Si Occidente aisla a Rusia ¿quién pierde más?

La reacción contra Moscú es inevitable, tanto por parte de Europa como de la superpotencia norteamericana. Crimea es un precedente y es preciso advertir que nadie, ni siquiera una potencia como Rusia, puede saltarse la legalidad y anexionarse un territorio ajeno ; aunque sea por la vía presuntamente democrática de un referéndum, ilegal y plagado de defectos.

El inconveniente político que es preciso valorar es el retorno a la Guerra Fría con Rusia, y el riesgo de que el régimen de Moscú se acerque más a China.

En el terreno económico, los inconvenientes para Occidente son muy superiores a las ventajas, si se limita a aplicar sanciones empresariales o financieras.

Alrededor de una cuarta parte del gas que consume la Unión Europea viene de Rusia. Y además casi todo ese gas tiene que atravesar territorio de Ucrania. Aunque el consumo de gas ha disminuido en Europa por la crisis, si Rusia como contrapartida reduce sus envíos muchos países europeos sufrirán las consecuencias, porque aún no han podido establecer reservas estratégicas suficientes.

Rusia puede aplicar sanciones directas a Ucrania, cortando su suministro de gas, como ya hizo en el pasado reciente. Una quiebra total del sistema ucraniano puede tener repercusiones incalculables para el sistema bancario europeo, su principal acreedor.

Europa y Estados Unidos son la principal fuente de divisas para Rusia. Aquí Moscú juega con desventaja, porque no puede vender su gas fácilmente para obtenerlas a China o la India por falta de infraestructuras en estos países.

Sanciones a bancos y grandes empresarios rusos. Occidente puede hacer mucho daño, pero esa medida nunca será tan efectiva contra Rusia como lo es contra Irán. La Federación es mucho más grande y siempre puede encontrar vericuetos para escapar y encontrar crédito e inversiones en otras regiones.