La 'verdad' del tesoro nazi perdido en la matanza de paracaidistas de la 'Carretera al infierno'
El Archivo Nacional de Países Bajos ha hallado un mapa que desvela la posible ubicación de una supuesta fortuna que los alemanes escondieron en Arnhem durante la Operación Market Garden
Es la enésima vez en los últimos siete años que los cazatesoros afirman haber hallado la ubicación de una colosal fortuna ocultada en los albores del Tercer Reich; la realidad es que las búsquedas no han sido más que aire
El bosque secreto lleno de trampas nazis que esconde un brutal tesoro de las SS de Hitler
Un puente lejano en Arnhem, la última victoria abrumadora del nazismo
A mediados de septiembre de 1944 se vivía un infierno en los Países Bajos. Sobre Arnhem, en el flanco derecho de un Tercer Reich acosado tras el desembarco masivo de tropas en Normandía, llovieron soldados aerotransportados británicos ataviados con subfusiles Sten y sus ya ... conocidas boinas rojas. Había arrancado la Operación Market Garden, el alocado y metódico plan del británico Bernard Montgomery para atravesar las líneas germanas y arribar como un suspiro al corazón de Alemania. La batalla se desató en la urbe y arreciaron las balas. Clac, clac, clac. Y, en mitad de aquella locura, o eso se cree, una explosión sacudió en el cercano barrio de Velperweg.
«Durante la defensa de Arnhem hubo una explosión en una sucursal del Rotterdamsche Bank», ha afirmado Anna Waalkens en declaraciones recogidas por el 'NL Times'. En palabras de la experta, del Archivo Nacional de los Países Bajos, el mito cuenta que aquel bombazo hizo saltar las cámaras acorazadas y que desparramó por las calles un colosal tesoro. Lo que fue de él es todavía un misterio. Teorías hay por decenas. Unos afirman que los soldados alemanes que defendían la zona se lo llevaron escondido en sus abrigos; otros, que la población local saltó al asfalto para recoger todas las joyas, relojes y diamantes que había en la calzada. Otro enigma más del Tercer Reich que permanecía oculto.
Al menos hasta ahora. Y es que, en los últimos días, el Archivo Nacional de los Países Bajos ha reabierto las intrigas sobre este mito al dar a conocer al gran público un documento de época que podría ser la llave de la cámara secreta: un mapa que, en palabras de los expertos, marca el punto exacto en el que fue enterrado el supuesto tesoro. Este se hallaría, para ser más concretos, entre Ommeren y Linden, en la región de Gelderland. La verdad, para desgracia de los más conspiranoicos, es que los 'y sis' son demasiados. Hasta el momento se desconoce el mes exacto de la explosión (algunos expertos barruntan que se sucedió en agosto); si el banco albergaba joyas en su interior y si estas fueron robadas por los alemanes.
Las dudas son más que las certezas. Lo único que se sabe en la actualidad es que el mapa es original y que forma parte de una remesa de hasta un centenar de informes publicados como parte del Día de Acceso Libre a los archivos neerlandeses. Entre los mismos se incluyen documentos de un comité que analizó las denuncias de abusos perpetrados por los colaboracionistas en los campos de internamiento locales. «El archivo contiene historias desgarradoras de tortura, humillación y venganza contra este grupo de holandeses», ha desvelado la experta en las declaraciones al diario. «Los grilletes que se utilizan para encadenar a los detenidos, a veces durante semanas, son una prueba tangible de las condiciones inhumanas de estos campos de posguerra».
Locura por el oro
Ya son demasiadas las veces que, en los últimos años, se han hallado mapas que prometen recuperar tal o cual riqueza nazi perdida. Y de momento, sin éxito. Así que permitan al que escribe ser escéptico. En 2015, dos cazatesoros, Piotr Koper y Andreas Richter, clamaron a los cuatro vientos haber hallado un tren nazi bajo las montañas de la ciudad de Walbrzych, al sureste de Polonia. Al instante insistieron en que podía estar cargado de oro. Todo cuadraba en realidad. En la zona, los alemanes habían construido grutas durante la Segunda Guerra Mundial como almacenes y fábricas soterradas. Además, una leyenda local hablaba de la pérdida de un ferrocarril cargado de riquezas.
Todos, y me incluyo, recibimos la noticia con estupor. ¡Un tren de oro nazi! Cuando el georradar confirmó que había una estructura de grandes dimensiones bajo la tierra, hasta el secretario de Estado de Cultura, Piotr Zuchowski, corroboró las sospechas, aunque con cautela. «Por el momento no se puede verificar su contenido […] No sabemos que hay dentro del tren, probablemente equipo militar, pero también es posible que contenga joyas, obras de arte y documentos de archivo», informó. Hoy, siete años después del 'shock', todo sigue igual. Las obras siguen paradas por diferentes problemas burocráticos y económicos, los cazatesoros fueron expulsados de la sociedad histórica de la que formaban parte por reclamar el ferrocarril para sí y se agolparon los investigadores que rechazaron la teoría.
A partir de aquí, la lista es inmensa. Cinco años después, la Silesian Bridge Foundation confirmó que había adquirido el diario de un oficial alemán en el que se escondía un mapa que, según sus pesquisas, mostraba el punto en el que habían sido enterradas unas supuestas riquezas ocultas. El lugar: un palacio de la familia Hochberg, ubicado en la Baja Silesia. Una zona de la que los nazis evacuaron cientos de obras de arte y riquezas ante el avance del Ejército Rojo hasta el corazón del Tercer Reich. El documento enumeraba, además, otros diez supuestos escondrijos en los que las SS habrían ocultado joyas, pinturas de incalculable valor y objetos religiosos saqueados en toda Polonia.
El historiador Miguel Martorell, experto en la historia artística del Tercer Reich, explicó en su momento a ABC que la posibilidad era tangible: «Los nazis escondieron en 1942 obras de arte y objetos de valor en castillos y minas de sal para evitar que fuesen destruidos por los bombardeos. Es plausible y encaja que Himmler hiciera lo mismo ante la llegada del Ejército Rojo, pero la realidad es que todavía queda demostrarlo». Con todo, tildó la probabilidad de nimia y corroboró que había visto demasiados casos similares que, al final, habían acabado en nada.
El tema volvió a salir a la luz el año pasado, cuando la Silesian Bridge Foundation informó de que había estado excavando en los terrenos aledaños al mencionado palacio del siglo XVIII, ubicado en el pueblo de Minkowskie. Prometían hallar 200 millones de libras esterlinas en oro del Tercer Reich. Pero, una vez más, no sirvió. De hecho, avivó las llamas de la discordia entre los estudiosos presentes. Los expertos que habían sido invitados a verificar la veracidad del diario señalaron que su análisis «no era completamente positivo». Hasta hoy, todo humo.
Carretera de la muerte
Ideado por el mariscal Montgomery, de mentalidad defensiva hasta entonces, el plan era arriesgado. En la primera parte ('Market') los paracaidistas americanos, británicos y polacos se lanzarían en un gigantesco asalto aéreo sobre los Países Bajos con la misión de conquistar y mantener los puentes ubicados sobre los ríos Mosa, Waal y Nederrijn. La segunda ('Garden') sería llevada a cabo por las fuerzas acorazadas del XXX Cuerpo de Ejército, que deberían avanzar a toda prisa desde las cercanías de Eindhoven y enlazar y reforzar, tras casi un centenar de kilómetros de carrera contra el tiempo, a sus compañeros. El objetivo último era el puente Arnhem, la punta de flecha de la misión. La responsabilidad de conquistarlo y mantenerlo la tuvieron, en su mayoría, los 'Red Devils'.
El asalto comenzó el 17 de septiembre, día en el que más de un millar de aviones bombardearon hasta la saciedad los aeródromos y las posiciones artilleras germanas presentes en el sur de Holanda. Después de que miles de explosivos llovieran sobre las cabezas de los nazis, le tocó el turno a los paracaidistas. La Aerotransportada británica fue lanzada sobre la ciudad de Arnhem. Aunque su aterrizaje no pudo ser más desastroso, pues los alemanes destruyeron varios de los planeadores de madera Horsa en los que eran arrojados, a media tarde establecieron un perímetro defensivo al oeste de la zona y, posteriormente, avanzaron hasta el puente de Arnhem (sobre el Rhin) que daba entrada al pueblo. Hasta él solo llegó el segundo batallón de los 'Red Devils'; el primero y el tercero fueron detenidos por los defensores nazis.
Mientras los aerotransportados británicos despegaban hacia el puente de Arnhem, el XXX Cuerpo inició su particular carrera a eso de las dos y media de la tarde. «La División Acorazada de la Guardia, respaldada por catorce regimientos de artillería y varios escuadrones de Typhoon equipados con lanzacohetes, rompería las líneas alemanas hacia el norte. Luego proseguiría su avance a lo largo de 103 kilómetros por una única carretera», explica el historiador Antony Beevor en sus muchos ensayos sobre el tema. El primer objetivo del convoy era llegar hasta Eindhoven, el punto de partida desde el que se extendería la «alfombra de tropas aerotransportadas», como la definió el propio Horrocks, que debía allanar su camino hacia la avanzadilla británica.
Ni unos ni otros sabían donde se estaban metiendo. La 101ª División Aerotransportada fue la primera en sufrir las decisiones de Monty cuando, a primera hora del día 17, tuvo que enfrentarse a las tropas alemanas que defendían Eindhoven. Las míticas 'Águilas aulladoras' se vieron obligadas a cargar a bayoneta calada contra varios cañones germanos que podían acabar con los blindados del XXX Cuerpo sin siquiera sudar. Por si fuera poco, vieron con desesperación como los defensores volaban por los aires el puente de Son, por el que debían cruzar los carros de combate que estaban por llegar. La 82ª División Aerotransportada tuvo mucha más suerte y, esta primera jornada, se hizo con el paso del pueblo de Grave (unos 50 kilómetros al norte).
Esta jornada, los dos cuerpos que debían proteger los flancos de la columna principal no avanzaron al mismo ritmo que la columna, lo que provocó todavía más retrasos. Cuando la vanguardia del XXX Cuerpo arribó hasta Son, los ingenieros se vieron obligados a levantar un paso de pontones para cruzar. En un intento de solventar este contratiempo a toda prisa, la columna quiso cruzar el río a través de un puente cercano, el de Guillermina, pero la resistencia alemana lo hizo imposible.
A partir de entonces se generó un atasco de vehículos que se reproduciría durante todo el camino y que convirtió al convoy en un blanco perfecto para la artillería enemiga. La estrechez de la carretera (apenas dos carriles), la imposibilidad de las tropas aerotransportadas de establecer un perímetro defensivo alrededor de los carros de combate por la escasez de armamento pesado y, finalmente, los continuos intentos teutones de atacar los flancos de la hilera de vehículos convirtieron el trayecto en un auténtica pesadilla. No en vano, los hombres de la 101ª División bautizaron aquello como 'Carretera al infierno'.
El 19 de septiembre, el XXX Cuerpo de Ejército puso rumbo hacia su siguiente objetivo: Grave. Por enésima vez, el avance fue imposible debido a la férrea resistencia germana sobre el paso del río Vaal . Para tomar el puente, el general Gavin (de la 82ª División Aerotransportada) ordenó a parte de sus hombres que cruzaran aquella corriente de agua mediante barcas y cazaran a los nazis entre dos fuegos. «Era una misión suicida», afirmó uno de los 'paracas' que protagonizaron aquel asalto tras la Segunda Guerra Mundial . No le faltaba razón.
Los defensores se percataron de la trampa y no tardaron en abrir fuego contra las improvisadas chalupas de los norteamericanos. Fue una verdadera masacre digna de la 'Carretera al infierno'. Cerca del 60% de los involucrados causaron baja. Con todo, cargaron a través de las balas y -con ayuda de unos explosivos que no estallaron- mantuvieron el paso intacto. Aquella fue la buena noticia de una misión condenada al fracaso. Y es que, durante el avance, el convoy se vio ralentizado de forma constante por los ataques de los blindados y la artillería alemana. La dificultad no solo era acabar con los tanques nazis o evitar los obuses, sino esquivar los restos de los vehículos calcinados que se amontonaban en los dos carriles de la carretera tras ser destruidos.
Al amanecer del 20 de septiembre se asumió que era imposible reforzar a los 'Red Devils'. Aunque el XXX Cuerpo se hallaba a 20 kilómetros de su objetivo (una distancia que un coche apenas tarda veinte minutos en recorrer) los continuos asaltos germanos para cortar la carretera y la imposibilidad de hacerse de forma rauda con los puentes condenó al convoy. Los 740 paracaidistas ingleses de Arnhem, mientras, acometían una labor que tendría que haber llevado a cabo una división entera.
MÁS INFORMACIÓN
La resistencia de los paracaidistas ante las SS (en cuyas filas destacaba la 2ª División Panzer ) terminó el día 25 de septiembre, después de que los germanos barrieran a los británicos y polacos hasta la extenuación a base de infantería y morteros. Esa misma jornada, después de que hubiera quedado patente que era casi imposible reforzar a los 'Red Devils' por tierra debido a la tenaz resistencia germana, se ordenó a la 1ª División la retirada. Esta no pudo ser más desastrosa, pues el fuego nazi sobre el puente impidió que la totalidad de la unidad se marchase (lo que obligó a unos 300 ingleses a rendirse). El asalto terminó con casi 7.000 miembros de este grupo hechos presos y unos 1.500 fallecidos.