«Te escribo desde esta portada como quien lanza en el mar un mensaje dentro de una botella; quien sabe si te podrá llegar», comienza diciendo el sacerdote. «No consigo entenderte, pero me gustaría hacerlo. Tu arte, hipnóticamente ecléctico y performativo, y tú misma, me generan preguntas. Quizás no hay que entenderlo. Pero me pregunto qué hay dentro de tuyo, en tu mundo interior en esta etapa o ciclo de tu vida como mujer y artista», reflexiona sobre las canciones del disco.
Travesía espiritual
«Cuando hablas de una «sed» que el mundo no puede satisfacer, que solo Dios puede llenar este vacío, me viene a la cabeza la investigación del sentido que atraviesa la película Andrei Rublev de Tarkovsky. El pintor ruso, en medio de la oscuridad y la violencia, busca la luz, la belleza, la fe, a pesar de no encontrar respuestas fáciles. Cómo él, tú pareces vivir el arte como una travesía espiritual, donde la creación es una forma de peregrinaje hacia aquello que transciende. Pero, no acabas de hacerlo... y sin soltar amarras no será fácil llegar al puerto que anhelas. Si es que quisieras llegar», opina sobre algunas de sus letras.
«Tus letras me desconciertan, pero también me abren a la posibilidad de un diálogo sobre la complejidad de la experiencia humana. Entiendes el amor como una fuerza que puede ser dolorosa, liberadora, incluso divina. Tu arte es un espacio donde la vulnerabilidad y la fuerza conviven, donde el deseo y la fe se pueden encontrar», añade.
Y finaliza diciendo: «Hay silencios que hablan más que mil canciones. Me pregunto si, cuando todo calla, encuentras paz o solo más ruido. Quizás la respuesta no está fuera, sino dentro tuyo».
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