El duro exilio de Tarradellas: el catalanista al que la Gestapo nazi encarceló en un campo de concentración

Tarradellas aterrizó, entre aclamaciones, a las cinco de la tarde. A continuación, se dirigió del aeropuerto hacia el centro de Barcelona en un descapotable americano cedido por el senador Pere Portabella . Aquella jornada todos eran tarradellistas, pues soñaban con la llegada de una autonomía esperada y prometida en los corrillos políticos. Poco después subió al balcón del Palacio de la Generalitat . El mismo a través del cual Lluís Companys había declarado la República Catalana en 1934 (sueño secesionista materializado a traición y que duró escasamente diez horas).

Fue precisamente desde allí desde donde pronunció unas palabras que, a día de hoy, se interpretan como el final del franquismo en Cataluña: « Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí » («Ciudadanos de Cataluña, ¡ya estoy aquí!»). No eligió sus palabras al azar. Tarradellas dejó a un lado las diferencias. No se dirigió a los más o a los menos catalanistas. Posteriormente continuó: «¡Ya estoy aquí! ¡Porque yo también quiero el Estatut ! ¡Ya estoy aquí! Para compartir vuestras penas, vuestros sacrificios y vuestras alegrías por Cataluña. ¡Ya estoy aquí! Para trabajar con vosotros por una Cataluña próspera, democrática y llena de libertad. ¡Ya estoy aquí!».

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Su objetivo, con todo, quedó claro en varios artículos publicados por este diario. El principal, la mencionada entrevista de Pilar Urbano. «Vuelvo para trabajar por Cataluña y España », afirmó por entonces el que fuera uno de los fundadores de Esquerra Republicana de Catalunya . Al día siguiente de su regreso, Tarradellas prometió el cargo a las doce del mediodía. Lo hizo cuando Adolfo Suárez le entregó el bastón y el medallón que acreditaban su regreso y su nueva labor para con el pueblo. « Han pasado taantos años », afirmó. Su llegada fue una de las grandes victorias del líder de UCD, junto con la legalización del Partido Comunista.

Poco antes, en septiembre de 1977, el diario ABC publicó un artículo dedicado al político (y titulado « El largo exilio de Josep Tarradellas ») en espera de un regreso que parecía inminente. En palabras de este diario, «en 1916 ya era secretario de propaganda de una organización catalanista, y tres años más tarde se convertía en colaborador de Francesc Macià , primer presidente de la Generalitat. Tarradellas es uno de los fundadores, junto con Macià y Companys, del partido Esquerra Republicana de Catalunya, del que durante veintiún años ha ocupado el cargo de secretarlo general».

Tarradellas fue también miembro del Gobierno de Cataluña entre los años 1931 y 1932, del cual fue nombrado presidente en 1936. A partir de ese momento comenzó su calvario. «El 14 de febrero de 1939 se vio obligado a abandonar España. Desde entonces vivía exiliado en Francia, en el pueblecíto da Saint Martin-Le-Beau , en Lorena», añadía este diario. En el extranjero no le fue mejor que en España tras la llegada del franquismo. «Entre 1939 y 1941 fue detenido varias veces por la Gestapo , y en ese último año el Gobierno español pidió su extradición al Gobierno del mariscal Petain , sin conseguirla. Asimismo estuvo tres meses en prisión en Aix-en-Provence, y en campos de concentración», completaba ABC.

Con todo, logró escapar y, el 7 de agosto de 1954, fue elegido en la embajada de España en México presidente de la Generalitat por los parlamentarios catalanes supervivientes y exiliados. «En enero de 1977, en su mensaje de Navidad a Catalunya, pronunciado en una rueda de Prensa celebrada en París, Tarradellas reivindicó el restablecimiento de la Generalitat, la amnistía política total y la legalización de todos los partidos políticos. Josep Tarradellas está casado con Antonia Macla Gómez , y tienen dos hijos», finalizaba este diario.