Berlusconi, amo de la política gracias a su imperio mediático

«Il Cavaliere» creó el partido Forza Italia para salvar sus negocios y estos le han ayudado a mantenerse en el poder

Berlusconi, amo de la política gracias a su imperio mediático

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Silvio Berlusconi es un genio de los negocios con un olfato prodigioso. Hombre sin escrúpulos para ganarse los favores del poder, se inscribió en la logia masónica P2, algo que se supo en 1981 cuando la magistratura investigaba sobre la mafia. Diría después que ... era solamente un club de caballeros . Antes de los 40 años era ya riquísimo. Se mudó entonces a la espléndida villa San Martino de Arcore, cerca de Milán, residencia posteriormente célebre en todo el mundo por el «bunga bunga». La hija menor del marqués Camillo Stampa —que a los 43 años mató allí con una escopeta a su bella esposa, Anna Fallarino y a su joven amante, suicidándose después— se quizo desprender de la casa y Berlusconi la compró por mucho menos de su valor.

El «negocio» hecho con la compra de la villa sirve como referencia de cómo se las gastaba «Il Cavaliere». Los rasgos de su personalidad están magistralmente descritos por Giuseppe Fiori, en el libro «El vendedor» : «El talento, el coraje, la creatividad, la inventiva, el olfato para los negocios, el optimismo, la manía por sobresalir, el actuar frenético, la obstinación, la imprevisibilidad, la falta de escrúpulos, la ambigüedad, el paso seguro en el laberinto de los secretos, el sentido del clan, el gusto por comandar, la capacidad de centralizar todo en sí mismo, la atención al gesto cautivador, el deseo de gustar a la gente».

Se comprende así que Silvio Berlusconi tuviera la extraordinaria ambición de conquistar el espacio televisivo , haciendo la competencia a la RAI (Radiotelevisión pública italiana). Y lo consiguió gracias a su amigo el ex primer ministro socialista, Bettino Craxi, y porque supo explotar con prodigioso olfato las grandes posibilidades comerciales y publicitarias de un sector que el Estado, o mejor, los partidos políticos gestionaban con rutina e indiferencia hacia los resultados económicos con esta idea: «¡qué más da el resultado, si total, paga el Estado…!».

En 1977 se introdujo en Italia la televisión en color, con gran retraso en relación con otros países europeos. EL visionario Berlusconi olfateó el nicho rápidamente y en 1978 comenzó sus primeras transmisiones televisivas de Telemilano, transformada en 1980 en Canale 5. En ese mismo año creó Publitalia, su acorazada publicitaria. En solo cuatro años, destrozó a la comptencia. Después compraría Retequatro e Italia 1. Entre 1984 y 1985, no estando autorizado a transmitir en directo a causa de una legislación completamente anacrónica, Berlusconi consiguió la ayuda otra vez de Bettino Craxi con un decreto ley.

De inmediato comenzó la gran batalla por la supremacía del mercado entre la RAI y Fininvest (nombre que entonces tenía el holding televisivo de Berlusconi; la sociedad había sido fundada formalmente en 1975, con diversas ramificaciones: Media, editorial, inversiones, seguros, servicios financieros y deporte, con la propiedad del club de fútbol Milán. Después, en 1993, controlada por el holding Fininvest nacería Mediaset, dedicada a la comunicación, sociedad de la que forma parte Telecinco en España, La Cinq (Francia), Telefüng (Alemania) y MGM en EE.UU..

Lucha por Mondadori

Posteriormente se hizo con el diario «Il Giornale» y a finales de los años ochenta reforzó su propia posición como editor con la conquista del grupo Mondadori (la más importante editorial italiana, que hoy preside su primogénita, Marina, de 47 años), aunque para ello tuviera que plantear una durísima batalla, que acabó en los tribunales. Una batalla que ha durado más de dos décadas, y que concluyó en septiembre con una sentencia del Tribunal Supremo, que condenó a Silvio Berlusconi a pagar al empresario Carlo De Benedetti 541 millones de euros. Esta cifra astronómica le fue impuesta a «Il Cavaliere» como indemnización por haberle quitado a De Benedetti el control de la editorial Mondadori, gracias a una sentencia comprada con dinero de su grupo Fininvest, tras comprar al juez Metta.

Con el proceso de Milán conocido como «Manos Limpias», que arrasó en 1992 con toda la clase política, incluidos algunos benefactores de Silvio Berlusconi, como el socialista Craxi. En este contexto, al perder cobertura política y con su sociedad fuertemente endeuda, percibió señales de peligro y decidió entrar en política, fundando casi de la noche a la mañana un nuevo partido, Forza Italia que utilizó para la venta de publicidad de sus empresas .

Berlusconi se presentó como el hombre nuevo, un empresario dispuesto a renovar la política del país. Su tono mesiánico que anunciaba un nuevo milagro italiano fue acogida con fastidio y desprecio en gran parte del mundo política y de los ambientes intelectuales. «Il Cavaliere» venía liquidado despectivamente como un «hombre de plástico» , «cara de goma», profeta de un «peronismo electrónico» que se apoyaba en la peor subcultura italiana.

En definitiva, esos poderes lo presentaban como un símbolo de la mediocridad. Pero Silvio Berlusconi, que incluso se proclamó «ungido por el Señor» ganó las elecciones general en 1994: Italia sufrió un terremoto político y Berlusconi, líder de la coalición de centro derecha conquistó el 42,9 por 100 de los votos y 366 sobre un total de 630 escaños en la Cámara. Desde entonces, la historia es conocida: la batalla política de «Il Cavaliere» ha estado mezclada con la judicial durante 20 años, hasta su derrota del pasado miércoles, cuando perdió su desafío frente al primer ministro Enrico Letta.

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