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Auge y caída de los Hermanos Musulmanes

El Guía Supremo de la hermandad, Mohamed Badie, es el representante del ala más dura de la cofradía y sobre el que pende una orden de arresto

Auge y caída de los Hermanos Musulmanes efe

paula rosas

Las ruinas del cuartel general de los Hermanos Musulmanes en El Cairo, el elegante edificio que había sido el símbolo de su salida de la semiclandestinidad, yacen medio quemadas en las colinas de la Muqattam. Puertas arrancadas, cristales rotos, documentos esparcidos por el suelo, y ... el escudo de la cofradía, los dos sables cruzados bajo un Corán sobre fondo verde que había colgado con orgullo en la fachada, arrancado.

No hacía tanto tiempo que la cofradía, fundada hace 85 años, se organizaba en un abigarrado piso de un bloque de viviendas de clase media en el barrio de Manial. Un cuartel sin señalizar, viejo y destartalado, en el que reinaba la discreción y por el que había que preguntar a los porteros del barrio para conseguir localizar dónde estaban los «ijuán», los Hermanos. Donde la policía llegaba de tanto en tanto para arrestar a sus dirigentes, o a quien estuviera por allí, para tenerlos detenidos sin cargos –estado de emergencia de por medio- durante semanas o meses, incomunicados y sin acceso a abogados.

Apenas han pasado dos años y medio desde aquellos tiempos en los que el régimen de Hosni Mubarak, como anteriormente el de Anuar el Sadat , Gamal Abdel Nasser , o el del rey Faruk, el último monarca egipcio, libraba una batalla desigual con los Hermanos Musulmanes. Hoy, con sus principales líderes detenidos o con órdenes de arresto , y con el presidente que impulsaron en las primeras elecciones democráticas de la historia egipcia en paradero desconocido, la cofradía vuelve a encontrarse a las puertas del ostracismo político, con sus medios de comunicación cerrados por las autoridades y vilipendiada por gran parte de los diarios y televisiones egipcias .

El rechazo no es nuevo, y el júbilo que mostraron algunos presentadores de los canales privados egipcios, que lloraron de alegría en directo la noche del golpe, refleja el odio visceral que una parte de la población egipcia, especialmente las élites de la capital, vinculadas en mayor o menor medida con el antiguo régimen, siente sobre esta sociedad, secretista y jerarquizada .

Pero aunque las élites se empeñen en retratar a la hermandad y sus seguidores como un grupo de campesinos y analfabetos, el fuerte de la hermandad son las clases medias piadosas egipcias . Médicos, empresarios de éxito o ingenieros componen su cúpula –la Oficina de Orientación- y también gran parte de su membresía, algo que se ha visto reflejado en los sindicatos profesionales egipcios, donde la cofradía tiene una gran presencia. Su líder, elegido por la cúpula, es el «murshid», Guía Supremo de la hermandad, cargo que ocupa actualmente Mohamed Badie, representante del ala más dura de la cofradía y sobre el que pende una orden de arresto.

Ultraconservadores en lo religioso pero prácticos en la vida cotidiana, sus miembros participan en todas las esferas de la sociedad, a diferencia de los salafistas, muchos de los cuales han optado más por la predicación y el estudio. Su éxito se basa en el trabajo de campo, el que llevan realizando décadas en pueblos y barrios deprimidos de las grandes ciudades, llegando allí donde el Estado falla, ofreciendo ambulatorios o educación para los niños de forma casi gratuita. Su estrategia tuvo recompensa. En 2005 consiguieron una quinta parte de los escaños del parlamento egipcio presentando a candidatos independientes. Tras la revolución de 2011 su éxito se disparó y su primera formación política legal, el Partido Libertad y Justicia se hizo con casi la mitad de la cámara .

La cofradía que fundó Hasan el Banna en 1928 en la ciudad de Ismailiya, se enfrenta hoy a uno de sus momentos más críticos. Expulsados del poder que alcanzaron por la vía democrática pero que gestionaron de manera bastante menos democrática , y las fuerzas de seguridad del Estado claramente en su contra, a la hermandad sólo le quedan dos salidas: o aceptar el nuevo statu quo e intentar implicarse en el nuevo orden político, o volver a la semiclandestinidad. Por ahora apuestan por mantener el pulso de manera pacífica en las calles.

La furia de Nasser

La vía violenta, que ya practicaron en el pasado, no les dio buenos resultados. En 1952, la cofradía apoyó la revolución liderada por Nasser y Mohamed Naguib , pero las diferencias con los nuevos dirigentes, especialmente en lo relacionado con la redacción de la nueva Constitución de corte laico, les llevó al cisma con los militares. En 1954 fueron acusados de intentar asesinar a Nasser y prohibidos, con miles de sus miembros encarcelados.

De esas cárceles, donde muchos fueron torturados, nació el pensamiento de uno de los que se radicalizaron en prisión, Sayed Qutub, probablemente el teórico de los Hermanos Musulmanes más polémico e influyente, que fue condenado a muerte en 1966. Aunque él no abogó por el uso de la violencia, muchos de los seguidores de Qutub abandonaron la cofradía y formaron grupos yihadistas, con los que intentaron imponer la construcción de un estado islámico por la fuerza. Entre ellos nace, por ejemplo, Al Qaeda. En 1954 nadie podría haber adivinado que la violenta represión de los Hermanos Musulmanes «pondría en marcha una cadena de eventos que tendría desastrosas consecuencias para la región y para EE.UU.», escribe Shadi Hamid, analista del Centro Brookings para Oriente Medio, y advierte: «los eventos de esta semana podrían tener profundas implicaciones similares».

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