Descienden las ansias separatistas en el sur y este de Ucrania

Parece que incluso la anexión de Crimea por parte de Rusia ha despertado el sentimiento patriótico entre todos los ucranianos, sean estos del este o del oeste. En la rusófona Odessa las manifestaciones en apoyo de unidad del país son ya más numerosas que las de los partidarios de la incorporación a Rusia.

Varios funcionarios ucranianos, entre ellos el alcalde de Jersón, Vladímir Mikolayenko, y el embajador ante la ONU en Ginebra, Yuri Klimenko, expresaron la semana pasada sus temores en cuanto a la posibilidad de que Rusia aliente un levantamiento en las zonas ucranianas cercanas a Crimea con el apoyo de sus tropas.

Tal escenario parece en la actualidad menos factible, sin embargo, ahora en Kiev aumenta el miedo a que Rusia lance directamente una intervención militar en Ucrania sin parapetarse en la existencia de supuestos «grupos de autodefensa» locales.

Moscú insiste en que no existen tales planes. Sin embargo, sobre la posibilidad de una invasión hablaron ayer el ministro ucraniano de Exteriores, Andréi Deshitsa, y el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, Andréi Parubi. El primero aseguró que el «riesgo de intervención ha aumentado» mientras Parubi está convencido de que las tropas rusas pueden atacar «en cualquier momento».

En la OTAN también preocupa la eventualidad de que Moscú esté pensando en utilizar otra vez su Ejército en Ucrania y el hecho de que tenga soldados en la región separatista moldava de Transnistria. Si desde Crimea se lanzase una operación para hacerse con el control de las ciudades ucranianas de Jersón, Nikoláyev y Odessa, Rusia podría crear una zona conectada con Transnistria desde donde poder acometer la invasión de otras regiones del país. En esa parte sería restablecido como presidente el depuesto Víctor Yanukóvich.

Sea como fuere, lo cierto es que Rusia sigue enviando tropas a Crimea. Lo pudo constatar este corresponsal ayer en Kerch, a donde estaban llegando transbordadores desde el otro lado del estrecho con convoyes militares rusos a bordo. El acceso a la terminal del transbordador se hace a través de un puesto de control del Ejército ruso pertrechado con sacos terreros y ametralladoras de grueso calibre.

Cerca de Kerch, en la carretera hacia Feodosia, el Ejército ruso ha instalado unidades de radar de vigilancia antiaérea, lo que podría tener como objetivo defender el paso a través del estrecho de Kerch de posibles ataques. La pregunta es de quién, ya que la respuesta de Ucrania a la anexión de Crimea no está siendo beligerante en absoluto. Todo este dispositivo ruso podría tener sentido en el caso de que se produzca una escalada militar del conflicto con implicación de la OTAN.

Mientras tanto, el Ejército ucraniano sigue perdiendo sus cuarteles en Crimea y los barcos de su Armada, que ha quedado prácticamente diezmada. El ministro de Defensa ucraniano, Ígor Teniuj, informó ayer de que el buque de desembarco «Konstantín Olshanski», bloqueado en el lago Donuzlav, «ha recibido la orden de resistir y emplear su armamento».

El «Konstantín Olshanski» y el dragaminas «Cherkassi» son las únicas embarcaciones que mantienen el pabellón ucraniano en aguas del Donuzlav, de donde no pueden escapar a mar abierto al estar el paso obstaculizado por barcos hundidos por la Armada rusa. También ayer los marinos ucranianos perdieron un centro de control de su flota en Simferópol.