seis meses para el referéndum (II)
Glasgow, todavía sin desfile de St. Patrick
La ciudad más grande de Escocia intenta aún desterrar sus prejuicios anticatólicos, y es uno de los pocos polos de emigración irlandesa sin desfile callejero de St. Patrick
Glasgow, todavía sin desfile de St. Patrick
Como casi todas las ciudades del mundo, Glasgow lleva días preparándose para la celebración hoy del día de St. Patrick, patrón irlandés. La capital cultural de Escocia -y su ciudad más poblada con más de 600.000 habitantes- tiene motivos para ello dada la fuerte ... huella de la emigración irlandesa. Entre 1845 y 1852, la llamada Gran Hambruna mató de hambre a casi un millón de irlandeses y expulsó al exilio económico a otro millón. Se estima que casi un cuarto de los escoceses tiene orígenes irlandeses.
El 29% de la población de Glasgow es católica, por un 16% de en EscociaEstos conforman el grueso del 16% de católicos que hay en Escocia en la actualidad. Un porcentaje que en Glasgow, una ciudad que acogió a miles de inmigrantes irlandeses, se eleva al 29%, según el último censo. En esta ciudad industrial, universitaria y rockera de las tierras bajas escocesas, los inmigrantes de la república vecina crearon el Glasgow City, uno de los dos equipos de la ciudad y el preferido por los católicos. Pero muchos tuvieron que cambiar su apellido.
Como ocurre a menudo con los inmigrantes más pobres, especialmente si traen una religión diferente, no fueron bienvenidos. Y, para muchos, esa discriminación es todavía una herida abierta en la arcadia feliz que presenta el nacionalismo escocés. Glasgow ha organizado numerosos actos para conmemorar San Patricio, pero todos en lugares cerrados. Hoy no habrá desfiles en las calles, como se verán en muchas ciudades de EE.UU., de Australia o del Reino Unido.
Pendiente el monumento a la Gran Hambruna
Glasgow, la tercera ciudad más grande de Gran Bretaña, tampoco tiene todavía un monumento público conmemorativo de la Gran Hambruna irlandesa, como existe en todas las ciudades donde llegaron los irlandeses en masa. El concejal del Partido Nacionalista Escocés, Feargal Dalton, nacido en Dublín, lo propuso en 2012 al ayuntamiento de mayoría laborista. Pero los partidos locales no se ponen de acuerdo. O no se atreven a dar el paso. Unos alegan que el monumento será atacado en cuanto se inaugure. Otros, directamente, sienten la presión de los grupos «orangistas», la minoría protestante radical –«hermanos»de los lealistas norirlandeses- que quiere reducir la memoria de la tragedia a un tapiz dentro de un museo.
Para el periodista irlandés nacido en Glasgow, Phil Mac Giolla Bháin, nada de esto es casual. «Es una característica de la vida pública escocesa que no haya habido nunca espacio para lo irlandés», explica a ABC. Si los irlandeses que llegaron a Nueva York en la segunda mitad del siglo XIX alcanzaron la igualdad de condiciones en el acceso a un trabajo (los sociólogos lo denominan paridad laboral) en 1901, sus parientes en Escocia tardaron un sigo más.
Hoy día, esas tensiones «sectarias» según el lenguaje oficial –«racismo anti-irlandés» para Giolla- han quedado muy diluidas, especialmente tras la disolución en 2012 por problemas con el fisco del Glasgow Rangers, el club de fútbol de la mayoría protestante que era el último bastión de la subcultura lealista. Por primera vez en 140 años de historia el club fichó el año pasado, tras su reconversión, al primer jugador católico con pasaporte irlandés, John Daly.
Pero solo las sanciones de la UEFA y la actuación de la justicia escocesa han logrado extirpar del cancionero de sus fans más radicales himnos lealistas como el de los «Billy Boys» –«con sangre de nacionalistas irlandeses hasta las rodillas»- o la «Canción de la Hambruna» (Famine song), otro himno anti-irlandés que adoptaron en 2008 después de que la UEFA prohibiera el anterior en 2006. Los jueces escoceses calificaron la canción de «racista» por exigir a los jugadores y fans del Glasgow Celtic, y a cualquier escocés de origen irlandés, que «retornen a casa».
A un país, la República de Irlanda, que no es el suyo. Desde marzo de 2012, una ley del parlamento escocés prohíbe canciones insultantes o insidiosas en los partidos. Es verdad que ciertos bares, pocos, mantienen esta «tradición» de violencia entre comunidades. Pero, poco a poco, desaparecen. Como el Bairds Bar, un pub nacionalista irlandés que reunía a fans radicales del Celtic, cerrado el año pasado por problemas con la Policía.
Iglesia de Escocia, 32% de presbiterianos
En relación a esta tensión cultural, Laurence Whitley, el reverendo protestante al cargo de la Catedral presbiteriana de Glasgow, reconoce que, «si quieres buscarla, la encuentras, si no, no la ves», nos explica en el café del museo de la catedral. «Aunque la situación ha mejorado muchísimo, un cierto nivel de tensión sectaria existirá mientras existan el Celtic y el Rangers», opina. Según el censo de 2011, el 32% de los escoceses se identifican como seguidores de la Iglesia de Escocia, la confesión presbiteriana que mantiene el estatus de «iglesia nacional» en Escocia.
Fue fundada en el siglo XVI por el sacerdote John Knox y otros reformistas escoceses de la época, con fuertes influencias del calvinismo debido al exilio del propio Knox en la Ginebra de Calvino. Los presbiterianos son una rama del protestantismo que sitúa el centro de la vida litúrgica en los sermones del pastor como líder intelectual de la comunidad, y no en la eucaristía, como en el catolicismo. Whitley, por ejemplo, solo da la comunión a sus feligreses una vez al mes.
«Los reformistas en el siglo XVI insistían en que hubiera una escuela en cada parroquia, la educación era su gran lema, estaban convencidos de que un clero educado implica una sociedad educada», explica el reverendoWhitley, casado y con dos hijas. A sus 64 años, le preocupa ahora la pérdida de esta categoría intelectual que predicaban sus padres fundadores. Y explica que cada vez más padres protestantes llevan a sus hijos a escuelas católicas, lo que ha permitido acercar aún más las dos confesiones. «Son las únicas que mantienen un ethos cristiano», dice.
Whitley es un convencido de las buenas relaciones con los católicos. Es el animador junto a su amigo el monseñor católico Gerry Fitzpatrick de las actividades ecuménicas entre ambas confesiones en Glasgow. Pero reconoce que, «si vas a una cena, la probabilidad es muy alta de que haya chistes sobre el tema; a mi no me gusta porque la gente solo hace chistes sobre las cosas serias», explica con seriedad.
Glasgow acogerá este verano las Olimpiadas de la CommonwealthPhil Mac Giolla cree que la ciudad está en una «fase de transición» hacia un escenario más tolerante, en parte porque las nuevas generaciones de ascendencia irlandesa gozan ya de la igualdad cultural y social alcanzada en otras latitudes. Glasgow también ha cambiado mucho desde que, entre mediados del siglo XIX y vísperas de la Primera Guerra Mundial recibiera a decenas de miles de irlandeses (la mitad de los cuales, según algunos estudios, fueron devueltos a la república).
La ciudad se prepara para acoger este verano las Olimpiadas de la Commonwealth. Es una ciudad dinámica que, como el Bilbao de los 90, quiere revitalizar la cuenca industrial del río Clyde, donde la arquitecto Zaha Hadid ha diseñado el Museo del Transporte. y, como el Londres de los Juegos de 2012, aspira a generar una marea de entusiasmo cívico con los juegos de junio. Pero el periodista Mac Giolla no se fía del todo. Tampoco del ahora dominante Partido Nacionalista Escocés (SNP). «Tienen que recorrer aún mucho camino para aceptar la identidad irlandesa, me preocupa cómo de tolerante sería una Escocia independiente dominada por el SNP», advierte.
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