Jaume Duch: «Las próximas elecciones europeas son más políticas que todas las anteriores»

Estas afirmaciones del portavoz están relacionadas entre sí ya que las elecciones de 2014 llegan con importantes diferencias respecto a las de 2009. Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo ha adquirido más poderes y, además, los partidos políticos europeos tendrán que designar a su candidato a presidir la Comisión antes de la cita con las urnas.

«No van a ser unas elecciones sólo al Parlamento, son unas elecciones europeas, unas elecciones normales, reconocibles para los ciudadanos, como pueden ser las que se celebran en España o Alemania. Unas elecciones generales españolas son unas elecciones al Parlamento, al Congreso y al Senado, pero la gente participa en esas elecciones porque sabe que en función del resultado habrá un Gobierno de un color o de otro y aquí, por primera vez, va a suceder lo mismo. Tendremos un presidente o presidenta de la Comisión europea de una familia política en función de la mayoría que los ciudadanos den a través de su voto, sabiendo quién será el candidato, de forma que estamos convirtiendo estas elecciones en unas elecciones reconocibles para todos», explica Duch.

Por el momento los únicos candidatos oficiales que ya se conocen son los del Partido Socialista Europeo, que ha elegido al actual presidente del PE, Martin Schulz, y del Partido de la Izquierda Europea, que ha designado al líder del partido griego Syriza, Alexis Tsipras.

De otro lado, Duch no pierde la perspectiva de una crisis económica que ha afectado en un doble sentido a la institución europea y la percepción que se tiene sobre ella. «Con la crisis la ciudadanía se ha dado cuenta de que la mayor parte de las decisiones que realmente cuentan, sobre las que después los estados miembros se organizan, se toman en Bruselas y muchas de esas decisiones las toma el PE, que se ha convertido en uno de los que más influencia tiene de Europa. Entre el 80 y el 90% de las medidas que nos afectan han pasado por el Parlamento Europeo».

Sin embargo, lo que también ha generado en algunos casos esta situación de crisis es que los ciudadanos perciban las instituciones europeas como un inconveniente o como un factor perjudicial a la hora de analizar la situación nacional. Esto, traducido en votos puede generar bien el «castigo» de la población, bien el tan mencionado «voto euroescéptico» o de simpatía hacia las posturas más radicales opuestas a Europa. Ante estas probabilidades, son muchos los que han alertado sobre la posibilidad de que el resultado sea el de un Parlamento «ingobernable», algo que Duch no comparte.

«La crisis se ha gestionado de tal manera que la gente cree que la creó la Unión Europea, mientras que llegó de Estados Unidos y ha sido precisamente la UE la que la ha frenado y ha tomado las medidas necesarias para salvar a los países más afectados. Sin embargo, la gente sigue sin saber bien qué es Europa y qué significa: son los ministros que toman decisiones en Bruselas, es el Parlamento, es la Comisión, son los jefes de Estado que acuden a las cumbres en Bruselas... no es un ente desconocido que, sin embargo, sí acaba pagando los platos rotos», expone el portavoz.

Con todo, Duch defiende que el sentimiento europeo «sigue ahí»: «Hay que ser capaces de distinguir entre la crítica a la gestión de la crisis y el hecho de no sentirse ya europeo o considerarlo un inconveniente. En lo que a las posturas euroescépticas se refiere -aquellos que están en contra de la integración-, la extrema derecha o extrema izquierda, las encuestas indican cierta subida en los votos, pueden aumentar su presencia, pero no su influencia».

Otra de las ideas generalizadas cuando se habla en clave europea es la creencia de que España pierde soberanía para supeditarse a los designios, sobre todo económicos de Alemania, algo «muy poco cierto» según Jaume Duch: «Esto tiene mucho de mito. España gana soberanía ya que tiene más peso al contar con el apoyo de otros países. En la UE los Gobiernos de los Estados miembros siguen mandando mucho a través del Consejo, pero ahí todas las decisiones se toman por mayoría cualificada. Cuando uno va a las actas ve cómo votan los miembros y es muy interesante ver que Alemania está entre los tres Estados que han perdido más votaciones. Por tanto, puede que en algunas materias sea el Gobierno alemán el que marque los ritmos, la agenda, pero cuando se llega al trabajo de verdad, el legislativo, la cosa cambia».

Por todo ello, Jaume Duch es un europeísta convencido. Europa llamó su atención ya desde la facultad -estudiaba Derecho cuando se estaba negociando la entrada de España en la UE- y la convirtió en el eje de su vida. Es el motivo por el que no duda a la hora de afirmar que el proyecto europeo es el único «consecuente» que merezca la pena. «No hay alternativa», sentencia, a la vez que insta a los jóvenes a que acudan a votar el próximo mes de mayo ya que las elecciones sirven para «reforzar la legitimidad de la propia UE y ellos mismos están acostumbrados a vivir en el marco europeo, pero, ¿y si no existiera?. Hay que pararse a pensar en eso también, no hay que dar las cosas por hechas sólo porque existan, hay que seguir trabajando en ellas».