Viento
¿Qué ha sido «Katrina»? Una racha de viento. Un viento tan destructor que, según los progres, sólo podía ser obra de Bush. El viento como enemigo de cualquier progreso: así lo ve uno, si se entretiene en leer periódicos. Cuando el progreso mahometano desembarcó en Perejil, las fuerzas reaccionarias -por cristianas- de Trillo hubieron de desplegarse con un viento duro de levante que en literatura épica poco tiene que envidiar al viento del «Katrina». El levante del Atlántico es seco y duro, aseguran los viejos lobos literarios y marinos: es el «solano» de que habla la Biblia -la misma Biblia que lee Bush- y que volcaba las naves de alto bordo que iban a Tarsich. Mi ensayista sostiene que ese viento enerva e irrita tanto los nervios que los romanos llegaron a considerar como una atenuante penal, para esta región, el hecho de haberse cometido un crimen en día de levante. ¿Qué sabe Bono -es decir, Pepe, el hijo de Pepe, el de la tienda- del viento de levante? «Con el levante -dice don Ignacio López de Ayala, refiriéndose al del Estrecho- se pudren los muebles, se corroen los espejos, contrae orín todo lo que es hierro y ninguna vianda puede durar más que veinticuatro horas». ¿Qué sabe España del viento? Pues lo que le cuenta Bono: que el viento es el King Kong de nuestros helicópteros militares. «La razón, que es un formidable viento...», decía Ortega. (Otro misterio de la asociación de ideas: hablando de Bono, traer a colación a Ortega). Y lo decía porque, después de todo, «espíritu» quiere decir viento. Por eso los espíritus delicados hablan del aire viril de Botticelli, del aire dulce de Lippi, del aire angelical de Perugino, del aire bondadoso de Ghirlandaio... La imagen del viento es principalmente italiana: el viento como símbolo de la Fortuna. Todos en Madrid hemos oído a Bono describir el «llanto militar» -imagen quevediana favorita de Borges- como Mariano Medina describía las marejadillas. Y todos en España oímos a Lorenzo Milá, David Cubedo de este régimen de progreso, comentar que el viento de Colonia le había levantado al Papa «la casulla», que en realidad era la esclavina. ¿Qué? ¿No dan ganas de mandarlos a tomar viento?
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