La maldición de las joyas de la Corona francesa: vendidas en la República y ahora robadas del Louvre
La muestra, creada en el siglo XVI por Francisco I, incluye piezas como la corona de la emperatriz Eugenia y el 'Regente'
Así es la galería Apolo del museo Louvre, el escenario del robo de las joyas de Napoleón
Las joyas de la corona francesa: la corona de Napoleón
De película de George Clooney. Este domingo, al más puro estilo 'Ocean's eleven', unos encapuchados han estremecido a Francia entera al colarse en el Louvre, el museo más visitado del mundo, a través de un montacargas destinado a labores de rehabilitación y robar una decena ... de piezas de la colección de joyas de Napoleón y la Emperatriz. Piezas de valor incalculable para un país que, ahora, exige responsabilidades. Por el momento se desconoce cuáles han sido las joyas sustraídas, aunque los diarios galos apuntan a que entre ellas podría hallarse la corona de la emperatriz Eugenia, la cual, además, se habría roto.
El Louvre exhibe una muestra única de joyas de la Corona Francesa en la Galería Apolo, la que ha sufrido el robo este mismo domingo. Pero ha sido largo el camino hasta llegar a este museo. La colección fue creada en 1530 por Francisco I, bien conocido en estos lares por haber estado preso en Madrid tras ser capturado en la batalla de Pavía. Fue este monarca quien seleccionó ocho piedras para que formaran parte de una nueva colección nacional. Aunque de ellas solo se conserva un rubí conocido como Côte-de-Bretagne –el más antiguo de la colección actual–, este primer grupo se incrementó poco a poco en los siglos siguientes, en especial por Luis XIV.
Hasta ahora, las joyas han sido perdidas o sustraídas en ocasiones, pero siempre han sido recuperadas. De hecho, el de este octubre no es el primer robo que les afecta. En 1792, entre el 11 y el 17 de septiembre, varias piezas fueron robadas en un robo perpetrado en el Hôtel du Garde-Meuble de la Couronne, en París, donde se guardaba. Sin embargo, el tesoro se incrementó de forma ostensible durante el mandato de Napoleón Bonaparte. Según los datos, en 1814 llegó a incluir 65.072 piedras y perlas. Protegidas durante la guerra de 1870, las Joyas de la Corona se exhibieron con éxito en París en 1878, con motivo de la Exposición Universal, y posteriormente, en 1884, en el Louvre, en la Salle des États.
La llegada de la República trajo consigo un nubarrón oscuro para la colección. En 1887, la Tercera República francesa decidió subastar parte de las joyas para romper con su pasado monárquico. Así quedó claro en un edicto firmado por su presidente, Jules Grévy: «Los diamantes, piedras preciosas y joyas pertenecientes a la llamada colección Joyas de la Corona se venderán en subasta pública. El producto de esta venta se convertirá en rentas del Estado». Todo acabó en desastre. La aparición de tal cantidad de piezas en el mercado depreció su valor y provocó que apenas se recaudaran seis millones de francos. En la actualidad, quedan piezas seleccionadas y destacadas.
Además del Côte-de-Bretagne, la galería Apolo cuenta en su colección con piezas como la Corona del rey Luis XV. Esta joya fue creada para el mencionado monarca en 1722 y utilizada en su coronación. En origen contenía una colección de diamantes entre los que se contaba el famoso 'Regente'. Esta corona no era la única que había en la colección. Hasta 1793, una veintena de ellas se conservaban en la Basílica de Saint-Denis. Sin embargo, durante la Revolución Francesa el grueso de las mismas fueron destruidas. La de Luis XV fue, de hecho, la única que sobrevivió del llamado Antiguo Régimen, aunque sus piedras preciosas fueron sustituidas por cristales.
El 'Regente' tampoco no tiene parangón. Esta piedra de 426 quilates fue descubierta en la India, en la región de Golconde, en 1698. En 1702, Thomas Pitt, gobernador inglés del fuerte de Madrás, fundado en 1654 por la Compañía Británica de las Indias Orientales, adquirió el diamante y lo mandó tallar en Inglaterra al joyero Harris en un cuadrado brillante. Desde 1717, este diamante perteneció al Tesoro de la Corona francesa tras ser comprado por 135.000 libras por Felipe de Orleans, regente del reino durante la minoría de edad de Luis XV, de 1715 a 1722. Tal era su valor, que durante décadas fue conocido como el 'Millonario'.
La corona de la emperatriz Eugenia es otro de los grandes tesoros de la galería. Poco después de casarse con Eugenia, Napoleón III encargó un nuevo juego de perlas y diamantes para ella, compuesto por una tiara, una corona, un gran broche, dos broches de hombro y dos alfileres de corpiño. Cuando se vendieron los diamantes de la Corona en 1887, la tiara fue adjudicada al joyero Jacoby y, afortunadamente, no fue cortada; fue adquirida en 1890 por Albert de Tour-et-Taxis, con motivo de su matrimonio.
También se incluyen el 'Sancy', un diamante de 55,23 quilates usado en la coronación de Napoleón, y uno rosa, conocido como 'Hortensia', que adornaba las ropas y coronas de los soberanos.
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