Lucía, mi pediatra: «Lo único que necesitan nuestros hijos es tener una infancia feliz y segura y eso solo depende de nosotros»
La conocida pediatra Lucía Galán publica 'Cuentos de verano de Lucía, mi pediatra'
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Iniciar sesiónMuchas familias conocen ya de sobra a Lola, la protagonista de los cuentos de Lucía Galán Bertrand, más conocida como Lucía, mi pediatra. Y es que la médico pediátrica más popular del país (solo en Instagram cuenta con casi 700.000 seguidores) ha sacado ... nuevo libro, 'Cuentos de verano de Lucía, mi pediatra' (TimunMas), con el que los más pequeños -también los mayores- aprenderán a tratar algunas de las enfermedades más frecuentes de la temporada estival, como la laringitis, sabrán cómo prevenir accidentes en la piscina o qué hacer ante la picadura de una medusa.
¿Cuáles son las consultas propias en pediatría ahora en verano?
Verano es época de picaduras, caídas, accidentes... También es momento para hablar de seguridad en el agua. Y cómo no, de laringitis. Al inicio del verano siempre hay picos de laringitis en consulta. Se presenta en general por la noche y asusta mucho a los padres. A Lola, la protagonista del cuento, le pasa precisamente eso. Me pareció una buena idea plasmarlo en el libro para que los niños sepan qué es y qué hay que hacer.
Los cuentos son muy didácticos. Los niños que los lean sabrán qué hacer cuando a uno le pica una medusa, a pesar de que siempre tienden a tocarla.
Eso es, a las medusas no hay que tocarlas. Incluso si ven una en la orilla de la playa, que aparentemente está muerta, tienden a ello y no deben porque les puede picar igualmente. Ni siquiera hay que coger a las medusas con un palo y levantarlas porque ese líquido que tienen acaba en el brazo del menor provocando una lesión.
Vigilar y educar para prevenir, armas que evitan los ahogamientos infantiles
Ana I. MartínezLos expertos recuerdan que para prevenir, los padres siempre han de estar con los niños metidos en el agua
Si a nuestro hijo le pica una medusa y vemos restos de tentáculos en la piel, lo que tenemos que hacer es coger algo de plástico, una tarjeta de crédito, por ejemplo, y retirar los restos de tentáculo de la zona en una pasada limpia. Tampoco hay que echar agua dulce o embotellada porque empeora la lesión: siempre agua salada. Nada de tocar, rascar, echar arena ni frotar con la toalla. Al llegar a casa, si la lesión es pequeña, echamos un poco de clorhexidina (Cristalmina). Si la lesión es muy amplia, mejor que lo valore un pediatra.
Hablas también en el libro de seguridad en el agua. ¿Cuántos sustos de este tipo ves en consulta?
Es un tema con el que tenemos que ponernos serios porque cada año se ahogan 30-40 niños en España. La mayoría son accidentes que se pueden prevenir si se toman las medidas adecuadas. Sustos en la consulta veo muchos. Padres que me cuentan: 'Me despisté un momento porque me entró un wasap y la niña se cayó a la piscina'.
Es importante que los padres o cuidadores sepan que el ahogamiento del niño es un ahogamiento silencioso porque el menor no chapotea, grita ni pide ayuda, como los mayores. Simplemente se hunde. No hay margen de maniobra. En muy poco tiempo, un niño se puede morir o sufrir secuelas graves por esos segundos sin oxígeno.
Me gustaría que calara en los padres que, con independencia del sistema de flotación que tengan, hay que estar siempre en el agua con los niños, ya que ponerles el chaleco o los manguitos ofrece una sensación de falsa seguridad. Muchas veces, los padres están charlando a una distancia que, si pasa algo, no les da tiempo. Y tampoco les ven bien.
En cuanto a los sistemas de flotación, siempre son preferibles los chalecos. Niños muy pequeños, 2-3 años, mejor con nosotros. Tenemos que huir de los flotadores de toda la vida. ¡Se dan la vuelta, el niño queda boca abajo y no es capaz de volver a dársela! Las famosas burbujas fuera también porque no son seguras.
A la hora de viajar, mejor a contramarcha ¿no? Aunque hay progenitores que piensen que el niño se marea más.
La evidencia científica es clara: ir a contramarcha disminuye en un 80% las lesiones graves en caso de impacto. Y esto se traduce fundamentalmente en los menores de 4 años por la desproporción entre el tamaño de su cabeza y el resto del cuerpo, que es algo normal, porque el impacto que reciben, da igual de donde venga, hace que el movimiento de la cabeza lesione la médula espinal.
Por tanto, es muy importante que el niño desde pequeño se acostumbre a ir a contramarcha. Y ni se marea ni lo pasa mal y ve perfectamente por la ventanilla. En países como Suecia no se contempla ir a favor de la marcha. No hay que poner en peligro la vida de nuestros hijos: cuando más tiempo viajen así, mejor.
La gorra, la crema, la camiseta de protección solar, el traje de baño anti-UV... ¿son necesarias tantas cosas en la playa o en la piscina?
Yo siempre tiendo a mirar la ropa de protección solar desde los ojos de esa niña que fui y de la que aún algo me queda. Y pienso: si yo fuera ese niño de 2 años que está en la playa a 40 grados con un buzo con el que apenas se me ve la cara, con todo el calor... ¿Me compensaría? Con las protecciones solares pediátricas que tenemos de 50 o más, renovando la aplicación cada 2-3 horas, y su gorrito, los niños no se van a quemar. Si además le quieres poner una camiseta cuando está jugando, fenomenal. Pero lo de meterles en esos buzos... ¡También se trata de disfrutar! Por tanto, pregúntate tú: ¿cómo estás mejor en la playa: en bikini o con un buzo?
«Es muy importante que el niño desde pequeño se acostumbre a ir a contramarcha. Y ni se marea ni lo pasa mal y ve perfectamente por la ventanilla. En países como Suecia no se contempla ir a favor de la marcha»
Quienes han sido papás hace poco: ¿pueden ir a la playa o a la piscina con el bebé?
Entre los 0-6 meses no están recomendadas las cremas de protección solar porque no han sido testadas en sus pieles. La piel del recién nacido, hasta los 6 meses, es muy inmadura. Al tener esa capa de piel tan fina no se puede garantizar que lo que eches sobre ella, no pase al torrente sanguíneo.
Entonces, la playa no es el mejor sitio para un bebé de hasta 6 meses porque hace mucho calor, regulan peor su temperatura, son más sensibles a sufrir golpes de calor... Pero esto es como todo. No hay problema por ir a última hora de la tarde a darte un baño al mar, que el sol ya se está poniendo. O a primerísima hora de la mañana porque el problema no es el agua, es el sol.
En las piscinas pasa un poco lo mismo. No son tampoco el mejor sitio porque siempre existe la posibilidad de que traguen agua, les entre en los oídos.... Pero sentido común: si tienes un bebé sano y hace mucho calor, no hay peligro alguno porque te des un chapuzón con cuidado.
A muchos niños, a los pocos días de que empiece la temporada de piscina, les empieza a doler el oído. ¿Por qué?
Las otitis externas son muy frecuentes y precisamente se producen en menores que pasan mucho tiempo con la cabeza sumergida en el agua, sobre todo en piscinas. El exceso de humedad en el conducto auditivo externo hace que proliferen determinadas bacterias y dan un dolor muy intenso y agudo. No tiene nada que ver con las otitis medias de los catarros de inviernos, que dan fiebre... Esta es una otitis superficial que puede incluso doler al peinarse o quitarse la camiseta. Yo siempre digo que cuando un niño se queja del oído, es que algo hay. No hay duda.
En el libro, vemos a Lola muy emocionada porque va a hacer en verano cosas por primera vez, como viajar en avión. Su emoción e ilusión es máxima. También recoges otros temas que no tienen nada que ver con la salud, como la diversidad familiar o las separaciones. Qué importante es tener en cuenta todo esto, ¿no?
Y que vivamos esos momentos de su infancia con la misma inocencia que ellos, ilusión y entusiasmo. Yo con mis hijos, que son ya adolescentes, sigo poniéndole tanta motivación a las cosas que me dicen que yo estoy más contenta que ellos. Cuando tiendes a vivir así, con esa mirada infantil, se vive más bonito y feliz. Al final, es un estilo de vida. Si es la primera vez que tu hijo monta en avión, haz una cuenta atrás en el calendario, tacha los días, dale emoción... ¡Ellos lo viven con alegría. Son niños! La experiencia en sí es lo de menos: lo importante es lo que queda en su mochila de recuerdos, todo ese goteo de inocencia, ilusión, fantasía, magia... que has ido sembrando. Hay que vestir todo con la inocencia de los niños, que es maravillosa, y que al final es lo que precisan: lo único que necesitan nuestros hijos es tener una infancia feliz y segura y eso solo depende de nosotros.
Al final, todo depende de cómo se les expliquen las cosas. Yo, que lo he vivido en primera persona, porque me separé cuando mis hijos eran muy pequeños, hice que lo vivieran con normalidad. Así que abramos la mente de los niños, que lo normalizan todo con una inocencia maravillosa y lo importante, como siempre les he dicho a mis hijos, es ser feliz. Y hay familias diversas, donde los niños son felices y están cuidados, con independencia de que haya un papá y una mamá, dos mamás, dos papás, una sola mamá... Si trabajásemos esto desde que son pequeños, no tendríamos los prejuicios que tenemos actualmente los adultos. Quiero pensar que dentro de 20-30 años, las nuevas generaciones vivirán todo esto como algo normal.
«Siempre tiendo a mirar la ropa de protección solar desde los ojos de esa niña que fui y de la que aún algo me queda. Y pienso: si yo fuera ese niño de 2 años que está en la playa a 40 grados con un buzo con el que apenas se me ve la cara, con todo el calor... ¿Me compensaría? También se trata de disfrutar»
Ante los elevados índices de obesidad y sobrepeso infantil y teniendo en cuenta que el verano es un momento en el que se descuida más la alimentación, ¿hay que poner igualmente al menor a dieta? ¿Prohibirle comer helados?
A los niños no se les pone a dieta. A los padres, madres y abuelos se les educa en hábitos saludables, que es distinto. Yo siempre digo que el ejemplo educa y lo importante son los hábitos, no la excepción. Lo que hay en tu lista de la compra, en tu congelador o despensa sí tiene impacto, no el helado que te tomas los domingos en casa de los abuelos. No normalicemos tener el congelador lleno de helados en verano, ¡que son tres meses! Los pediatras vemos en consulta en septiembre a niños con entre 4 y 7 kg de más respecto a mayo.
A los niños hay que explicarles las cosas en vez de decirles que no puede comer helados porque «te pones gordito» o «te sale barriga». Eso solo les genera un sentimiento de culpa de una situación de la que no son responsables. Y, además, es nocivo para ellos.
Hay que explicarles que no es bueno el exceso de dulce, ya sean helados, galletas o chuches, porque los picos de azúcar no son buenos, se dañan muchas partes del organismo y el excesivo consumo de azúcar, además, está asociado a muchísimas enfermedades. Por tanto, no hay que enfocarlo solo en el peso. El mensaje es que el azúcar en exceso no es bueno para nadie. Inculquemos a nuestros hijos unos hábitos de vida saludables.
En verano hay una fruta maravillosa con la que podemos hacer helados. Tengamos el frutero de casa a la vista y lleno, la sandía cortada en el táper... Vamos a ponérselo fácil para que picoteen y, por supuesto, vamos a dar ejemplo.
Tienes dos hijos adolescentes. Sabemos que es una etapa compleja. Y este verano será el primero para muchos de ellos en muchas cosas: saldrán, beberán, etc. ¿Algún consejo?
Justo estoy en ese momento. ¡Con 14 años te piden dinero para ir a cenar! (risas). Tenemos que entender que su adolescencia es distinta a la nuestra, al igual que nos pasó a nosotros con nuestros padres. Lo mismo que decía antes eso de no olvidar de dejar de ver la vida con los ojos de niños pequeños, no desconectemos tampoco del adolescente que fuimos. El adolescente quiere explorar, vivir la vida intensamente... Pero hay que hilar fino, acotar un poco los límites porque, de forma natural, van a intentar saltárselos. Pero a medida que confiemos en ellos, que demuestren que son responsables, les podemos dar más libertad.
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Es importante saber también con quienes se relacionan. La adolescencia es una etapa de tremenda vulnerabilidad a la hora de dejarse influenciar, se dejan arrastrar por el grupo... Evidentemente, no puedes controlar todo lo que hacen, ni puedes pretenderlo porque fracasarás. Con conocer sus amistades, los lugares a los que va y acordar que siempre atiendan tus llamadas o mensajes, está bien. Es una época de experimentación, de ensayo y error pero tiene que haber mucha comunicación en casa. Y que tengan claro que siempre les vamos a apoyar, por mucho que se equivoquen o metan la pata.
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