Un ermitaño cobija en su cueva a dos excursionistas perdidos en La Pedriza
A mil seiscientos metros de altura, en medio de un paisaje nevado, y con la noche que se cerraba sobre las últimas sombras. Es La Pedriza, en el paraje regional de la Cuenca Alta del Río de Manzanares. Eran un hombre de 27 años y una mujer de 22. Se encontraban no solamente desorientados, sino perdidos. Lo que había comenzado como un día de excursión amenazaba con terminar en una amarga experiencia. De repente, aparece una sombra, un hombre. El «ermitaño» se le ha llamado. Poco se sabe de él, tan sólo que suele vivir de forma temporal en una cueva de esa zona de La Pedriza. Los jóvenes habían llamado por móvil sobre las seis y media de la tarde, cuando ya se estaba haciendo de noche y se consideraban perdidos, a una hermana de ella explicándoles su difícil situación. Ésta avisó al servicio de Emergencias 112 de la Comunidad que rápidamente se puso en marcha para intentar averiguar el paradero de la pareja perdida.
Mientras tanto, el «ermitaño», el solitario personaje, el «samaritano» con el que se habían encontrado les dijo que le acompañaran. El destino era una cavidad, una cueva en la montaña, en la que hay un camastro, unos ventanucos y una especie de puerta que la tapa para protegerla del frío. El hombre les condujo hasta la cavidad. Allí les preparó un fuego para que la hoguera les mantuviera caliente. Fue un «milagro» porque la pareja no disponía de las ropas de abrigo necesarias para enfrentarse en esa zona de la sierra y a esa altura a las temperaturas tan bajas que había.
Tiempo tuvieron de pensar. Los dos excursionistas habían llegado a Manzanares el Real en autobús y subieron por «La Pedriza», situada en la vertiente sur de la sierra de Guadarrama. Para ello se habían hecho guiar por las indicaciones de un mapa de un panel informativo. Sin embargo, tiempo después se habían perdido.
Su salvador, el hombre solitario, el «ermitaño», utilizó el teléfono móvil de la pareja para ponerse en contacto con los servicios de rescate a fin de informarles dónde estaban los perdidos. Les indicó el lugar exacto. Tampoco hizo falta muchas explicaciones. Era su propia cueva o, mejor dicho, la de un amigo que es el que vive habitualmente en ella, puesto que él la ocupaba temporalmente.
A los bomberos del grupo de rescate no les fue tampoco difícil localizar el lugar. Sabían de la existencia de la cueva y allí se dirigieron para encontrar a la pareja perdida.
Campamento base
La imagen con la que se encontraron los bomberos del servicio de rescate de la Comunidad de Madrid no podía ser más reconfortante. Allí, en medio de una hoguera, un hombre y una pareja se habían protegido calentándose cerca del fuego preparado por el «ermitaño».
Tras intercambiar los saludos y algunas palabras, la pareja acompañó a los bomberos dejando al «solitario» en compañía de su hoguera. Eran las doce menos veinte de la noche del domingo cuando el equipo de rescate y la pareja de excursionistas llegaban al campamento base montado por los bomberos.
Ahora, la moraleja en la que insiste Emergencias 112: no hay que ir a la sierra sin material de orientación alguno como brújula o mapa, y sin llevar linterna ni ropa suficiente para hacer frente a los rigores de la sierra en caso de una situación de emergencia.
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