Toda práctica es local
En el marco del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, creadores y gestores abordaron el estado del arte contemporáneo en Castilla y León lejos del victimismo, pero con ímpetu reivindicativo
Después de las caóticas jornadas celebradas en 2008, la nueva edición de este foro —cuya primera entrega dirigió Javier Hernando en 2005— se presentaba como una oportunidad más para vertebrar una comunidad artística —creadores, críticos, educadores, gestores, investigadores, etc.— que parecía haberse instalado en una especie de política de la queja, perniciosa y poco productiva. Las expectativas eran, desde el principio, demasiado altas y, claro está, no se le pueden pedir peras al olmo.
En esta ocasión las discusiones han desbordado los límites espaciales y temporales de las jornadas. En las semanas previas se organizaron dos mesas de trabajo —Implantación de las instituciones en los contextos locales y Contextos de producción y recepción del arte contemporáneo—, coordinadas por Miguel Ángel Fernández y Belín Castro respectivamente y compuestas por gestores, artistas, galeristas, docentes y educadores —María Martín, Bruno Marcos, Amparo Moroño, Alberto Martín, Rufo Criado, Adora Calvo, José Luis Pinto, Rafal Torres—. En ellas se plantearon algunas de las cuestiones en torno a las cuales iba a girar una discusión pública que debe tener continuidad en la página web www.todapracticaeslocal.com, plataforma abierta a cualquier colaboración y en la que ya se han publicado un buen número de interesantes documentos de trabajo.
Entre los problemas tratados destacan la irresponsabilidad de algunas políticas culturales, insostenibles y poco racionales; la tendencia a la espectacularización como base de la desactivación e instrumentalización de las prácticas artísticas —un mal endémico de este país—; la falta de transparencia en la gestión de los recursos públicos; la difícil situación profesional del artista en una Comunidad desprovista de infraestructuras para la creación; la infantilización de los públicos y las carencias en lo que a investigación se refiere, entre otros muchos.
Hay que agradecer al nuevo director del Musac, Agustín Pérez Rubio, su buena disposición a la hora de acoger este foro, respetando el disenso y asumiendo las críticas como parte de ese «cambio de rumbo» anunciado en repetidas ocasiones y en el cual todos tenemos los ojos puestos, entre esperanzados y vigilantes. Hay que tener en cuenta que la implantación de un gran museo de marcado carácter internacional en un contexto como el castellano y leonés produjo en su día un fuerte descontento en el precario tejido cultural ya existente —se ha discutido mucho acerca de si los cinco museos de arte contemporáneo de la Comunidad han consolidado o dañado dicho tejido—, al que el «museo del presente» considera provinciano, poco «moderno», y que, sin embargo, en muchos casos, está compuesto por una red de gestores y creadores muy comprometidos que tratan de generar una estructura horizontal de espacios e iniciativas artísticas. Hasta ahora, la institución ha dado la espalda a esa débil estructura y los intentos por integrarse en ella de una manera respetuosa y constructiva han sido demasiado torpes y tardíos. Ante las críticas, siempre se esgrime el mismo argumento: la educación y mediación artística como justificación de programaciones y estrategias de comunicación y como principal medio de arraigo en el contexto local. Sin embargo —y este problema no es ni mucho menos privativo del Musac—, el trabajo de «mediación” parece relegado a un segundo lugar, demasiadas veces carente de reconocimiento y financiación —la intolerable precarización de los trabajadores de la cultura, especialmente de los educadores, ha sido otro de los asuntos tratados—.
Compromiso
Ante este panorama, parece absolutamente necesario que la Junta de Castilla y León —y el resto de administraciones— mantenga su compromiso con ciertas iniciativas —han desaparecido las ayudas regionales para la creación y se han reducido en un 50% las becas de investigación predoctoral— independientemente de su impacto mediático. De hecho, uno de los objetivos de estas jornadas ha sido, como señaló Víctor del Río, redactar un documento que presente un diagnóstico de la situación así como una serie de propuestas concretas con el fin de hacerlo llegar a los responsables de las políticas artísticas de la región. Las administraciones públicas e instituciones culturales deben saber que en Castilla y León existe una comunidad de profesionales bien articulada —el trabajo de Avacyl ha sido fundamental en este sentido—, con capacidad de enunciación, consciente de las necesidades del sector y dispuesta a tensionar un diálogo para subsanarlas.
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