Netanyahu negocia el nuevo gobierno con centristas y ultraortodoxos

Los negociadores del Likud Beitenu, la formación de Nentayahu y Avigdor Lieberman, comenzaron la ronda de charlas con Lapid, que presentó varias peticiones como requisito para entrar en la coalición.

De entrada, Lapid pide levantar una losa política de varias toneladas: que los ultraortodoxos también cumplan con el servicio militar, obligatorio en Israel para todo el mundo, incluidas las mujeres. Debido al peso de los partidos religiosos y a la desidia de los políticos, hasta las protestas sociales del año pasado los jóvenes estudiantes de Yeshiva (centro de estudios de la Torá) han conseguido zafarse durante décadas de ir a la «mili», y por supuesto, de ir a la guerra. Esta reforma, prometida a bombo y platillo por Lapid durante la campaña, va a poner en pie de guerra a los ultraortodoxos y, por supuesto, al Shas, que consiguió 12 de los 120 escaños parlamentarios.

Yesh Atid, el partido de Lapid, también ha puesto como condición que se reduzca el número de ministros en el gobierno y que no haya titulares sin cartera. Se espera que pida para él mismo el Ministerio de Asuntos Exteriores y las carteras de Educación, Justicia y Vivienda para miembros de su partido.

Otra condición imprescindible para Lapid es la vuelta a las negociaciones con los palestinos, algo que Netanyahu cumplió, al menos de cara a la galería, durante su discurso de este sábado, en el que tendió la mano al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbás.

Netanyahu además también negoció con el líder del partido de extrema derecha Casa Judía, Naftalí Bennett, que consiguió 13 escaños, y con otros partidos ultraortodoxos como Judaísmo y Torá Unido.

Si Netanyahu no consigue llegar a un acuerdo y formar gobierno en los próximos 28 días y agota también los 14 días de gracia, el presidente deberá recomendar un nuevo primer ministro.