran, han pecado de “ingenuos” porque en el fondo -opinan- el Viejo Continente es un rehén político de Moscú debido a la dependencia europea del gas y el petróleo del gigante ruso. Según sus palabras, entre la UE y Rusia se han impuesto nuevamente los intereses de la “Realpolitik” energética por encima de cualquier otra consideración.
-Muchos observadores internacionales han dicho que el presidente ruso, Vladimir Putin, tiene muy claro que Occidente es políticamente débil para gestionar adecuadamente la crisis de Crimea ¿Creen que es así?
-Gudziak: “Es un poco pronto aún para realizar una evaluación final, pero está claro que las respuestas que han dado hasta la fecha la UE y Estados Unidos no han servido como elemento disuasorio. Rusia ve que Occidente es débil y que juega con reglas un tanto cínicas. Es necesario que la respuesta de Occidente sea mucho más fuerte, mucho más directa. No se puede permitir que el mal avance. Los europeos tienen que admitirlo. Hay mucho de naif en la respuesta de la UE (a la crisis). El hecho es que estamos tratando con una persona (Putin) y con una cultura política que ha creado esa persona, que rezuma arrogancia.
Pero Putin también tiene miedo al movimiento que Maidán ha generado. Siente pavor a la prensa libre en Ucrania, teme la democracia, porque podría extenderse, por ejemplo, hasta Moscú. Y es que hay mucho descontento en Rusia entre los movimientos civiles, pero también entre los hombres de negocios, a quienes Putin ha desafiado. Para mantener el control, e impedir la oposición en casa, Putin expande el autoritarismo a los países vecinos”.
-¿Creen que las sanciones impuestas por la UE son eficaces?
-Marynovych: “La anterior ronda de sanciones fue un paso en la buena dirección. Pero, como ya dijo el comentarista Vladimir Posner, fueron un pequeño pellizco para Rusia. Unos pocos rusos no pueden viajar a Estados Unidos o tienen congeladas sus cuentas, eso no es nada doloroso. De hecho, muchos se sienten incluso orgullosos de haber sido sancionados por Estados Unidos. Sería bueno aplicar sanciones económicas más amplias, no sólo contra personas.
-Se han entrevistado recientemente con el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y con otros políticos de las instituciones europeas. ¿Ellos les han hecho muchas promesas?
-Marynovych: “Reaccionan con un “sí, pero”. Hay cautela. Europa debería ver que su seguridad a largo plazo está relacionada con ello (la crisis de Ucrania). No se trata sólo de la integridad territorial de países como Ucrania o Georgia, sino también de respetar el Estado de derecho, del (principio) de justicia para todos. Se trata de limitar la corrupción y de impulsar la democracia, que necesita una sociedad civil".
-¿Cómo deberían responder la UE y EEUU al referéndum de Crimea?
-Marynovych: “Tenemos que poner las cosas en su contexto adecuado. En 1994 Ucrania desmanteló su arsenal nuclear. En aquel momento era el tercero más grande del mundo. A cambio, se le garantizó la independencia territorial. Ahora, una de las superpotencias que firmó el acuerdo también ha violado ese acuerdo, al igual que otros acuerdos.
¿Cómo es posible que el mundo gestione esta situación? Si la comunidad internacional se sienta a la mesa y debate cómo llegar a un compromiso por la vía diplomática, eso significaría el final del derecho internacional. Puedes esperar que Corea del Norte u otras potencias nucleares pongan ese ejemplo y argumenten que necesitan armas nucleares para garantizar su integridad. Estoy satisfecho de que Occidente no haya reconocido el referéndum, lo cual, de hecho, es una condición previa para el diálogo. El argumento debería ser: primero retira tus tropas, luego podemos sentarnos a hablar sobre el futuro de Ucrania”.
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