Revelan las causas por las que los musulmanes conquistaron con facilidad la Península

Un artículo en 'Nature Comunications' apunta a cuestiones climáticas para explicar un colapso tan abrupto de la Monarquía visigoda

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Las razones que explican el rápido colapso de una de las grandes potencias de su tiempo, la Monarquía visigoda, se han movido durante siglos por el terreno de la especulación y la leyenda: desde la existencia de enemigos internos que abrieron la puerta a ... los musulmanes hasta la inestabilidad política de un reino que incluso tenía un término, 'morbus gothorum', para definir la larga sucesión de muertes por veneno de sus reyes.

En opinión de José Soto Chica, historiador especializado en los visigodos, «el derrumbe visigodo fue tan rápido y contundente que los propios contemporáneos se asombraron». Para este autor tres terremotos, que hoy suenan familiares, sacudieron Europa y se ensañaron especialmente con los visigodos en pocos años: el cambio climático, una pandemia y una crisis política. Ahora, este profesor granadino ha demostrado, junto a otros investigadores españoles, la vigencia de estas causas en un estudio publicado en la prestigiosa revista académica 'Nature Comunications'.

Bajo el título 'La sequía pudo contribuir a la crisis del Reino Visigodo y a la expansión islámica en la península ibérica' ('Drought as a possible contributor to the Visigothic Kingdom crisis and Islamic expansion in the Iberian Peninsula'), los investigadores Jon Camuera, Francisco J. Jiménez Espejo, José Soto Chica, Gonzalo Jiménez Moreno, Antonio García Alix, María J. Ramos Román, Leena Ruha y Manuel Castro Priego, han llevado a cabo un estudio multidisciplinar en el que se integran los datos aportados por más de 100 registros polínicos procedentes de toda la Península Ibérica y el Norte de África para monitorizar la evolución del clima en la península. La señal polínica obtenida evidencia que a inicios del siglo VIII se alcanzó la máxima difusión de plantas del género Artemisia, plantas relacionadas con ambientes áridos, lo que puede apuntar a un periodo de extrema sequía.

Del frío al calor extremo

A partir del año 536, apareció lo que los climatólogos denominan «el gran velo de polvo», esto es, veranos cortos y fríos seguidos de inviernos largos y extremos. Las crónicas medievales hablaron del Éufrates helado, el Bósforo congelado, inundaciones en Siria y heladas en Mesopotamia. Al Concilio XIV de Toledo (684), muchos obispos no pudieron acudir debido a que el reino estaba cubierto por la nieve y a que Castilla en otoño más bien parecía el Polo Norte. Las heladas estropearon las cosechas, la economía se hundió y el hambre acudió a una pesadilla que aún no había hecho más que empezar.

Guerreros musulmanes representados en el manuscrito musulmán de la Maqamat Al-Hariri ABC

Según las conclusiones del nuevo estudio, de ese frío polar se pasó a un contexto de elevadas temperaturas y una larga sequía. La peste bubónica empezó a azotar la hambrienta Península a finales del siglo VII tras someter a Europa Oriental a sendas oleadas. La Crónica mozárabe del 754 resume el reinado de Ervigio (680 - 687) como un gobierno compartido entre la peste y, en menor medida, el rey: «Gobierna siete años asolando a España un hambre terrible». No fueron distintos los quince años del reinado siguiente, los de Égica (687-702), del que la crónica dice: «En su época, se extendió sin piedad una peste inguinal». Égica y su hijo Witiza se verían obligados a huir de Toledo para alejarse de la peste, que algunas fuentes responsabilizan de la muerte de la mitad de la población de toda la España visigoda .

Dichas crisis climáticas, que afectarían sobre todo al cereal, fueron también frecuentes en el siglo VIII, pudiendo estar ligadas a grandes rebeliones internas dentro de al-Andalus, como la que sucedió en el año 740. No en vano, el artículo liderado por la Universidad de Granada y el CSIC viene a confirmar y a ampliar estudios precedentes que muestran la importancia que las crisis climáticas, relacionadas con la aridez y la bajada de temperaturas, pudo tener en el proceso de expansión musulmana de los siglos VII y VIII por Oriente Medio, África del Norte y la Península Ibérica.

Un efecto dominó

En todo caso, para confirmar que la abundancia de dicha planta se debía a factores climáticos y no tanto a la acción del hombre (deforestación, ganadería, etc.) los autores de 'La sequía pudo contribuir a la crisis del Reino Visigodo y a la expansión islámica en la península ibérica' han contrastado sus resultados con las evidencias recogidas en textos históricos de la época y evidencias arqueológicas.

La publicación quiere ayudar a entender mejor el complejo periodo visigodo y la posterior formación de al-Andalus, a la par que subraya la adaptación de los grupos humanos a unas condiciones climáticas cambiantes, como está demostrando la arqueología de los asentamientos rurales. Entre las estrategias que se trataron de implementar para hacer frente a la crisis climática en diversas áreas de la península, destacan las acequias de careo para rellenar los acuíferos, leyes más duras para evitar disputas por el agua y asegurar su buen uso y una mayor preocupación por lo trascendental: invocaciones al auxilio divino y de los santos, amén de una visión apocalíptica del tiempo que les tocó vivir, y diversas políticas en torno a la posesión de la tierra, y la gestión del espacio agrario.

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