Berlusconi odiaba un Parlamento que ahora no quería abandonar
Tras dos décadas en el escaño, su expulsión del Senado parace ser el comienzo del final de su carrera política
ángel gómez fuentes
Con la salida de Silvio Berlusconi del Senado acaba una época. Tras dos décadas de parlamentario, muere definitivamente el sueño de la «revolución liberal» que «Il Cavaliere» prometió al país cuando descendió en política. Es expulsado por su condena por el delito de ... fraude fiscal, y se marcha humillado y constatando el fracaso de su política, aunque él siga pregonando que es inocente.
En estos 20 años, Berlusconi ha dominado la escena política : ha sido primer ministro en tres ocasiones durante un total de nueve años. Ha representado lo peor de la clase política italiana , una casta llena de vicios y privilegios detestada cada día más por los italianos.
Silvio Berlusconi entró por primera vez en el Senado en 1994, para presentar a su primer gobierno. Desde entonces hasta hoy, «Il Cavaliere» no se ha distinguido precisamente por su continua presencia parlamentaria. «El Parlamento me hace perder el tiempo» , ha dicho en ocasiones.
Intereses privados y públicos
En realidad lo detestaba, pero lo ha usado sobremanera para obtener numerosas leyes «ad personam», confundiendo de forma permanente sus intereses privados con los públicos , Sorprende por eso su hipocresía de intentar con uñas y dientes, desde hace meses, evitar su expulsión.
Más que la pérdida del escaño, cargo por el que percibía 13.000 euros al mes , Berlusconi teme quedarse sin la inmunidad parlamentaria , un gran escudo protector que le servía para defenderse de sus procesos.
Ha dicho en estos días, al atacar a la magistratura, que lleva ya 59 juicios, cuando son la tercera parte, unos 20. Se trata de una más de sus incontables mentiras , recogidas en un libro de más de 300 páginas. Siempre encuentra un público fiel para aplaudir algunas de las «hazañas» que cuenta, como la de haber sido él quien ha convencido a americanos y rusos, a sus amigos Obama y Putin, para el desarme nuclear.
La más clamorosa de sus mentiras, que será recordada para siempre, fue pretender, en un intento para evitar complicaciones con la justicia, hacer pasar a la joven marroquí Ruby «robacorazones» por una egipcia sobrina del expresidente Mubarak, y encima lograr que sus diputados del centro-derecha votaran en el parlamento la confirmación de semejante disparate.
Al final, por esas noches del «bunga bunga» en las que intervenía Ruby, Berlusconi fue condenado en primera instancia a siete años de cárcel. Mientras, «Il Cavaliere», el séptimo hombre más rico de Italia con un patrimonio de 6.200 millones de dólares, según la revista «Forbes», se puede permitir seguir pagando «pensiones» de 2.500 euros al mes a una treintena de jóvenes que frecuentaban sus fiestas .
Muchos italianos habrán brindado por la expulsión de Silvio Berlusconi del Senado, hartos de su megalomanía y de sus falsas promesas. Para muchos será una especie de liberación , porque con su penoso protagonismo, parece como si Italia no tuviera otros problemas que los derivados de Berlusconi con la justicia. Lleva muchos meses ocupando todas las primeras páginas, incapaz de reconocer por una vez en su vida que la justicia es igual para todos. Él s iempre se ha considerado por encima de la ley , y por eso ahora, aunque condenado por el Tribunal Supremo, se hace pasar como víctima.
Berlusconi nunca se ha dado por vencido. Podrá volver al Senado dentro de seis años, cuando tenga 83 . Algo que nadie ya contempla. Para «Il Cavaliere», el 27 de noviembre del 2013, como recordarán los libros de historia, es el inicio de su final político.
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