Muere un constructor jubilado al desplomarse su casa por una explosión
El siniestro se produjo tras detectarse una avería en la conducción, provocada por unas obras que se realizaban junto al chalé de San Lorenzo de El Escorial

SAN LORENZO DE EL ESCORIAL. El llanto de Amparo rompió el silencio sepulcral cuando los bomberos de la Comunidad de Madrid sacaban de entre los escombros el cadáver de Ricardo Benito, un constructor jubilado que había quedado enterrado en el sótano de su casa de San Lorenzo de El Escorial al desplomarse la vivienda debido a una atronadora explosión que se escuchó en quinientos metros a la redonda. Amparo lamentaba ayer entre desgarradores alaridos la muerte de su esposo, cuyo cuerpo fue encontrado en el lugar del chalé preferido por Ricardo, el sótano, donde tenía sus papeles y el ordenador. La esperanza de hallarlo con vida se desvaneció después de cuatro angustiosas horas de búsqueda.
La deflagración en la calle de Lepanto alarmó a los vecinos de la Colonia San Lorenzo, en la parte alta del municipio, cuando faltaban diez minutos para las doce del mediodía. La vivienda, adosada y de dos plantas en altura, se vino abajo, posiblemente por una acumulación de gas. Del matrimonio y los tres hijos que residían en la casa, sólo el padre y el mayor de los descendientes se encontraban dentro. El vástago, de 22 años, que dormía en el piso superior, fue localizado 45 minutos después. «¿Y papá?», preguntaba a su madre cuando era trasladado a una UVI. Evacuado por el Summa al hospital comarcal El Escorial, los médicos confirmaron que no tenía lesiones.
Entretanto, los bomberos y agentes de la Guardia Civil con dos perros especializados en el rescate de personas trabajaban contra el reloj. El padre de la familia estaba entre los escombros. Su esposa aguantaba a duras penas la compostura junto a la concejal de Servicios Sociales, Pilar Santiso, que no la dejó sola ni un minuto. Los hijos y familiares del matrimonio iban llegando, la Cruz Roja llevaba agua, zumos y bocadillos a la veintena de bomberos que trabajaban en el rescate, y el tiempo pasaba, pero Ricardo no aparecía. «¡Mientras no salga mi marido, no me muevo de aquí, primero mi esposo!», contestaba Amparo a un policía local que le sugirió acercarse al hospital para ver a su hijo Ricardo.
Día de luto oficial
Una excavadora retiraba cuidadosamente los escombros. Cuando el operario paraba el ruidoso motor de la máquina a petición de los bomberos, entre las decenas de personas congregadas en la zona se hacía un silencio que congelaba aún más el aliento en medio de una jornada muy fría. Diez minutos antes de las cuatro de la tarde, la pala de la excavadora paró otra vez. El cuerpo sin vida de Ricardo había sido hallado. Lágrimas y dolor. El alcalde, José Luis Fernández, presente en las labores de rescate, convocaba después a la corporación municipal, que decretó para hoy un día de luto oficial por la muerte de Ricardo.
¿Por qué se produjo la deflagración? «En mi casa no ha sido, ha sido en la calle, porque nosotros no tenemos gas propano», decía Amparo a un bombero. Su marido incluso la telefoneó poco antes del siniestro para decirle que todo se había arreglado. Ricardo se refería a la fuga registrada a las diez de la mañana en la conducción del gas propano que pasa junto a los cimientos de su casa. Una excavadora había roto la tubería durante unas obras en la red de saneamiento y los vecinos detectaron un fuerte olor a gas. Los técnicos de Repsol, responsable del suministro en la Colonia San Lorenzo, repararon el desperfecto y restablecieron el suministro. Ricardo estuvo presente. Después, se metió en casa y una hora más tarde se desencadenó la tragedia.
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