El historiador García Cárcel desmonta el argumento vaticano de que España manipuló las bulas: «La Monarquía cumplió con su parte»

El Papa tuvo conocimiento de lo importante que es la revocación de las bulas para los grupos indigenistas durante su viaje a Canadá el pasado julio. En el vuelo de regreso a Roma, un periodista canadiense le explicó que «en las Constituciones de EE.UU. y Canadá, los pueblos indígenas siguen siendo despojados de sus tierras, sin poder sobre ellas, a causa de esas bulas papales que conforman la llamada 'Doctrina del Descubrimiento'».

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Tras tomar buena nota de la reclamación, los dicasterios para la Cultura y la Educación y el Servicio al Desarrollo Humano Integral resolvieron la cuestión con una 'Nota conjunta sobre la Doctrina del Descubrimiento'. Las conclusiones de este texto vaticano dicen que, aunque «estas bulas papales no reflejaban adecuadamente la igual dignidad y los derechos de los pueblos indígenas, 'la Doctrina del Descubrimiento' no forma parte de la enseñanza de la Iglesia católica. La investigación histórica demuestra claramente que los documentos papales en cuestión, escritos en un periodo histórico específico y relacionados a cuestiones políticas, nunca han sido considerados expresiones de la fe católica».

Apunta el documento como responsables del daño causado a las potencias coloniales de aquel tiempo «que competían entre sí», lo que viene a acusar a países como España o Portugal de haber «manipulado el contenido de las bulas con fines políticos, para justificar actos inmorales contra las poblaciones indígenas, realizados algunas veces sin oposición de las autoridades eclesiásticas». «Sería un error decir que la Iglesia es la única o incluso la principal culpable en este caso, ya que los principales actores del proyecto colonial fueron las entidades políticas y mercantiles de la época, pero es un paso muy importante el que la Iglesia ha dado hoy para reconocer su parte en esta historia», precisa David C. McCallum, el jesuita y experto que el Vaticano ha propuesto para comentar el documento.

En este sentido, Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en el periodo, niega la mayor de que el contenido de las bulas no fuera precisamente el que aplicaron los españoles: «Las bulas alejandrinas a las que se refiere el Papa simplemente marcaron la concesión del dominio legal de la Monarquía española sobre las tierras de infieles y legitimaron a sus reyes a tomar posesión de ellas para su evangelización. España cumplió con este proceso, aunque es evidente que se produjo una multitud de abusos empezando por el propio Colón, el cual fue castigado por la Corona debido a sus actos. La Corona tuvo perfectamente claro, y así lo refleja toda la legislación indiana, su papel evangelizador. Podemos decir que cumplió con el objeto de la bula, con su parte».

La nota vaticana aprovecha para reivindicar otros documentos pontificios que protegían los derechos de los indígenas, como la bula 'Sublimis Deus' (1537), del Papa Pablo III, pero no menciona que fue justo en el seno de la Monarquía hispánica donde nacieron los primeros debates al respecto y los que movieron a Roma a llevar a cabo sus propias medidas. «En 1511 ya se produjo el discurso famoso del dominico español Montesinos contra determinados abusos de los conquistadores. Y luego, naturalmente, llegará Bartolomé de las Casas y armará el follón con su 'Brevísima Relación'. El trato del indio es un tema que se abordará legalmente en la controversia de Valladolid de 1550 entre Ginés de Sepúlveda y De las Casas, que representan dos visiones dentro de la Monarquía española», señala.

El documento vaticano incide en las responsabilidades históricas de muchos cristianos en la marginación de indígenas, y renueva la petición de perdón por esos gestos. «Muchos cristianos han cometido actos de maldad contra las poblaciones indígenas, por los cuales los Papas recientes han pedido perdón en numerosas ocasiones», recita. Al respecto de esta espiral de perdones estériles, García Cárcel sugiere que «si vamos a hacer una memoria histórica con el látigo fustigador tal vez habría que irse también a la historia del Vaticano y a esos comportamientos absolutamente impresentables de los Papas de la época, con episodios de corrupción y degeneración moral en la Roma renacentista. Si tú te pones a utilizar la historia como arma arrojadiza contra otros, en este caso los españoles, debes empezar y terminar antes por hacer autocrítica de tu historia».